Para una antropología de la materialidad artística

GABRIELA SIRACUSANO

ciudad autonoma de Buenos Aires

Encuentro; II ENCUENTRO SOBRE ESTUDIOS E INVESTIGACIONES APLICADOS A BIENES CULTURALES; 2019

Insitituto Nacional de Tecnologia Industrial

La condición camaleónica de las imágenes me provocan una profunda atracción. Ni bien nos detenemos frente a ellas e intentamos someterlas a esa tiránica relación por la que se convierten en objetos poseídos por nuestros sentidos, ellas parecen respondernos con ese particular modo de filtrarse a través de la grieta de la apariencia, invitándo a sumergirnos in las profundidades de todo lo que son o de todo lo que podrían ser. Ya sea de frente o reverso, superpuestas, borrosas o definidas, las que creemos ver entre la distancia y la cercanía, las que se funden con recuerdos del futuro y me evocan sentimientos anacrónicos, las que sufrieron modificaciones estructurales o de uso, ocultas, deterioradas o dañadas ex profeso o, simplemente, las que dejaron de ser. O las que creemos que dejaron de ser, siempre están desafiando nuestros equipos mentales y sensitivos. Todas ellas, aun las imaginadas o incluso las soñadas, se asientan sobre una materia, un cuerpo. Un cuerpo que, a partir del temprano renacimiento, puso a disposición de la ilusión icónica su osamenta y su carne, o dicho de otro modo, sus soportes y sus capas pictóricas. Cuerpo que ofrece sus propias modalidades de existencia frente a un presente huidizo, revelando las huellas de un tiempo pasado, que muchas veces se impone por sobre las formas que acompañó e irrumpe con todas sus fuerzas por medio de una dinámica entrópica, haciéndonos sentir como seres melancólicos añorando un supuesto orden perdido, un tiempo homogéneo, lineal y continuo en el que las formas debieran acompañarlo con un ritmo constante, duradero, periódico, acompasado... ¿Acaso no es ese uno de los pilares que sostienen las colecciones museísticas? ¿Acaso no esperamos que esos objetos valorados por la sociedad y la cultura permanezcan indiferentes al paso del tiempo y nos muestren siempre su mejor -esto es su más estable, continua y duradera- faceta? Aun cuando Brandi nos advirtió acerca de respetar los sucesivos presentes históricos a la hora de intervenir una obra, existe con frecuencia un íntimo deseo de recuperar y privilegiar aquella instancia inaugural de su creación por sobre sus otros instantes. Algo así como extraerle al objeto aquello que pareciera guardar celosamente, ese real pasado de origen oculto en sus entrañas, a riesgo de desdeñar aquellas huellas de aquellos otros tiempos por los que transcurrió hasta el presente, o a veces simplemente fundirlas o confundirlas. Como si todos esos tiempos no pudieran convivir, como si esa condición camaleónica de los iconos que mencioné antes no fuera precisamente el testimonio y garantía de dichos tiempos coexistentes. Tiempos, instantes y cuerpos (los nuestros y los que proyectamos sobre los objetos) que permiten pensar en una antropología de la materia, de una arqueología del hacer artístico.