PROGRAMA CIENCIA Y JUSTICIA

Claudia García Bonelli: la señora de las normas de calidad

Personal de Apoyo del CONICET desde hace 36 años, se incorporó al flamante programa Ciencia y Justicia para armonizar normas de calidad en laboratorios forenses


No tomar alcohol. No fumar. Conducir a baja velocidad. Las normas podrían ser un sustituto perfecto a contar ovejitas cuando el sueño no llega, porque ¿quién de nosotros estaría dispuesto a mantener una charla sobre normas y no pensar que no morirá –de sopor- en el intento? Salvo que seamos abogados, hay pocas chances de que pensemos que la conversación se pondrá interesante. Pero Claudia García Bonelli es, justamente, la excepción a la norma. Bioquímica, licenciada en Análisis Clínicos, miembro de la Carrera del Personal de Apoyo del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) desde hace 36 años, trabaja como Responsable de Calidad en la Plataforma EBAL y su lugar de trabajo es el Departamento de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), 3ra Cátedra de Farmacología, y se especializa en aplicar normas, pero de calidad en ámbitos científicos -en el ambiente la llaman, de hecho, “la señora de las normas de calidad”-. Por su experticia, es uno de los miembros del recientemente lanzado Programa de Ciencia y Justicia del CONICET, cuyo objetivo es asesorar científicamente a los laboratorios judiciales para mejorar el sistema.

“Aplicar una norma de calidad –dice ella- no tiene que ser aburrido. La clave está en entender para qué se aplica, cuál es el beneficio”. La función de Claudia en el programa es asesorar a los laboratorios que trabajan con la Justicia para que, paulatinamente, adopten normas de calidad a sus ensayos: que registren de forma documental cada paso que dan.

 

Ser confiables

Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de aplicar normas de calidad? Veamos un ejemplo hipotético. Cuando en un laboratorio llega una muestra para analizar, el resultado se determina a través de un equipo. Vale preguntarse: ¿el equipo está calibrado? Y hacia atrás: ¿la muestra que se cuantificó estuvo guardada adecuadamente? ¿Dónde? ¿En una heladera? ¿Estaba controlada la heladera? ¿Dónde se pesaron los estándares? ¿Estaba calibrada la balanza? Se utilizó una pipeta para los ensayos: ¿estaba calibrada? Documentando la respuesta de todos esos pasos, se logra calidad: significa que los ensayos se pueden permitir tal cual, por ende son técnicamente confiables.

Si aplicáramos normas de calidad al hecho de cocinar una torta, en la  vida ordinaria, sería igual: escribiríamos que necesitamos ciertos ingredientes, ciertos reactivos, ciertos profesionales que sepan cocinar, necesitaríamos la cocina, el gas, el molde. Todo aparentemente obvio, pero al desglosarlo surge la posibilidad de que cualquier persona ajena al experimento pueda repetir la experiencia sabiendo qué se hizo en cada paso. Con un ensayo –forense o de cualquier otro tipo científico- sucede exactamente igual. Según explica la experta, documentar todo favorece la “trazabilidad” de una muestra: permite conocer el recorrido que realizó desde que ingresó al laboratorio hasta que salió el resultado, y darle mayor validez a lo realizado.

¿Cuál sería el beneficio, entonces, de aplicar normas de calidad a un ensayo? En el caso de  los ensayos forenses, los convertiría en técnicamente válidos, reproducibles y con evidencias documentales de lo que se hizo.

Según apunta Claudia, el recorrido para que un laboratorio adopte normas de calidad puede llevar aproximadamente un año. Su plan de trabajo en el Programa de Ciencia y Justicia es justamente asesorar para que apliquen las normas a los laboratorios del CONICET que ofrezcan servicios a instituciones de la Justicia.

 

Calidad con experiencia

El recorrido de Claudia que la llevó a especializarse en calidad fue fortuito. Cuando se recibió de bioquímica, tenía claro que quería dedicarse a la investigación. En 1980 ingresó al CONICET como CPA en un instituto de Farmacología del CONICET, trabajando en HPLC -cromatografía líquida de alta presión-, un sistema para separar y medir sustancias en muestras que requiere mucha precisión, y por ende, calidad. Por su tarea, de manera casi intuitiva, su curiosidad la llevó a interesarse en cómo integrar la calidad a los laboratorios donde se hacían ensayos.

