INVESTIGADORES
RODRIGUEZ Martin Gonzalo
capítulos de libros
Título:
Entrada: Ratti, César
Autor/es:
MARTÍN RODRÍGUEZ
Libro:
Diccionario biográfico estético del actor en Buenos Aires
Editorial:
Galerna
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2009; p. 354 - 356
Resumen:
La entrada describe y analiza la trayectoria de César Ratti, actor popular que conformó una destacada dupla con su hermano Pepe, luego de su debut con Jerónimo Podestá y de una larga trayectoria. Su salto al éxito lo tuvo con El movimiento contínuo (1916), de Armando Discépolo, Rafael José de Rosa y Mario Folco, personaje este último que provocaba las carcajadas del público “robándole escena” al propio Casaux. La poética actoral de César Ratti es, como en otros casos, resultado de la fusión de las técnicas del circo y de la tradición del actor popular italiano, de quien toma fundamentalmente la maquieta, modulada por otros procedimientos tales como el “latiguillo”, del cual dimos ya un ejemplo, el camelo, el furcio, la morcilla (en cuyo uso era un verdadero especialista) y el uso del idiolecto. Estas características, sumadas a otras que desarrollaremos a continuación, se convirtieron pronto en un verdadero capital actoral que le permitieron distinguirse de los actores con los cuales trabajaba: por ejemplo, imposibilitado de competir con Casaux en lo referido a la caracterización de inmigrantes (rubro en el cual era el máximo especialista), Ratti apeló al uso del latiguillo y de la morcilla que, combinados con su singular desenfado y su facilidad para comunicarse con el público, le permitieron hacerse un lugar en sus preferencias al mismo tiempo que se ganaba el encono de Casaux, que veía en él un peligro para su protagonismo. En la composición de sus personajes, tal vez siguiendo las enseñanzas de Casaux, Ratti recurría al uso exagerado del maquillaje (labios prominentes, cejas profusas, pelucas) y del vestuario (sombreros y boinas ridículas, pañuelos al cuello, sacos o pantalones excesivamente cortos o enormes, etc.) con los cuales creaba guapos, compadritos inmigrantes, provincianos o marginales con singular habilidad y en algunos pocos casos, con una relativa interioridad que provocó la admiración de ensayistas como Raúl Scalabrini Ortiz, quien destaca su trabajo en Despertáte Cipriano, sainete del autoengaño de Francisco Defilippis Novoa. Llama la atención el peculiar manejo del ritmo lento de algunos de sus personajes, que anticipan a Luis Sandrini. Tal como ocurrió con otros actores populares y aún más por centrarse en papeles que apuntaban casi exclusivamente a la comicidad como Parravicini, le granjearon el desprecio de la crítica que, aunque destacando sus dotes actorales, cuestionaban lo burdo de sus elecciones estéticas y su escasa capacidad para renovarse. En realidad el hecho de que Ratti reiterara sus procedimientos no era tanto un déficit como una respuesta a los reclamos estéticos e ideológicos de un público que gustaba de las repeticiones y quería volver a ver aquello que lo había hecho reir, gozar y conmoverse.