CIENCIAS AGRARIAS, INGENIERÍA Y MATERIALES
Un investigador viaja a Nepal para colaborar en el 6º informe internacional sobre cambio climático
Se trata de Pablo Peri, que fue convocado como experto por su trayectoria en temas de calentamiento global.
¿Qué magnitud de gases se están liberando al medioambiente? ¿Cómo estamos utilizando los recursos naturales los seres humanos? Los efectos del cambio climático son un objeto de estudio inminente para científicos de todo el mundo: por eso, del 14 al 19 de julio, especialistas de todas las nacionalidades se reunirán en Nepal, con el objetivo de producir el sexto informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) sobre el tema. El informe se publicará en diciembre de 2020 y es elaborado por centenares de científicos y expertos que se ocupan de relevar, actualizar la información y predecir las consecuencias de lo que está sucediendo a nivel climático en el mundo cada dos años. Dentro del panel de expertos, el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Pablo Peri fue convocado para ser parte de la confección del capítulo referido al impacto del cambio climático en el continente americano y las sugerencias para mitigarlo.
“Serán jornadas muy intensas –dice el científico, que se desempeña en el Centro de Investigaciones y Transferencia (CIT) Santa Cruz, pronto a partir rumbo a Asia-. Habrá dieciséis grupos de trabajo simultáneo y asambleas para volcar los resultados. Es un tema controvertido, porque están desde los que estudian los índices del cambio climático, pasando por los que proponen una adaptación tecnológica y el diseño de estrategias para no emitir tantos gases y adaptarse al cambio climático, hasta los que sostienen que `el daño ya está hecho, mejor no hagamos nada`.
Carbono: en busca del tiempo perdido
La convocatoria de Peri como experto para el informe del IPCC no es azarosa. El científico lleva a cuestas una larga trayectoria ligada al estudio del cambio climático y sus últimas dos publicaciones científicas, y las que tiene próximas a publicarse, van en ese sentido. Uno de esos papers, que lo tuvo como primer autor, salió en marzo en la Revista Nature y revela el trabajo que lleva adelante junto con una Red Permanente de Monitoreo de Ecología y Biodiversidad (Red PEBANPA) desde hace dieciséis años en más de 300 parcelas ubicadas entre Santa Cruz y Tierra del Fuego junto al Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC). Allí hay desde predios boscosos hasta arbustales, humedales y estepa graminosa. Un grupo de científicos liderados por Peri y el investigador del CONICET Guillermo Martínez Pastur analizaron el uso ganadero y el aprovechamiento forestal del bosque nativo. “A partir del contenido de carbono de esos suelos, pudimos relacionar ese indicador con especies de plantas en peligro de extinción. Es decir que diseñamos una metodología para prevenir la futura pérdida de especies”, explica.
El carbono en los suelos juega un papel central en el clima y en la producción: más del 80 por ciento del carbono de los ecosistemas está allí. ¿Cuáles son sus virtudes? El carbono en el suelo provee de nutrientes, regula el balance hídrico de los suelos y determina la productividad de los ecosistemas y cultivos. Prácticas inadecuadas como el sobrepastoreo de pastizales, o las talas indiscriminadas en bosques, determinan pérdidas en el carbono del suelo que no hay otro modo de remediar más que con acciones de restauración y tiempo, que en algunos casos son cientos de años.
“Es un problema mundial: la desertificación provocó que perdamos la capacidad de producir, la pérdida de miles de especies, de millones de hectáreas”, dice Peri, y advierte que para el estudio relevaron unas quince especies de plantas. “El carbono no solo es importante para mantener la producción y un efecto beneficioso en un marco de cambio climático, sino que, como indicamos en este paper, conservar el carbono en el suelo también permite evitar perder especies en peligro de extinción”.
En el paper se alienta prácticas de ganadería sustentable. “Ajustar la carga para no sobrepastorear hace que el carbono en el suelo se mantenga”, indica Peri. “Entonces, desde un esquema productivo, conviene mantener el carbono ajustando la carga, porque además sabemos que mantenemos especies que pueden tener peligro de extinción. Y si vamos al tema de bosques, sugerimos el aprovechamiento de nuestro bosque nativo: donde obtenemos madera, por ejemplo, hacerlo de una manera que se pueda sostener la regeneración para mantener los principales servicios ecosistémicos como el contenido de carbono en el suelo. Por eso la propuesta es generar actividades productivas cuidando el carbono del suelo, que se decida hacerlo de forma sustentable, y así además se mantienen la diversidad de especies en peligro de extinción”.
