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María Amalia García: “Las y los investigadores en ciencias humanas enriquecemos la curaduría en los museos”

La investigadora del CONICET acaba de asumir como Curadora en Jefe del Malba.


A fines de mayo, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), anunció el nombramiento de la investigadora independiente del CONICET María Amalia García como Curadora en Jefe del museo. A partir de entonces García, una científica especialista en arte moderno latinoamericano que realizó sus investigaciones en el Centro de Investigaciones en Arte y Patrimonio (CIAP- UNSAM- CONICET), es la responsable de conducir el programa de exposiciones temporarias del museo, así como de los proyectos de conservación, investigación y difusión de la colección del Malba. También está encargada del desarrollo del contenido académico de las publicaciones editadas por Malba y de colaborar en la concepción de proyectos online.

¿Por qué un museo decidió convocar a una investigadora en artes para ser referente de sus proyectos curatoriales? La relación de García con el Malba comenzó dos décadas atrás. Ella ya había trabajado en el Malba antes de ser becaria doctoral del CONICET. Tenía 26 años y fue asistente de curaduría del entonces Curador en Jefe del museo, Marcelo E. Pacheco. “Aprendí muchísimo de esa experiencia –recuerda la científica-. Ahí entendí lo que era un museo por dentro, conocí las distintas áreas y los procesos de trabajo”. En 2003, renunció para volcarse a la investigación en CONICET, hasta que, en 2009, fue convocada para participar de la investigación para una exposición sobre dos artistas mujeres: Yente-Prati abordaba la producción de Yente (Eugenia Crenovich) y de Lidy Prati. La obra de estas artistas, fundamentalenente la de Lidy Prati, se relacionaba estrechamente con su tesis de doctorado sobre arte concreto en Argentina y Brasil. “Cuando se realizó la exposición, Prati era una artista poco desconocida; en parte esta marginalidad estaba motivada por un ámbito artístico concretista básicamente integrado por artistas hombres. Prati fue una figura central del movimiento”, dice García.

Más adelante, García recibió un apoyo del Malba para publicar su tesis por la editorial Siglo XXI. “Fue todo un camino de vínculos con la institución de la que estoy muy agradecida”, dice. Sobre la invitación actual a ser curadora en jefe señala: “Me resulta muy interesante desarrollar otros abordajes que, si bien están muy vinculados con lo académico en tanto el museo tiene como misión promover y difundir conocimiento, se dirigen a públicos muchísimo más amplios que a los que nos dirigimos como investigadores e investigadoras usualmente”.

Para García, que una institución como el Malba convoque a investigadores del CONICET para integrar su staff sucede porque “las y los investigadores, a través el desarrollo de la práctica académica y profesional, tenemos mucha experiencia en armar proyectos,  en sistematizar procesos de trabajo, en refinar hipótesis, en organizar los modos de abordar la pesquisa; en este sentido, entiendo que tenemos muchas herramientas para fortalecer el ámbito museístico”. Esto se corrobora, por ejemplo, en el nombramiento de las investigadoras del CONICET María Isabel Baldasarre y Viviana Usubiaga como Directora Nacional de Museos y Directora Nacional de Gestión Patrimonial respectivamente. Respecto de la actividad curatorial, García resalta: “Hay que apuntar a la sinergia creativa entre profesionales que provienen de la investigación y profesionales que se vinculan a la curaduría y museografía. La  articulación generosa de las ideas y conocimientos que tenemos los y las investigadores con los abordajes de los y las curadoras más anclados en la experiencia perceptiva de la exposición y en los modos de comunicación con el público es, sin duda, un camino altamente fructífero. Sin olvidar la siempre enriquecedora mirada de las y los artistas que muchas veces, además de producir obras, también se involucran en procesos curatoriales y de investigación”.

Esa riqueza y profundidad que le aporta el mundo de la investigación científica al universo de la práctica artística y museográfica se puede ver, según García, en las numerosas muestras que involucraron investigadoras del CONICET. “La exposición Transformación. La gráfica en desborde curada por Silvia Dolinko -investigadora independiente del CONICET especialista en obra gráfica- y Cristina Blanco, con patrimonio del Museo Nacional del Grabado en la casa del Bicentenario; Radical Women, la muestra que curó Andrea Giunta -investigadora principal del CONICET- junto con Cecilia Fajardo-Hill en el Hammer Museum en Los Angeles en 2017 -con itinerancias en Brooklyn y San Pablo- fue una investigación muy profunda y que aportó muchísimo al conocimiento de las artistas en Latinoamérica. En esta línea de revisión desde la perspectiva de género, es resaltable el compromiso llevado adelante por Museo Nacional de Bellas Artes con la exposición El canon accidental curada por Georgina Gluzman -investigadora asistente del CONICET- actualmente en exposición”.

García, además, adelanta que “próximamente Malba realizará una exposición de la fotógrafa radicada en San Pablo Madalena Schwartz con curaduría de Gonzalo Aguilar, que es investigador principal del CONICET, y Samuel Titan, coproducida con el Instituto Moreira Salles de Brasil. En este caso también un investigador como Aguilar, especialista en los procesos culturales brasileños, acercará su pesquisa a un público amplio y diverso a través de una curaduría sumamente atractiva por su recorte y museografía”.

