PREMIO L’ORÉAL – UNESCO “POR LAS MUJERES EN LA CIENCIA” 2020

Una protección nada superficial: el diseño de un material que inactiva el coronavirus, ganador del premio

Vera Álvarez fue distinguida con el máximo galardón por un desarrollo que apunta a mantener superficies libres de patógenos.


La pandemia de COVID-19 condujo a que muchos equipos de investigación en Argentina y en todo el mundo redireccionaran los proyectos en los que venían trabajando y pusieran sus diversos saberes y experticias al servicio de obtener un mayor conocimiento sobre el patógeno que causa la enfermedad (el Coronavirus SARS-CoV-2) y sus formas de trasmisión, así como de pensar y diseñar diferentes soluciones a los múltiples desafíos que esta grave e inédita situación sanitaria planteaba.

Dado el carácter acuciante del problema al que se enfrentaban, los proyectos que surgieron bajo esta impronta -ya sea que apuntaran a mejorar las capacidades y tiempos de diagnóstico, buscar tratamientos efectivos, diseñar vacunas o a desarrollar materiales antivirales que permitieran disminuir los contagios- tuvieron que llevarse adelante con la necesidad de obtener resultados de una forma mucho más veloz que la que suelen tener las investigaciones en períodos de mayor normalidad. Los tiempos se aceleraron y lo que en otro momento podría haber llevado algunos años tuvo que hacerse en pocos meses.

Así le ocurrió al equipo del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA, CONICET, UNMDP) que dirige Vera Alvarez, la investigadora del CONICET que acaba de ser reconocida con el Premio L’Oréal – UNESCO “Por las mujeres en la ciencia” por un proyecto que tiene como objetivo desarrollar geles, films y recubrimientos poliméricos para la elaboración de materiales de protección y de inactivación del COVID-19 de distintas superficies.

 

El proyecto

El proyecto, planteado en conjunto con el equipo que coordina Verónica Lassalle -también investigadora del CONICET- en el Instituto de Química del Sur (INQUISUR, CONICET-UNS), apunta a aprovechar las propiedades antivirales, pero también antifúngicas y antimicrobianas, de un biopolímero conocido como quitosano. El objetivo es producir materiales híbridos que permitan proteger diferentes tipos de superficies del SARS-CoV-2 y otros patógenos, haciendo que se inactiven -es decir, pierdan posibilidad de replicarse y de contagiar- al entrar en contacto con ellas.

A diferencia de desinfectantes como la lavandina, que al usarse como productos de limpieza permiten eliminar el SARS-CoV-2, estos materiales lo que hacen es cubrir o impregnarse en superficies y mantenerlas protegidas.

“Con Verónica Lassalle hace una década que venimos trabajando en diversos desarrollos que impliquen el aprovechamiento de este polímero biodegradable y biocompatible que se obtiene a partir de desechos de la industria pesquera, como los exoesqueletos de crustáceos, que normalmente se apilan en las costas y generan desordenes ecosistémicos y un impacto ambiental negativo. Así, la serie de proyectos que compartimos con Verónica, y que involucran la producción de materiales para la remediación ambiental, aplicaciones biomédicas, bioinsumos y textiles funcionales, se insertan en lo que se conoce como economía circular”, señala Vera Alvarez, quien se especializa en el desarrollo de materiales compuestos de matriz polimérica y es, además, subdirectora del INTEMA.

Cuando a comienzos de este año, Alvarez y Lassalle leyeron artículos que hacían referencia a la capacidad del quitosano de inactivar distintos coronavirus, pensaron que podían aprovechar su vasta experiencia en el desarrollo de materiales en base a ese biopolímero, para hacer su aporte al combate contra la pandemia.

Una de las primeras medidas que tomaron fue presentar su idea al concurso extraordinario lanzado a fines de marzo por la Agencia I+D+i con el objetivo de financiar proyectos orientados a mejorar la capacidad nacional de respuesta a la pandemia, y resultaron seleccionadas. Pero a lo largo de su breve aunque intenso desarrollo, el proyecto fue incorporando nuevos actores, tanto del campo científico como del productivo.

“Por un lado se sumó la Cooperativa de Trabajo Textiles Pigüé Ltda., para encargarse de la producción a escala de las telas impregnadas con las formulaciones antivirales en base a quitosano (recubrimientos, films o geles) que nosotros desarrollamos en el laboratorio, y que luego serán destinadas a la confección de insumos de protección para el sector sanitario, como mascarillas, guantes, ambos. Pero también necesitamos del aporte de investigadoras y becarias de otros organismos científicos con capacidades que nosotros no tenemos -como el Centro de Investigación Veterinaria de Tandil (CIVETAN, CONICET-UNCPBA-CICPBA), el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca (INIBIBB, CONICET-UNS) y el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Biotecnología (INBIOTEC, CONICET)-, en los que se pusieron a prueba las propiedades antivirales, antimicrobianas y antifúngicas de los materiales”, asegura la ganadora del Premio L’Oréal – UNESCO.

