CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

Un equipo del CONICET estudió el papel de los anticuerpos en el desarrollo de un virus que afecta a menores de un año

El Virus Sincicial Respiratorio causa cuadros como neumonía y bronquiolitis y afecta a más de treinta y tres millones de niños por año en el mundo.


El Virus Sincicial Respiratorio (VSR) afecta principalmente a bebés menores de seis meses. Se manifiesta con cuadros como bronquiolitis y neumonía y causa casi cuatro millones de hospitalizaciones y más de cien mil muertes en niños menores de cinco años por año en el mundo. En Argentina, causa anualmente un tercio de las muertes de niños menores de un año. Además, contraer este virus puede predisponer al desarrollo de broncoespasmos recurrentes y asma. Como se contagia por contacto directo o a través de las secreciones respiratorias que se diseminan al toser o estornudar, las medidas preventivas para combatirlo incluyen el lavado de manos, la limpieza de superficies, la ventilación de ambientes y la recomendación de cubrirse la boca al toser. Pero en los últimos años, a estas estrategias se les sumaron dos productos farmacéuticos: una vacuna que se da la embarazada entre la semana 32 y 36 de gestación y le transmite anticuerpos al bebé para protegerlo en sus primeros seis meses de vida –y acaba de ser incorporada en el calendario nacional por el Ministerio de Salud-, y un anticuerpo monoclonal, que puede aplicarse desde el nacimiento. Para escudriñar los efectos de dichos anticuerpos, especialistas del CONICET y del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez (HNRG) de la Ciudad de Buenos Aires realizaron un estudio sobre una población de casi sesenta bebés. El resultado acaba de publicarse en la revista Vaccine.

Niveles de anticuerpos contra las conformaciones de la proteína de fusión del virus sincicial respiratorio y la falta de asociación con la enfermedad que compromete la vida en lactantes previamente sanos, se llama el artículo publicado, cuyo trabajo fue liderado por Eduardo López, Jefe del Departamento de Medicina del HNRG. Los estudios de laboratorio fueron coordinados por la científica del CONICET Laura Talarico y el enrolamiento clínico fue coordinado por Martín Ferolla, médico e infectólogo pediátrico del hospital. El estudio comprendió 58 pacientes menores de un año de edad previamente sanos, que se infectaron con VSR y fueron internados en el HNRG entre los años 2017 y 2019, período en el cual todavía no estaba disponible la vacunación contra VSR en embarazadas.  La edad promedio de los bebés enrolados fue de tres meses. Lo que los especialistas quisieron evaluar fue la respuesta inmune frente a una proteína específica del virus, que presenta dos conformaciones o estados.

“El VSR posee dos proteínas en su superficie, la proteína de fusión (F) y la proteína de unión (G), que son los blancos principales responsables de la producción de anticuerpos. La proteína F posee dos conformaciones o estados, la conformación de pre-fusión (pre-F) y la de post-fusión (post-F), que se adoptan durante la infección viral al insertarse el virus por la membrana de la célula hospedadora”, explica Talarico. “Nuestro objetivo fue evaluar la IgG sérica contra las conformaciones pre-F y post-F de la proteína de fusión F del VSR y su asociación con la enfermedad por VSR con compromiso de vida en lactantes previamente sanos. Comparamos los niveles de anticuerpos que unen a cada una de las conformaciones al ingreso al hospital para evaluar en qué medida protegen a los bebés frente a las manifestaciones potencialmente mortales del virus y cuál es su evolución en la etapa de recuperación.”, indica en tal sentido Talarico.

En estudios recientes, explica Eduardo López, se determinó que los anticuerpos específicos contra la conformación pre-F, que es el principal componente de la vacuna recientemente aprobada para embarazadas, son más protectores frente a la infección por VSR. “El uso de anticuerpos monoclonales contra pre-F, como el Nirsevimab, aplicados en el recién nacido, también proporcionan un importante nivel de protección frente a la infección y las hospitalizaciones por VSR”, asegura López.

“Nuestra hipótesis inicial era que los niveles de anticuerpos específicos contra pre-F poseían capacidad neutralizante y que los niños con menores niveles de estos anticuerpos presentaban cuadros de enfermedad más graves”, señala Florencia Bonnin, becaria doctoral del Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT) y primera autora del trabajo. “Estudiamos si había alguna asociación entre los niveles de anticuerpos específicos contra pre-F y post-F y los anticuerpos neutralizantes con la gravedad de la enfermedad, la edad del paciente y la carga viral. Se compararon los niños que desarrollaron una enfermedad con riesgo para la vida, que necesitaron terapia intensiva y requirieron asistencia respiratoria mecánica con aquellos que, si bien se internaron, tuvieron una mejor evolución”, agrega el médico Martín Ferolla.

A partir del estudio, los científicos comprobaron que los niveles de anticuerpos específicos contra pre-F presentaron capacidad neutralizante, pero, a diferencia de lo esperado, no protegieron frente a la enfermedad con compromiso de vida por VSR; “es decir que los niveles de anticuerpos fueron similares en ambos grupos de gravedad. Asimismo, encontramos que los niños menores de dos meses presentaron anticuerpos contra pre-F en la fase aguda de la enfermedad, pero estos anticuerpos, transferidos al bebé de una madre no vacunada, no protegieron frente a la enfermedad con compromiso de vida. Además, no observamos una relación entre los niveles de anticuerpo específicos contra VSR y la cantidad de virus en las secreciones nasales”, dice Bonnin.

Con ese resultado, los investigadores sugieren que la protección frente a la enfermedad grave por VSR dependería no sólo de la respuesta de anticuerpos sino también de otros factores del sistema inmune. “Es importante recalcar que este estudio fue realizado previo a la vacunación materna, entonces los niveles de anticuerpos presentes en la etapa aguda de la enfermedad en los niños del estudio provenían de madres no vacunadas. Observamos en estos bebés niveles alrededor de diez veces más bajos a los reportados en los bebés de madres vacunadas”, aclara la Dra. Talarico.

De esta forma, López concluye que “es importante una estrategia integral de prevención que incluya la vacunación materna y el uso de anticuerpos monoclonales contra la proteína pre-F en el recién nacido, para evitar formas graves de la enfermedad, ya que los anticuerpos provenientes de la infección natural materna no son suficientes para proteger frente a la enfermedad con compromiso de vida”.

Cabe destacar que este trabajo fue realizado en colaboración con el Vaccine Research Center, perteneciente a los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, que suministraron las proteínas pre-F y post-F de VSR para realizar los ensayos, y contó con el apoyo financiero de la Fundación Thrasher y la Fundación Argentina de Infectología Pediátrica.