MI CAMINO A LA CIENCIA
“Como científica siempre quise mejorarle la vida a las personas”
La física del CONICET, Isabel Irurzun cuenta que desde muy chica supo que quería dedicarse a la investigación científica.
Siempre curiosa, en su infancia y adolescencia, buscó las formas de saciar sus dudas: museos, bibliotecas, libros y revistas, cursos y conferencias fueron fundamentales para canalizar inquietudes muy tempranas. Tal es así que desde chica supo que quería ser científica y todo su esfuerzo estuvo orientado a alcanzar la meta de ser investigadora lo antes posible. ¡Y lo logró! Hoy, Isabel María Irurzun es investigadora del CONICET, profesora en la Universidad Nacional de La Plata y trabaja en el Centro de Simulación Computacional para Aplicaciones Tecnológicas (CSC,CONICET) donde se alojan y administran las computadoras más potentes del país.
Irurzun se perfeccionó en temas de fisicoquímica, un campo de estudio entre la física y la química que describe los fenómenos físicos al nivel de los átomos y las moléculas. Su campo de estudio es la Física de los Sistemas Complejos, un tema que abarca la descripción de muchos fenómenos diferentes que involucran macromoléculas, que son los componentes de los plásticos, por ejemplo, pero también de muchos otros materiales como las gomas, la celulosa que forma parte de las paredes de las células vegetales y el colágeno, una proteína que está en la piel. También estudió reacciones químicas, superficies, poblaciones, señales fisiológicas.
Guías en el proceso de aprendizaje
Sus padres la impulsaron mucho hacia el conocimiento. “Mi papá me enseñaba sobre las estrellas, sobre todo las constelaciones, los colores de las estrellas, el sol, los planetas”, detalla la investigadora, y recuerda que en su casa había una serie de fotos de un eclipse total de sol que había sacado su abuelo y también del cometa Halley cuando pasó cerca de la Tierra en 1910, instancias que fueron despertando su curiosidad.
Irurzun cree que “para aprender solamente hay que buscar y moverse, hay que preguntar y pedir ayuda, no quedarse solo. Así se aprende mejor”. Y en ese trayecto valora, en su experiencia, la orientación de quienes considera sus guías: padres y profesores.
El camino que la trajo hasta aquí
Cuando tenía 13 años empezó a estudiar en la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía en Parque Centenario. En uno de sus tantos paseos visitó el reactor nuclear en el Centro Atómico Constituyentes. Más o menos a los 16 estaba estudiando la teoría de la relatividad de Albert Einstein. Hizo la escuela secundaria en un colegio industrial y allí varios profesores fueron determinantes en la orientación de su carrera. Sin embargo, la decisión por estudiar Física la tomó luego de escuchar a Ilya Prigogine, un científico prominente que ganó el Premio Nobel de Química. “Dictó una conferencia en la Universidad de Buenos Aires y fui a escucharlo, ahí me decidí a estudiar Física”, sentencia Irurzun.
“Supe del CONICET en el segundo año de la facultad, yo hablaba mucho con mis profesores, preguntaba qué cosas se podían hacer, trataba de participar en todo lo posible y algunos me dieron libros y artículos para leer, me llevaron a institutos de investigación y me ayudaron a conocer otras personas, iba a charlas y conferencias por todos lados” relata la científica. A su vez, destaca que en su vida de estudiante pasaba el mayor tiempo posible en la facultad: iba a la biblioteca, al buffet o simplemente entraba en un aula cualquiera, escuchaba una clase o iba a un laboratorio. Para la investigadora, “el ambiente académico es el lugar propicio para preguntar y participar. Se trata de un espacio colaborativo donde la participación es bienvenida”.
La investigación científica se traduce en desarrollos tecnológicos
Irurzun dirige el Grupo de Sistemas Complejos en la unidad en la que trabaja, formado por otros investigadores, tesistas de doctorado y alumnos de distintas facultades. “Dentro de la Física de Sistemas Complejos los temas de investigación van cambiando de acuerdo con el interés de los miembros del grupo -explica la científica-, por ejemplo, ahora estamos construyendo un marcapasos nuevo, que incluye la variabilidad del ritmo cardiaco en el proceso de estimulación. Este invento implica el desarrollo de tecnología nueva, que puede exportarse”. Por otra parte, están desarrollando “un instrumento para que los médicos puedan diagnosticar más temprano enfermedades cardíacas, y dispositivos que permitirán mejorar el desempeño en el deporte. Estos últimos son dispositivos basados en tecnología IOT (“Internet de las cosas” por sus siglas en inglés); también se puede exportar”, enfatiza.
En los últimos años, además, desarrollaron algoritmos que permiten monitorear el avance de la enfermedad de Chagas que, según cuenta la especialista, “es una enfermedad desatendida, porque afecta a población pobre y marginal y los médicos tienen pocas herramientas para tratarla. Sin embargo tiene un impacto económico enorme porque afecta la capacidad productiva de la sociedad”.
Dimensión humana de la investigación
“Yo soy científica y mi trabajo es estudiar y comprender aunque sea una partecita del mundo, saber cómo son las cosas”, explica y, al respecto, recuerda que cuando empezó a estudiar sistemas complejos y fractales hace veinte años, no sabía muy bien para qué podían servir. Sin embargo hoy, con el conocimiento adquirido, reconoce que puede mejorar la vida de las personas, algo que asocia a la profesión de sus padres como médicos y la vocación de servicio que primaba en su casa.
Irurzun considera que el sentido de su quehacer científico se lo dan los valores de la sociedad en la que vive. De allí que encuentra en la investigación científica una herramienta para resolver problemas y plantea que “el problema particular lo establecen las personas, las sociedades, que son finalmente las que establecen la dimensión humana de la investigación”. En síntesis, la investigación científica “es una poderosa herramienta para cambiar la vida de las personas, desarrollar tecnología y modificar el ambiente”, subraya la especialista.
El rol de la divulgación científica
“Yo creo que la sociedad debe conocer las posibilidades del desarrollo científico, porque la afecta”, manifiesta la investigadora y, además, estima que “debe ser capaz de utilizarlo de la forma en que lo considere necesario y adecuado. Debe ser capaz de decidir sobre su uso”. Por eso, plantea que además de divulgar la ciencia, “se deben establecer ámbitos de discusión filosófica, social, humana que permitan proyectar las consecuencias de los hallazgos científicos, de los avances tecnológicos y tomar decisiones fundamentadas, basadas en información”.
Reflexión mundialista
“A mí me gusta comparar la carrera de un científico con la de un jugador de fútbol. A veces vas a ganar partidos, pero muchas veces no. Te vas a pasar más tiempo entrenando que en los campeonatos. Messi jugó cuatro mundiales antes de ganar el quinto. Para ser un buen jugador de fútbol, te tiene que gustar jugar a la pelota”, reflexiona la investigadora y concluye: “Es tu meta, sos vos el que decide dónde está la línea de llegada”.
Isabel Irúrzun forma parte de la actividad Ciencia en Juego del Programa VocAr, que tiene como objetivo iniciar un diálogo entre estudiantes y personas que se dedican a la investigación científica en el que todas las inquietudes, reflexiones y comentarios son bienvenidos. Se trata de una serie de etapas sencillas luego de las cuales los y las estudiantes entrevistan al científico elegido. Entonces, ¿qué se le puede preguntar a la científica o científico? ¡Lo que quieran!
Por Florencia Verrastro