Los ensayos para poner a prueba la capacidad de los materiales desarrollados para inactivar coronavirus (específicamente coronavirus bovino) fueron realizados en el CIVETAN. De todas formas, también se hizo un acuerdo con el ANLIS Malbrán para testearlos en SARS-CoV-2, algo que, según aclara la investigadora, no es un requisito para tener las autorizaciones de comercialización de la ANMAT.

“De hecho, todos los productos que hoy están en el mercado, tanto en Argentina como en el resto del mundo fueron probados con coronavirus bovino o canino. Pero nosotras quisimos testear el producto también con el virus humano y la gente del Malbrán respondió positivamente a nuestra propuesta. De todas maneras, los materiales que desarrollamos han probado su capacidad de inactivar al virus del herpes, tanto bovino como humano, que es mucho más robusto que los coronavirus. Si impide que el herpes pueda replicarse y contagiar, es esperable que tenga el mismo efecto en cualquier coronavirus”, señala la investigadora.

Mientas los ensayos con herpes bovino tuvieron lugar en el CIVETAN, las pruebas con el herpes humanos, al igual que las pruebas de bioseguridad, se desarrollaron en el INIBBB. Por otro lado, la actividad antifúngica y antimicrobiana de los materiales fue testada en el INBIOTEC, y los ensayos de validación en textiles se llevarán a cabo en conjunto con la Cooperativa textil Pigüé y grupos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), que es también el organismo responsable de otorgar la validación final de las telas, así como la aprobación del material debe realizarla la ANMAT.

Por otra parte, la resistencia de las propiedades antivirales en las telas ha sido probada en hasta diez lavados. “Ese es el objetivo y por ahora lo estamos cumpliendo, pero el material es versátil y en función de cómo uno lo diseñe podríamos cambiar ese requisito y ampliarlo en función de la demanda”, explica la investigadora.

La investigadora destaca, además, que más allá de la situación de pandemia actual, los posibles usos de los materiales trascienden la coyuntura, dado que muestran una importante capacidad de inhibir también bacterias, hongos y otros virus.

 

Un espray para vidrio, madera, metal y plástico

Aunque en principio el proyecto apuntaba al desarrollo de geles, films y recubrimientos poliméricos para la elaboración de insumos de protección para el sector sanitario, para lo que se buscó que las formulaciones antivirales en base a quitosano pudieran impregnarse a las telas –al igual que un pigmento o un colorante- sin tener que alterar el proceso de producción industrial, se decidió también incorporar el desarrollo de un espray que podría aplicarse también a otras superficies, como madera, vidrio, metal y plástico, y formar un film protector que tenga cierta perdurabilidad.

“Un uso posible para este espray sería aplicarlo sobre los pupitres escolares al terminar la actividad en el aula, de modo de dar tiempo a que se forme el film protector para la jornada del día siguiente”, señala Vera Alvarez.

Hasta ahora, el espray fue testeado en superficies vidriadas y de plástico con herpes humano, y mostró que es capaz de inactivar al virus y mantenerlo inactivado en el término de al menos ocho horas.

“Un aspecto que me gustaría destacar de estos desarrollo es la forma en la que se integraron diferentes conocimientos para hacerlos posibles: de distintas disciplinas científicas, pero también del lado de los saberes industriales. Por eso es que prefiero hablar de vinculación tecnológica antes que de transferencia, como si el sector productivo fuera un mero receptor pasivo de lo que nosotros le trasladamos Se trata, en realidad, de un diálogo mucho más rico, que marca un camino para que la ciencia pueda ayudar a resolver problemas en nuestro país y ganar soberanía científica y tecnológica”, afirma Alvarez.

 

Un premio especial

“Aunque a lo largo de mi carrera he recibido varios premios, este es especial por dos motivos. Por un lado, porque, aunque me lo den a mí, lo que se reconoce es un proyecto de un equipo de trabajo que busca dar respuesta a una problemática sanitaria tanto nacional como mundial. Por otro, porque se trata de una distinción que apunta a revalorizar el lugar de las mujeres en la ciencia, lo que permite visibilizar ciertas desigualdades que frecuentemente se pasan por alto. Hay que decir que los embarazos y la crianza de hijos e hijas sigue retrasando las carreras de gran cantidad de científicas, y eso es algo que en general no se tiene en cuenta, al igual que las situaciones de violencia de género que se viven en distintas instituciones científicas muchas veces pasan inadvertidas. En Argentina tenemos un número muy importante de investigadoras que no se corresponde con su baja representación en los órganos de toma decisiones y gestión. En este mismo sentido, un estudio publicado en febrero por el MINCYTY muestra que las mujeres tenemos menor acceso al financiamiento que nuestro pares varones. Son cosas sobre las que todavía hay que trabajar mucho”, concluye la investigadora.

 

Para ver el video de Vera Álvarez, ganadora del Premio Nacional L’Oréal-UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”, haga click aquí

Por Miguel Faigón