CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
Todo diccionario es político: una investigadora del CONICET analiza la historia de las ideas sobre el lenguaje en América Latina
En Lengua y política (Eudeba, 2022), Daniela Lauría articula una historia crítica de los diccionarios de español de la Argentina.
“Todo fenómeno lingüístico tiene una dimensión política y todo proceso político tiene un correlato en el uso del lenguaje”, dice Daniela Lauría. Desde ese punto de partida, la investigadora del CONICET, cuyo lugar de trabajo es el Instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, se dedicó durante cinco años a estudiar los diccionarios: aquellas obras que desde el sentido común se toman apenas como catálogos de palabras ordenadas alfabéticamente, depositarios de un saber “neutro” y legitimado socialmente, pero que encierran, en sus páginas, toda una visión de mundo. “Los diccionarios son, entonces y en mi opinión, construcciones que rescatan ciertos momentos de las sociedades en las cuales se forjan y para las que están dirigidas. Se construyen con una ilusión de objetividad, discursos donde se asoman y se esconden sistemas ideológicos que activan y reproducen, y, por supuesto, también borran, omiten, silencian, determinados lugares de la memoria social”, indica la científica, que justamente por esa razón se interesó en estudiarlos.
“No todos los diccionarios son iguales. No da lo mismo tener un diccionario que otro”, advierte Lauría, que acaba de editar el libro Lengua y política (Eudeba, 2022), donde reunió sus cinco años de estudios. Para analizar los diccionarios, tuvo que tomar en primer lugar una serie de decisiones para definir el recorte temático que abarcaría: debía pensar, por un lado, con qué diccionarios del español de la Argentina trabajar; y, por otro, qué partes del texto lexicográfico analizar. En este sentido, Lauría se centró en diccionarios publicados en la segunda mitad del siglo XIX en el contexto de formación y organización del Estado nacional: diccionarios de ruralismos, de indigenismos, de regionalismos y de barbarismos. En una segunda etapa, consideró los cuatro diccionarios de argentinismos publicados en el marco del Centenario de la Revolución de Mayo. A esa serie de obras lexicográficas sumó, finalmente, los diccionarios que aparecieron en el marco del Bicentenario de la Revolución de Mayo: “En este caso, se ampliaba el alcance del análisis en la medida en que además de los tradicionales diccionarios de argentinismos, es decir, de los diccionarios que registraban el vocabulario ´propio´ y ´específico´ del país, se editó el primer y único hasta el momento diccionario integral del español de la Argentina”, asegura la investigadora.
Con dicho corpus ya definido, Lauría trabajó en dos planos. Por un parte, en los elementos que conforman el llamado paratexto como son los títulos, los prólogos, los textos preliminares, las notas, las guías de uso y los apéndices. Y, por otra parte, la lista de vocablos consignados y, en particular, algunos artículos o asientos lexicográficos socialmente significativos y sensibles a los momentos históricos estudiados como, por ejemplo, gaucho, gringo, lunfardo, malón, colonizar, entre muchos otros.
¿Cuál fue el resultado de la investigación? “Puedo resumir los resultados a los que arribé en dos grandes líneas. La primera tiene que ver con cómo se va definiendo, cómo se denomina, lo que es particular del léxico de la Argentina conforme la construcción discursiva de la nación, es decir, de lo propio, la marca de identidad, y de lo ajeno, lo otro”, señala Lauría. Además, identificó que “los diccionarios de argentinismos actualizan una memoria que reproduce los efectos de colonización en la producción de conocimiento lingüístico -con la jerarquización de una lengua central, general, hegemónica, legítima- y variedades periféricas -con sus respectivas particularidades que a veces son consideradas como pintoresquismos y en otras ocasiones directamente como desvíos o errores-, aunque se hagan notables esfuerzos por ´maquillar´ el fondo neocolonial de ciertas políticas de la lengua”.
A lo largo de su investigación, Lauría privilegió una mirada analítico-interpretativa sobre la lengua y los procesos sociohistóricos en los que aquellas tienen lugar. Y en ese sentido, una de las premisas que orientó su investigación fue marcar la dimensión política que tienen los diccionarios. “Poner el acento en la dimensión política de los diccionarios –señala- significó leer, a partir de las voces que se incluyen y, por extensión, de las que se excluyen, cómo ellos inciden en la construcción de identidades sociales, así como de modelos de ciudadanía y entidades políticas a la vez que moldea las relaciones sociales necesarias en cada instancia histórica”.
Lauría, por último, decidió no mencionar los debates en torno al lenguaje inclusivo y la posibilidad de que en un futuro este se inscriba dentro de los diccionarios. “Frente a este interrogante, tengo más preguntas o dudas que respuestas o certezas dado que se trata de un fenómeno lingüístico o, más precisamente, sociolingüístico que está ocurriendo y, que, por lo tanto, es todavía inestable”, advierte. “Creo que instituciones idiomáticas como las academias de las lenguas no van a incorporar en un futuro cercano en sus obras metalingüísticas de referencia las formas del llamado ´lenguaje inclusivo´ porque justamente sus intervenciones regulatorias apuntan a relativizar y a frenar el cambio lingüístico con el objetivo de homogeneizar la lengua y aplanar la diversidad . Pero también pienso que en los diccionarios confeccionados en forma participativa o colaborativa por lxs propixs hablantes, que están generalmente alojados en la red, sí puede suceder que se incluyan algunos usos no sexistas o no binarios porque están más cerca de las prácticas lingüísticas concretas de lxs usuarixs. Más allá de estas conjeturas, solo con el paso del tiempo podremos saber qué ocurre con este fenómeno lingüístico que es, por lejos, uno de los más investigados en la actualidad”, concluye la investigadora.
Por Cintia Kemelmajer