CICLO DE ENTREVISTAS CONICET

“En el peregrino, la motivación tiene que ver con vivir esa experiencia de fe”

Cada 25 de septiembre el santuario de San Nicolás congrega a miles de fieles, un investigador estudia sus prácticas y formas de experimentar lo sagrado. Apuntes para una nueva cartografía de las religiones


Fabián Flores es geógrafo e investigador del CONICET en la Universidad Nacional de Luján, y desde hace siete años estudia mapas fuera de lo común, que representan los espacios materiales e inmateriales que son los centros religiosos de la Argentina. Recientemente publicó un análisis en el que desde la geografía cultural lee el fenómeno de peregrinación religiosa que envuelve año a año a la ciudad de San Nicolás en la provincia de Buenos Aires.

¿Cómo comenzó su interés por las peregrinaciones religiosas?

Tanto en mi carrera de grado como en mi doctorado, trabajé sobre grupos que suelen clasificarse como minoritarios en el campo religioso argentino, sobre todo los Adventistas del Séptimo Día, y en cómo se asentaron en Entre Ríos. Pero después empecé a interesarme más en la cuestión de cómo lo sagrado organiza los territorios y empecé a pensar lo urbano en clave religiosa.

¿Qué magnitud tienen actualmente estas movilizaciones?

Los números son bastante llamativos. Según una encuesta que hizo el Ministerio de Turismo de la Nación en el 2006 hubo casi 150 mil desplazamientos por motivos religiosos, concentrados mayoritariamente entre los meses de diciembre y enero. Respecto a la distribución territorial, se centraron principalmente en el norte, seguido por el litoral y la región central. En el caso de San Nicolás, si bien no hay cifras concretas, es notable el crecimiento del fenómeno.

¿Y cómo llegó a San Nicolás?

Buscando en las transformaciones más recientes en torno a los centros religiosos del país surgió esta cuestión de San Nicolás. Porque esta ciudad irrumpe y redefine el mapa de santuarios y peregrinaciones, y rápidamente se posiciona como el segundo sitio más visitado en viajes por destino religioso, en un campo donde las devociones aparecían marcadas por las tradiciones de los siglo XVII a XIX, como la virgen de Luján o la de Itatí, en el Noreste.

¿Qué le llamó más la atención de ese proceso de sacralización?

San Nicolás tiene además la particularidad de haber sido antes “la ciudad del acero”, porque allí estaba la planta de Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA), y con la privatización y desplazamiento del principal centro laboral, la ciudad sufrió grandes cambios territoriales y sociales. Entonces me interesó analizar cómo se dio la emergencia de la ciudad religiosa en el contexto de la caída de esa impronta industrial donde la pertenencia estaba construida en relación a ese espacio material y simbólico del acero.

¿Cómo hizo para estudiar un fenómeno tan amplio?

Al comienzo analicé la patrimonialización de San Nicolás, es decir, el proceso de apropiación e institucionalización del fenómeno mariano que es la aparición de la Virgen María ante los ojos de un fiel. Gladys Quiroga de Motta recibió esta visión en septiembre de 1983 y a los dos meses ya la Iglesia Católica reconoce este fenómeno y conduce, junto a la municipalidad, la constitución de San Nicolás como “la ciudad de María”.

¿Cómo se relaciona esa geografía con el análisis cultural en su trabajo?

El caso de San Nicolás me sirvió para estudiar las nuevas formas de vivir lo religioso. La peregrinación es única, en tanto forma de experimentar la fe. Pero no todas las peregrinaciones son iguales, ni todos los grupos lo hacen de la misma manera. Mi trabajo de campo fue experiencial, de crear un vínculo con los sujetos que entrevistaba. Buscaba acceder a los paisajes invisibles detrás de la materialidad del santuario a través de relatos, que son narrativas espaciales.

¿Qué preguntas hizo para reconstruir ese espacio?

Me pregunté qué pasaba con los sujetos durante la peregrinación. Una manera de enfocar esto era bajar a las prácticas para conocer qué es lo que hacen esos sujetos en esos espacios. Para estudiarlos como peregrinos articulé dos criterios. Uno es la motivación, qué razón los mueve para peregrinar; y otro es qué práctica despliegan en torno a esto. En el peregrino, la motivación tiene que ver con vivir esa experiencia de fe y muchas veces desarrolla otras prácticas que no tienen que ver solamente con las prácticas peregrinas.

¿En qué vio reflejadas estas particularidades?

Puede haber una persona que ingrese arrodillada al santuario, reza y vive esa experiencia profunda de fe, pero después sale de ahí, va a tomar mate y compra un recuerdo. Otro ejemplo son los peregrinos de la juventud que entran saltando y cantando canciones de hinchada, lo que sería una práctica más de tipo secular  para un espacio como ese. En mi investigación busqué mostrar la complejidad de este fenómeno y por eso elegí trabajar la cuestión concreta de las motivaciones y las prácticas, rompiendo la dualidad de peregrinos por un lado y turistas por el otro. Hay que pensar la peregrinación en términos de heterogeneidades.

Formación

Fabián Claudio Flores es geógrafo y doctor en Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Nacional de Luján (UNLu). Actualmente se desempeña como investigador adjunto del CONICET en la misma universidad.

  • Por Lucila Espósito
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  • prensa@conicet.gov.ar
  • Sobre Investigación
  • Fabián Flores
  • Adjunto
  • Departamento de Ciencias Sociales – Universidad Nacional de Luján