INVESTIGADORES
SIRACUSANO Gabriela Silvana
congresos y reuniones científicas
Título:
La paleta del espanto. Colores, imágenes y palabras en los infiernos andinos (s. XVII-XVIII)
Autor/es:
SIRACUSANO, GABRIELA
Lugar:
Madrid
Reunión:
Jornada; Jornadas Internacionales Antropología de la Muerte; 2010
Institución organizadora:
Museo de América
Resumen:
La representación de las Postrimerías ofreció a los pintores europeos la posibilidad de realizar dos operaciones encontradas: por un lado, la de mostrar visualmente una instancia temida y oprobiosa pero necesaria a los efectos de lo que la palabra de la iglesia católica necesitaba sostener y los fieles aceptar; por el otro, la oportunidad de representar una de las ideas más plásticas del repertorio iconográfico cristiano, cuya retórica visual permitía la libertad de desarrollar las formas más audaces y seductoras, modular con ingenio el espacio de representación del plano, desafiar las reglas del espacio real, junto con la aplicación de una paleta sumamente rica y variada en tonalidades y efectos lumínicos. Toda la normativa que regía para la representación de iconografías como las de Dios Padre, Cristo, la Virgen María, los santos, parecía ablandarse cuando se trataba del submundo. Allí, las adjetivaciones más arriesgadas, las sinestesias, los desbordes, la imaginación sin límites, y lo pecaminoso, se daban cita para producir el efecto deseado: generar arrepentimiento en pos de la salvación eterna. Esta premisa fue la clave del programa de las Postrimerías o Novísimos, aquellas que revelaban los cuatro últimos pasos del hombre, a saber, Muerte, Juicio final, Infierno y Gloria. Recordar estas postrimerías, tal como señalaba el Eclesiastes, era el reaseguro de un final feliz, es decir, la salvación eterna: ?Acuérdate de tus Postrimerías, y nunca jamás pecarás.? Sobre la base del temor, campesinos y reyes, comerciantes y papas, debían aceptar que todo bien apreciado en la vida terrena, se volvía en su contra, ya que de nada servirían durante este proceso. Ahora bien, cómo se articuló en Sudamérica este problema y con qué objetivos? En principio, vale la pena recordar que el proceso de posesión y evangelización del territorio americano y sus habitantes implicó la puesta en marcha de una serie de acciones tendientes a la justificación de la primera por medio de la segunda, siendo también esta última ? la evangelización- una herramienta eficaz que contribuía a garantizar el fortalecimiento de los lazos políticos y sociales entre nuevos y antiguos habitantes. Como señala Estenssoro, la cristianización era concebida para muchos ámbitos del nuevo poder político como aquella capaz de transformar o disolver las estructuras de poder indígena. ?Volverse cristiano era ser incorporado a la sociedad más que asumir un sistema de creencias?. Por otra parte, y frente a este panorama, un elemento aparecía en el horizonte de expectativas de los conquistadores como aquel que separaba las aguas entre aquellos que nunca habían conocido al Dios verdadero y aquellos que, habiéndolo conocido como descendientes de Adán y Eva, rechazaban los requerimientos de la nueva religión, negándose a sí mismos la mencionada salvación. El elemento que abría las puertas del infierno pero también contribuía a la justificación de acciones de coerción fue, sin duda, la idolatría. ?Acuérdate de tus Postrimerías, y nunca jamás pecarás.? El pecado de idolatría bien merecía volver sobre este tema. La imagen, junto con la palabra, ofrecían la posibilidad de una respuesta contundente. El infierno, con sus lenguas de fuego, la gran boca abierta del Leviatán, aullidos de dolor y hedores nauseabundos, era el escenario ideal para generar el temor necesario para desterrarlas. La representación de infiernos que podemos identificar en el período colonial de la región andina respondió, entonces, a lógicas particulares y coyunturales. Presentes en las capillas de pueblos de indios - aislados de los grandes centros poblados y reducidos para su mejor control-, estas imágenes fueron la herramienta necesaria como estrategia visual para el accionar doctrinal en aquellas zonas señaladas como proclives a la persistencia de antiguos rituales, según la mirada de los evangelizadores. Sus objetivos quedaban claros en las palabras e imágenes del aculturado Guamán Poma de Ayala: ?y en cada yglesia ayga un juicio pintado alli muestre la venida del Sor. Al juicio ? el cielo ? y el mundo y las penas del ynfierno para que sea testigo del cristiano pecador? Esta artillería visual de pecados, horror, castigo y salvación se desplegó a lo largo de varios siglos en el territorio del Virreinato del Perú en numerosos muros y lienzos de iglesias y capillas. Dentro de las más significativas, Curahuara de Carangas (Oruro, 1608-1777), Laja (s. XVII), Carabuco (1684) y Caquiaviri (1739) en el actual territorio boliviano, o Andahuaylillas (c. 1626) y Huaro (c. 1802) en el actual territorio peruano, revelan la presencia de esta iconografía, muchas veces inspirada en pinturas o grabados que acompañaban las páginas de textos circulantes, como los de los jesuitas Eusebio Nieremberg o Jerónimo Nadal. Asimismo, cabe recordar que pintores como Diego Quispe Tito y Melchor Pérez Holguín también recurrieron a esta iconografía. Esta conferencia dará a conocer las últimas investigaciones interdisciplinarias realizadas sobre un conjunto de piezas que forman parte del patrimonio artístico boliviano, investigaciones iniciadas en el proyecto UBACyt2004-F090 de la Universidad de Buenos Aires dirigido por quien suscribe, y su posterior desarrollo en el marco del CEIRCAB-TAREA de la Universidad Nacional de San Martín.