Para mantener el carbono en el suelo, también, existen estrategias globales: la huella de carbono es un índice que se detalla en el etiquetado de ciertos productos –se utiliza sobre todo en el mercado europeo- y permite saber cuánto uso de dióxido de carbono se utilizó para producirlo. “Nosotros venimos estudiando cuántos gramos de dióxido de carbono se utilizan por kilo de cordero y también de lana, y así con todos los productos: cuanto menos dióxido consumís para obtener un kilo de producto, desde el punto de vista del cambio climático y la huella de carbono, es mejor”, dice Peri.
Volviendo al tema de su paper, para Peri, la conservación de los suelos a través de las estrategias sustentables derivará no solo en que subsistan las diferentes especies de animales relacionadas con él –insectos, plantas, aves-, sino que también redundará en beneficios directos para el ser humano: “Cuando decimos pérdida de especies de plantas yo me refiero también a la utilidad que esas plantas nos pueden dar en los seres humanos –advierte el científico-: en otro de nuestros trabajos, por ejemplo, explicamos cómo a partir de la extracción de antioxidantes de las hojas del árbol de ñire (Nothofagus antárctica), que es un árbol bajo que crece más bien en una zona seca, está siendo evaluado en la prevención de la proliferación de células cancerígenas de colon. Entonces, si hubiésemos perdido esa especie, hubiésemos perdido la oportunidad de generar una herramienta para curar este tipo de cáncer. Eso demuestra que el enfoque de la conservación no es en abstracto, sino que es muy práctico y al servicio de la sociedad”.
Colaboración internacional
En mayo de este año, el grupo de Peri también participó de un paper en el que articularon su trabajo desde la Patagonia con más de doscientos laboratorios a nivel mundial, conducidos por la Universidad de Standford, que también fue publicado en Nature. “En ese trabajo se lograron los primeros mapas mundiales de las micorrizas, que son hongos que se asocian a las raíces finas de los árboles. Este trabajo contempló más de 1.200.000 mil parcelas, de todos los bosques del mundo, con 28 mil especies. Los laboratorios estudiamos esta relación entre los hongos, que producen energía, y los árboles aumentan la capacidad de absorción de agua y nutrientes. Lo que nos preguntamos fue cómo el cambio climático podría afectar esta relación entre hongos y raíces. Y vimos que en los lugares fríos, como nuestra Patagonia, el aumento de 2 a 3 grados centígrados en la temperatura del aire para 2070 debido al cambio climático, como se predice, generaría un efecto negativo en esa relación: disminuiría un 10 por ciento el carbono del suelo. Eso aumenta el efecto invernadero, a su vez”, explica el científico.
El grupo de Peri está confeccionando, además, otro trabajo que analiza la situación del carbono del suelo en el mundo y que se publicará pronto. Los primeros datos les indican, por ejemplo, que si un bosque nativo se tala para convertir ese suelo en un lugar para cultivo, a nivel mundial se pierde el 15 al 42 por ciento del contenido de carbono en el suelo. O que en lugares donde había cultivos y luego se hicieron plantaciones forestales de pinos, eucaliptus o álamos, en treinta años se recupera hasta el 22 por ciento del carbono del suelo. “La situación del carbono del mundo a futuro depende de lo que decidan los gobiernos y los productores, de cómo se use el suelo”, concluye Peri, a días de partir hacia Nepal.
El IPCC es un órgano internacional creado en 1988 bajo la esfera de Naciones Unidas con el objetivo de evaluar los conocimientos científicos relativos al cambio climático, estimar sus potenciales repercusiones medioambientales y socioeconómicas, así como analizar alternativas para adaptarse al mismo y atenuar sus efectos
Desde su creación hace tres décadas el IPCC pública periódicamente informe de evaluación (IE) – el quinto y último de ellos en 2014 – que examinan la más reciente evidencia climática y sirven de apoyo para las negociaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Los autores de las evaluaciones son seleccionados por las mesas de los grupos de trabajo en los que se divide el panel a partir de nominaciones de realizadas por los diferentes gobiernos de los 195 países miembros.
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Datos para acceder a los papers:
PERI P.L.; LASAGNO R.; MARTÍNEZ PASTUR G.; ATKINSON R.; THOMAS E.; LADD B. (2019) Soil carbon is a useful surrogate for conservation planning in developing nations. Scientific Reports – Nature 9: 3905. https://doi.org/10.1038/s41598-019-40741-0.
STEIDINGER B.S.; CROWTHER T.W.; LIANG J.; Van NULAND M.E.; WERNER G.D.A. (…); PERI P.L. et al. (2019) Climatic controls of decomposition drive the global biogeography of forest tree symbioses. Nature 569: 404-408. DOI: 10.1038/s41586-019-1128-0