García también tiene ejemplos en primera persona de muestras que curó siendo investigadora del CONICET: una es la exposición en el MoMA de Nueva York llamada Sur moderno: recorridos de la abstracción -Donación de Patricia Phelps de Cisneros organizada por Inés Katzenstein, en la cual fue convocada como curadora experta (consulting curator). Aquella muestra, centrada en el arte abstracto y cinético latinoamericano, se inauguró el día de la reapertura del museo neoyorkino, el 21 de octubre de 2019, y se extendió en exhibición –producto de la pandemia- hasta septiembre de 2020. También entre los desafíos de articulación entre investigación académica, curaduría y museografía García tiene otra experiencia reciente: la exposición Alberto Greco: ¡Qué grande sos! curada junto con Marcelo E. Pacheco y Javier Villa y con museografía de Daniela Thomas, Felipe Tassara e Ivan Rösler en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, que estará abierta hasta febrero de 2022. “Este fue un trabajo muy largo que exigió sinergia y colaboración de conocimientos y habilidades muy específicas que permitieron el desarrollo de una exposición tan compleja y atractiva como esta”, señala García.

“En esta nueva etapa que me toca iniciar en el Malba tengo ideas que vienen de mis proyectos de investigación que me interesaría desarrollar curatorialmente; artistas que me interesan y que fui trabajando en distintos proyectos vinculados a CONICET. Me gustaría mucho revisar y ampliar mi proyecto actual como investigadora del CONICET en un formato de exhibición”, adelanta García. Este proyecto se centra en las articulaciones entre el arte moderno y las culturas vernáculas; busca trazar interrelaciones entre los lenguajes artísticos internacionalizados,globalizados (el arte moderno, el arte contemporáneo) con la dimensión vernácula. En este caso, lo vernáculo es entendido como una categoría amplia y dinámica que tiene que ver con lo popular urbano y rural, las tradiciones criollas y las culturas antiguas americanas. “Ahora bien –señala la investigadora- es muy diferente el recorte de un paper que el de una exposición, si se pretende una exposición atractiva para un publico ampliado”.

Cabe destacar que cuando García fue designada, Teresa Bulgheroni, Presidente de la Fundación Malba, comentó sobre su nombramiento: “En un contexto de transformación global en el cual los museos se enfrentan al desafío de reinventarse, Malba cumple veinte años y suma a su equipo a una profesional argentina, de gran trayectoria y reconocimiento académico. Estamos muy entusiasmados con la incorporación de Marita, para liderar el equipo curatorial del museo en esta nueva etapa”.

 

La trayectoria científica de María Amalia García

En los inicios de su carrera académica, García se centró en el problema del diseño en relación a las artes plásticas. Indagó en la figura del argentino Tomás Maldonado, un referente central en ese tema ya que fue pionero del movimiento de arte concreto local, una tendencia que buscaba superar el arte abstracto en función de no abstraer elementos de la realidad sino de concentrar su búsqueda en los aspectos específicos de las artes visuales -las líneas, los colores, los planos, el espacio-. El arte concreto tuvo mucha adhesión entre los artistas en Sudamérica y García se propuso estudiar el tema en términos regionales y no circunscripto por países, como lo habían hecho las historiografías nacionales al momento. Para analizarlo a escala regional, García indagó, entre otros materiales, en las revistas como soporte clave para la difusión y proyección de estas ideas. “Si bien las relaciones entre los artistas argentinos y el constructivismo del Joaquín Torres-García en Uruguay ya había sido analizado, encontré que de los vínculos con Brasil todavía no se conocía nada”, comenta la investigadora. Entre sus hallazgos corroboró que en los mismos años tanto en la Argentina como en el Brasil hubo un interés simultáneo de los artistas por el arte concreto y valía la pena pensarlos y estudiarlos de manera articulada. Sin embargo, ambos países atravesaban contextos socio-políticos diferentes: en la Argentina la abstracción no contó durante los 40 con el apoyo institucional del gobierno peronista, mientras en el Brasil, el Estado y fundamentalmente el sector privado promovió a las nuevas vanguardias culturales.

Más adelante, en 2010, García continuó profundizando en la línea de los estudios comparativos. Tuvo la posibilidad de viajar a Paraguay y desde allí estudiar a través de materiales de archivo –fotografías, recortes de diarios, revistas- la incidencia de aquellas acciones diplomáticas que Brasil llevó adelante en términos culturales y artísticos a partir del final de la Segunda Guerra Mundial, que provocaron que Buenos Aires fuera perdiendo paulatinamente la supremacía cultural de la región. “Los artistas paraguayos históricamente habían venido a estudiar a Buenos Aires y miraban a la Argentina como paradigma sudamericano en términos culturales. Pero a partir de la segunda posguerra hubo una importante avanzada del Brasil como modelo de gestión cultural y educativa que hace que se produzca una fuerte tensión en las hegemonías regionales”, explica García.

A la experiencia en Paraguay le siguió una estadía en Colombia. “En general existe una tendencia al estudio circunscripto por países –profundiza la investigadora-. A mí lo que me interesó siempre fue poner en relación las proximidades entre los fenómenos del arte moderno en los distintos los países y analizarlos en función de marcos teórico-metodológicos comparativos. El estudio comparativo permite no recortar artificialmente los acontecimientos: los artistas viajan, se relacionan, trabajan en función de los mismos intereses, comparten referentes, ideas”. García profundiza en torno a la idea de que en materia cultural los fenómenos no se cierran en un límite geográfico nacional. “Las historias regionales hacen especial énfasis en los contactos, viajes, exilios, publicaciones, exposiciones, etc. con el fin de construir un relato más amplio y no circunscripto a un recorte por países que, en muchos sentidos, es artificial para los fenómenos de la cultura. Yo creo que, para nosotros los que hacemos investigación, es una ganancia en términos de amplitud de lectura”.

Por Cintia Kemelmajer