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Homenaje al científico del CADIC que encontró el primer dinosaurio de Antártida
Eduardo Olivero recibió una distinción del Gobierno de la Provincia de Tierra del Fuego A.I.A.S por su sostenido aporte al conocimiento en torno a la Península Antártica y los Andes Fueguinos.
Tras el cierre del Mes Antártico, celebrado del 22 de febrero al 22 de marzo en la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, el pasado 25 de marzo el gobernador Gustavo Melella distinguió a Eduardo Olivero, investigador del CONICET en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET) y profesor en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. El homenaje responde a las enormes contribuciones llevadas a cabo por el científico desde su primera campaña antártica en 1974, de manera sostenida, en torno a la evolución geológica, biológica y paleoclimática del sistema Península Antártica-Andes Fueguinos.
En particular, en la extensa y prolífica carrera de Olivero, se destaca el descubrimiento de los primeros restos fósiles de dinosaurios hallados en Antártida, en 1986. Este hallazgo fue de una gran relevancia a nivel mundial ya que permitió comprobar que, tal como esperaban los paleontólogos desde hacía tiempo, este grupo de reptiles prehistóricos había vivido en todas las grandes masas terrestres del planeta. Pero además fue una muestra contundente de que, tal como preveían los geólogos, Antártida había estado unida a lo que hoy es Sudamérica “Un animal de varias toneladas de peso como un dinosaurio, forzosamente debió haber llegado caminando, y eso requiere una conexión continental con la Antártida”.
Antecedentes del descubrimiento
Paleontólogos y geólogos esperaban hacía tiempo que, tarde o temprano, algo así ocurriera en Antártida. Por un lado, el misterio de cómo habían viajado los dinosaurios entre Australia y América, así como el hallazgo de animales terrestres (1970) y marsupiales (1981) en el continente blanco, sugerían que Antártida había formado parte de una masa continental más grande y había estado relacionada con América del Sur y parte de Oceanía. Además, los dinosaurios ya habían sido encontrados en el resto de las grandes masas terrestres del planeta, por lo tanto, no había motivos para pensar que Antártida sería la excepción.
En este contexto, en 1986, el grupo liderado por Eduardo Olivero -y que completaban Jorge Strelin; Roberto Scasso; Ernesto Martino; Alejandro López Angrimann; Ricardo Roura; Jorge Buiras; Jorge Amat- encontró restos fósiles de un dinosaurio en una roca marina. El espécimen fue identificado como una nueva especie de herbívoro, del orden de los Ornithischia, del grupo de los anquilosaurios y bautizado como Antarctopelta oliveroi. Este ejemplar, de unos 4 metros de largo, fue el único esqueleto fósil encontrado en su especie. “El CONICET formó parte del proyecto científico en el cual se enmarcó el hallazgo, y que tiene continuidad, desde 1992, en la Antártida, gracias al trabajo sostenido del Laboratorio de Geología Andina, creado por nuestro equipo y radicado en el CADIC. Además, todas las campañas antárticas, desde 1974 en adelante, recibieron el apoyo y la colaboración del Instituto Antártico Argentino ”, cuenta Olivero.
Estos animales, vivieron hace 70 millones de años, en un territorio que, según pudieron demostrar los estudios geológicos y paleoclimáticos -que el propio Olivero contribuyó a consolidar posteriormente-, en lugar de estar cubierto de hielo y nieve, estaba poblado de bosques frondosos y rodeado de un cálido océano.
“Descubrimientos como este, tienen que ser puestos en valor, conocer a estos protagonistas que son parte de nuestra historia, que caminan entre nosotros y que tanto aportan a nuestra construcción soberana”, concluyó el Gobernador durante la ceremonia.
Por Mariela López Cordero