MI CAMINO A LA CIENCIA

Y un día decidí que quería dedicarme a la historia

En el marco del Día del Historiador y de la Historiadora, María Sol Lanteri, Miranda Lida, Gustavo Contreras y Victoria Baratta reflexionan sobre la profesión.


En la secundaria, la materia favorita de Victoria, sin lugar a dudas, era historia. Le fascinaban los manuales y los leía incluso antes de que tuvieran que ver los temas en clase. Había una cuestión casi estética que la deslumbraba pensar en esos mundos antiguos, medievales, renacentistas y decimonónicos con cualidades tan diferentes y particulares.

A diferencia de Victoria, el interés de Miranda por la historia no nació en la escuela ni en los libros, en su caso las clases de historia eran aburridas. Sin embargo, le empezó a llamar la atención todo lo que tenía que ver con darle sentido a la historia a través de los relatos de vida. A Miranda le gustaban los relatos de experiencias que le contaba su familia, incluso en una oportunidad grabó una entrevista a su abuela que muchos años después usaría en uno de sus trabajos como investigadora.

Gustavo siempre fue muy curioso, le gustaba escuchar las historias que contaban los adultos en las reuniones familiares y barriales, le sorprendía todo lo que la historia podía generar en las personas. Todo eso lo hacía sentir como si hubiera todo un mundo raro y alucinante que él desconocía. Su abuelo Humberto ocupó un lugar central en el despertar de su interés por la historia, pero no solo le interesaba lo que su abuelo decía sino particularmente cómo contaba la historia.

De niña, Sol quería ser bailarina. Su abuelo, Rodolfo, siempre le contaba anécdotas que hacían que ella se quedara maravillada por las historias. Además del arte, le gustaba la comunicación, la literatura, la escritura y las relaciones internacionales, pero fue un profesor de historia que tuvo en la secundaria quien terminó de definir su vocación.

Hoy, esos cuatro jóvenes son historiadores e investigadores CONICET. Gustavo Contreras es doctor en Historia e investigador adjunto en el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata (INHUS, CONICET-UNMDP). Victoria Baratta es doctora en Historia e investigadora adjunta en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (UBA-CONICET). Miranda Lida es doctora en Historia e investigadora independiente en el Departamento de Humanidades de la Universidad de San Andrés, y Sol Lanteri es doctora en Historia e investigadora adjunta en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (UBA-CONICET). A todos ellos los une la pasión por conocer el pasado para entender el presente y repensar el futuro.

 

Historiadores, historiadoras, y la sociedad

En 2002 el Congreso Nacional estableció el 1º de julio como el “Día del Historiador y de la Historiadora” en homenaje a los escritores, investigadores, profesores y aficionados dedicados al estudio, propagación y análisis de los acontecimientos de carácter histórico. La fecha hace alusión al decreto firmado en 1812 por el Primer Triunvirato patrio para ordenar la escritura de los acontecimientos de la Revolución de Mayo.

“Los historiadores somos parte de la construcción de una identidad colectiva. La historia discute símbolos porque enseña de dónde venimos y muestra que ante los eventos históricos son múltiples las alternativas que se abren y el papel de la contingencia es muy importante”, explica Baratta. Para Lanteri, el sentido principal del trabajo de los historiadores se asocia con la construcción de una sociedad y una memoria colectiva alejada de prejuicios, estereotipos, simplificaciones, anacronismos o tergiversaciones de cualquier tipo. Por su parte, Lida comenta que para ella la historia es un acto de justicia: “Todos los actores del pasado tienen derecho a hacer oír su voz a las nuevas generaciones, sin falsedades ni distorsiones ni sobreactuaciones, sino simplemente haciéndoles justicia a los muertos tal y como creemos que fueron”, amplía la investigadora. Para ella, las nuevas generaciones ya no buscan próceres en el pasado sino el carácter más humano de esas figuras. Gustavo considera que el objetivo principal del investigador no es meramente relevar hechos o procesos pasados sino preguntarse frecuentemente sobre ellos a partir de urgencias y preocupaciones propias de cada época “Estos cuestionamientos históricos atraviesan nuestras sociedades en sus impulsos constantes no solo por conocerse a sí mismas, sino en su incesante actividad de proyectarse en ciertos sentidos hacia el porvenir”, explica.