Hace algunos años se integró con sus normas de calidad en el EBAL, donde hacen ensayos preclínicos con animales de laboratorio que crían en un bioterio, para dar servicios a la industria farmacéutica, veterinaria y cosmética, aplicando allí Procedimientos Operativos Estandarizados (POE) y BPL (Buenas Prácticas de Laboratorio).

En 2005, el Organismo de Acreditación Argentino (OAA) la nombró como Experta Técnica de normas de calidad en HPLC. El organismo identifica personas que saben de alguna tecnología y de calidad, y los convocan  para que evalúen desde afuera, como un tercero, las normas que quieran acreditar los laboratorios, como las ISO”, explica Claudia. ISO es una organización internacional de estandarización de normas de calidad. Aplicados en laboratorios, la norma –que hasta ahora es de carácter voluntario, es decir que un laboratorio la adopta por propia decisión- se llama ISO 17025. Claudia apuesta a que en un futuro, adherir a las normas de calidad sea una obligación. “Como pasó con la prohibición de fumar en lugares públicos: se fue extendiendo tanto que terminó siendo ley”.

 

Camino a la excelencia

Hasta ahora, en Argentina, hay varios laboratorios privados acreditados con normas de calidad, pero pocos laboratorios –públicos- del CONICET. “Acreditar –dice Claudia- es un camino, no es de un día para el otro. Es un proceso caro, trabajoso, y como no es obligatorio hace que la gente no se suba”.

¿En qué deriva esa falta de laboratorios acreditados, por ejemplo, en los casos judiciales que requieren servicios científicos? Según apunta Claudia, en todos los casos en donde surgen las dudas, es porque no se aplicaron normas de calidad al procedimiento. “Cuando escucho que ponen un perito de parte que `embarra la cancha`, pienso siempre lo mismo: si hubiesen tenido un soporte documental y un compromiso desde la dirección del laboratorio para tener gestión de calidad, no hubiera habido hueco. Es inevitable”.

Para Claudia, la mayor fortaleza del Programa Ciencia y Justicia es que va a permitir aplicar normas de calidad para dar un mejor servicio a la Justicia, y por ende, para que mejore la Administración de Justicia. “Y si se mejoran las pruebas sería más ágil y la Justicia tendría mayor calidad”, se entusiasma. El objetivo de su intervención será promover acciones preventivas y correctivas en los laboratorios que asistan a la Justicia para que no fallen sus ensayos: “La calidad es una filosofía de trabajo para llegar a un producto final válido. Las normas te orientan y te permiten registrar el seguimiento del ensayo: que sea una muestra univoca e inequívoca. El objetivo –asegura Claudia- es la mejora continua”. Nada más, y nada menos.

 

Antecedentes

El primer antecedente de Claudia en asistencia en normas de calidad en laboratorios forenses fue en 2011 en el Servicio de Huellas Genéticas Digitales de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, dirigido por el Dr. Corach y un equipo profesional de excelencia que participa de rondas con otros laboratorios del mundo, trabajan a ciegas y evalúan o son evaluados para ver si sus resultados están cercanos al valor verdadero –llamados “programas de calidad externa”. Ellos, además, están transitando el proceso de acreditación.

También hizo lo propio en CENPAT. Claudia, por medio de la Oficina de Vinculación Tecnológica del CONICET, viajó por primera vez a Puerto Madryn en 2013 para asesorar al Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET) dirigido en ese momento por la Dra. Mirtha Lewis y el Dr. Rolando Gonzalez.“Con los dos colaboré en la implementación de los sistemas de calidad en laboratorios con actividades forenses”, rememora Claudia.

En ambos casos, más allá de asesorar, Claudia recuerda que encontró dos servicios muy documentados. “Están en el buen camino de la acreditación –asegura la experta-. Será los primeros en genética que van a estar acreditados del CONICET”.

En el CENPAT, Claudia dice que también se encontró con un compromiso por la calidad que estaba plasmado antes de darles la charla. “Estaban comprometidos con trabajar con documentos, hasta hice una auditoría interna de trabajo. Vi un gran compromiso con la calidad que les permite dar este tipo de servicios, inclusive servicios forenses, entre otros, del Dr. Basso, que le da servicios forenses a la provincia de Chubut. Sin darse cuenta tiene un sistema de gestión de calidad, y a partir de nuestras charlas avanzaron más”.

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