¿Qué hacen los historiadores e historiadoras? Para Gustavo, piensan, analizan e interpretan el pasado a partir de preguntas que nacen de inquietudes o problemas de su presente y de sus anhelos o prevenciones respecto al porvenir, pero también visualizan aquellos otros caminos potenciales que podrían haber sido recorridos y no prosperaron. “El estudio de la historia demuestra que nuestro presente es producto de una construcción social, política y cultural singular, una entre muchas posibilidades”, expone el investigador.

Para Miranda Lida, lo más clásico que suele hacer un investigador es dedicarse a la docencia y la investigación, pero destaca que hoy en día hay historiadores e historiadoras en diferentes rubros, desde el periodismo, en todas sus formas, hasta en la gestión de bibliotecas, museos y archivos, pasando también por emprendimientos editoriales. “Es una carrera bastante versátil que permite una salida laboral en cualquier actividad del vasto mundo de la cultura”, destaca la investigadora. Baratta también relaciona el rol del historiador con la docencia, la investigación y la escritura de libros, artículos y manuales escolares. “Un historiador reconstruye parte de lo que sucedió en el pasado a través de documentos y con la guía de algunas preguntas que nos hacemos en el presente y también discute con otros historiadores sobre las distintas interpretaciones que se pueden tener de algún acontecimiento o proceso histórico”, comenta Victoria. Sol Lanteri destaca que el pasado y presente están estrechamente conectados y en permanente diálogo, esto les permite generar conocimientos e insumos culturales y científicos para aplicar a la resolución de problemas actuales del país y del mundo.

 

Todos los caminos son diferentes

Los padres de María Sol siempre alentaron a sus tres hijas a interesarse por los problemas sociales del mundo y la naturaleza, tanto que las tres terminaron siendo investigadoras del CONICET. Cuando estaba estudiando el profesorado de Historia en la Universidad de Mar del Plata, trabajó con un grupo de arqueología que volcó su atención hacia los pueblos originarios mientras que también comenzaba a colaborar con un grupo de investigación que canalizó su interés hacia la historia rural rioplatense. “Compartir los avances y resultados de la investigación científica con la comunidad general y al ámbito educativo en sus diferentes niveles es una forma de devolución a la sociedad, que financia las instituciones públicas en las que nos formamos y trabajamos”, asegura Lanteri.

“En el desarrollo de mis estudios en la carrera de Historia, me fui enterando que existía la opción de ser investigador. Inicialmente me pareció una posibilidad remota y no creí que podría ser para mí”, cuenta Gustavo Contreras. Él pensaba que el estereotipo de investigador científico que tenía en mente le jugaba en contra por varios motivos, pero finalmente se propuso intentarlo. Cuando consiguió una beca doctoral CONICET, Gustavo comenzó a aprender el oficio del investigador y considera fundamental que institucionalmente se brinden oportunidades y que los estudiantes participen de las convocatorias a becas para desarrollar sus vocaciones científicas.

Miranda Lida estudió Ciencias de la Comunicación antes de comenzar un camino más orientado hacia la historia, comenzó haciendo algunas colaboraciones sueltas en la revista Todo es Historia, dirigida en ese momento por Félix Luna. “En aquel entonces tenía mucha conciencia de que un historiador o historiadora no debía escribir para un grupo muy reducido de colegas, sino tratar de que su trabajo fuera comprensible para el lector común”, desarrolla Lida.

Al principio, Victoria Baratta no se animó a seguir su vocación por la historia y comenzó a estudiar Abogacía. Sin embargo, al poco tiempo se dió cuenta de que tenía que estudiar lo que realmente le gustaba y comenzó la carrera de Historia. Durante la carrera de grado, comenzó a tener interés por la investigación y por la divulgación, por lo que se esforzó para conseguir una beca doctoral CONICET. “La divulgación me parece una parte fundamental de mi tarea, es decir, hacer llegar a un público más amplio lo que investigo. Siempre me preocupé por dar entrevistas, hacer actividades por fuera del ámbito académico y usar las redes sociales para divulgar algunos temas de mi interés”, explica Baratta que el año pasado armó un canal de YouTube en el que dio clases abiertas de historia para todo público durante la cuarentena.

 

La investigación en la historia

A Miranda siempre le gustó trabajar con archivos históricos y para ella es una experiencia irremplazable; recorrió archivos de diferentes países como Argentina, Estados Unidos, México y España así como muchas provincias argentinas. “Los archivos son insustituibles porque a veces refutan los prejuicios o ponen en evidencia cosas que se habían querido ocultar adrede. Uno debe estar preparado para la sorpresa. A veces un archivo dialoga con otro y eso hace compleja la investigación. Es más difícil que un rompecabezas de 5.000 piezas, porque uno no sabe cuál es la imagen final que se va a encontrar”, relata Lida.

Para María Sol Lanteri, el pasado siempre está abierto e interpelado desde nuestro presente, aunque los hechos ya ocurrieron hay distintas interpretaciones de sus contextos, características, protagonistas y resultados. “La historia como ciencia parte de problemas que se identifican en base a estudios, conocimientos y enfoques previos e intenta resolverlos mediante hipótesis e interpretaciones construidas con rigor metodológico y teórico-conceptual. Estos resultados, a su vez, constituyen los insumos y antecedentes para investigaciones futuras”, desarrolla la investigadora.

Gustavo Contreras considera que a la hora de estudiar “algo que ya ocurrió”, ese “algo” no está dado de antemano sino que la justificación y elección de los historiadores lo torna en ese “algo” histórico. Para el investigador es muy importante tener esto claro. “Allí está uno de los grandes potenciales de nuestra profesión y nos habilita a darle relevancia a temas que consideramos que deben ser de interés para las sociedades en las que vivimos. Así, en cada época las y los historiadores encuentran para estudiar nuevos “algos”, mantienen su atención en muchos de los ya establecidos y postergan otros que dejan de ser convocantes”, explica.

“Lo que ya ocurrió se estudia a través de documentos que pueden ir desde fuentes oficiales a periódicos, memorias, historia oral, medios de comunicación u objetos”, comenta Baratta y explica que primero se releva la literatura existente sobre un tema para así evaluar el estado de la discusión, es decir, lo que ya dijeron otros. A partir de allí se plantea un problema nuevo.

¿Qué es lo que más te gusta de ser historiadora o historiador? Sol encuentra la profesión muy gratificante, especialmente cuando encuentra una fuente o documento nuevo en un archivo que ayude a generar nuevos conocimientos “Puede ayudar a preservar la memoria y a recuperar y valorar la gran diversidad social, étnica y cultural de nuestra sociedad, eliminando prejuicios y estereotipos, atendiendo a problemas y reclamos de diversos sectores, como los pueblos originarios y acercando el ámbito científico con la comunidad educativa y la sociedad general”, puntualiza, Además, encuentra sumamente enriquecedor poder dialogar y trabajar en conjunto con sus colegas historiadores y de otras disciplinas sociales. A Gustavo le gusta el acto de descubrir, ya sea algo que estaba buscando o que tal vez desconocía por completo, al igual que a María Sol le gusta encontrar archivos, objetos históricos o datos que aporten información para conocer algo que no se sabía o que ayude a dar una perspectiva diferente. Por otro lado, también disfruta mucho cuando puede contar una historia relevante de manera atractiva despertando el interés de quienes la reciben y la reelaboran. “Asumo con placer el desafío de plantear relatos que combinan cuidadosamente qué contar, cómo hacerlo, para quiénes y con qué dispositivos. Me gusta experimentar vinculaciones con otras disciplinas y artes, como la música, los audiovisuales, los podcasts, las ilustraciones y los soportes web, etcétera”, comenta el investigador.

Para Miranda el historiador nunca deja de aprender, siempre tiene mucho por investigar, enseñar y conocer. “Es un oficio que tiene todavía mucho de artesanal, se aprende con buenos maestros y maestras. Eso mismo trato de transmitir a alumnos y jóvenes investigadores”, explica. Por otro lado, a Victoria le gusta enseñar a otros, descubrir cosas nuevas y las herramientas que le brinda la profesión para comprender los fenómenos desde una perspectiva integral. “Me gusta salir por un rato del mundo en el que vivo para entender otro completamente diferente junto a la capacidad de ver que nada es para siempre y nada se repite de la misma manera”, relata.

La historia siempre se cuestiona y se plantea nuevos enfoques y perspectivas que aportan al entendimiento y a la construcción de las sociedades; entender nuestro pasado e interpelar nuestro presente para repensar el futuro es su horizonte. En palabras de los científicos dedicados a ella: “Nunca se deja de aprender y de encontrar nuevos documentos que brindan una perspectiva diferente de sucesos pasados”.

María Sol Lanteri, Miranda Lida, Gustavo Contreras y Victoria Baratta participan de la acción Ciencia en Juego: intercambio de cartas del Programa VocAr, que tiene como objetivo promover el diálogo entre estudiantes y personas que se dedican a la investigación científica. Sus fichas se encuentran disponibles en la página de la actividad. La inscripción está abierta y todos los y las docentes con interés en participar pueden escribir a vocar@conicet.gov.ar.

Por Camila Hroncich

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