DÍA INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES
¿Por qué los bosques son fundamentales para la salud?
Aunque sus múltiples beneficios son muy reconocidos, son uno de los ambientes más amenazados. Cómo trabajan grupos del CONICET para aportar a su conservación.
El 21 de marzo se conmemora el Día Internacional de los de los Bosques, una fecha instaurada en 2012 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de celebrar la importancia de estos ambientes y crear conciencia al respecto. El tema establecido para el año 2023 es Bosques y Salud, una consigna que busca promover el cuidado de los bosques, más allá de los beneficios que como humanos podemos obtener de ellos.
Según datos de la Sistema Nacional de Monitoreo de Bosques Nativos de Argentina, el país cuenta con más de 47 millones de hectáreas de bosques. Ese total está distribuido en siete regiones forestales: Parque Chaqueño, Yungas, Selva Paranaense, Monte, Espinal, Bosque Andino Patagónico y Delta e Islas del río Paraná.
Aunque los beneficios ecológicos, económicos y sociales de los bosques son bien conocidos, muchos de estos ambientes se encuentran seriamente amenazados por diversos factores, como la deforestación, su explotación excesiva, los incendios forestales o las sequías. En este marco, especialistas del CONICET analizan cuáles son las particularidades de algunos de los tipos de bosques que se encuentran en la región Nordeste de Argentina y cuentan cómo, a través de distintos proyectos y líneas de estudio, buscan generar aportes para su conservación.
“En el caso del Bosque Chaqueño, se trata de un ambiente con característica únicas y una gran diversidad de especies endémicas. Todo eso genera importantes contribuciones a las personas. No se trata sólo de cuestiones materiales, como los frutos que son nuestra comida, sino que brindan sostén a nuestra existencia, principalmente porque cumplen la función de regular el clima y proteger los suelos fértiles. Necesitamos los bosques para sobrevivir, tanto para quienes residen en las ciudades como para las comunidades locales y los pueblos indígenas que habitan en ellos”, explica la investigadora del CONICET en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET – UNNE) Micaela Camino.
Para la investigadora, es fundamental trabajar en la conservación de los bosques porque, al igual que otros ecosistemas, “nos dan vida y nos permiten conservar la salud”. “Ante la tragedia del cambio climático, necesitamos de los bosques para que regulen el clima. A medida que van desapareciendo, las consecuencias son cada vez más notorias. También para la conservación de especies animales. Muchas de ellas no pueden vivir sin los bosques, por eso cuando los cortamos ya sea para ampliar ciudades o para el desarrollo de la agricultura industrial, los estamos poniendo en riesgo y alterando todo un equilibrio del que nosotros también dependemos”, destaca.
Junto con otros especialistas, Micaela Camino trabaja en la conservación de la región del Chaco Seco, que se extiende por las provincias de Chaco, Formosa y Salta. “Nuestro enfoque original tenía que ver con la conservación de fauna pero, a medida que íbamos avanzando en nuestros estudios, notamos que la pérdida de los bosques era alarmante. La eco región del Chaco tiene una de las tasas de deforestación más altas del mundo y esa pérdida y fragmentación del hábitat es crítica para las especies de animales que estudiamos. Vemos que los bosques que quedan son los que están habitados, tanto por comunidades criollas como por indígenas, que son quienes actúan como guardianes de esa biodiversidad, por eso estamos diseñando estrategias de conservación que incluyan a estos grupos”, detalla la investigadora.
En la provincia de Misiones, otros grupos del CONICET trabajan en la conservación de bosques que tienen la particularidad de ser extremadamente diversos. “Muchos de los proyectos en los que trabajamos están enfocados en especies amenazadas y en su hábitat, tratando de entender cuáles son los factores que las llevaron a estar en esa condición”, explica Gustavo Zurita, investigador del CONICET en el Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM), un centro de investigación con sedes en Posadas y Puerto Iguazú, desde el que también se desarrollan proyectos en Chaco y otras provincias de la región.
La línea de estudio de Zurita está específicamente vinculada a insectos y monitoreo de la biodiversidad. “Analizamos dos grupos específicos, los escarabajos estercoleros y las arañas, que cumplen una función muy importante en lo que tiene que ver con la producción. Los estercoleros entierran las heces de los animales y al hacer ese proceso, fertilizan los suelos y controlan los parásitos del ganado. Esto genera un beneficio directo para la producción ganadera. Sin embargo, se encuentran en desaparición por diversos factores, que tienen que ver principalmente con la deforestación y el uso excesivo de productos veterinarios. Estamos intentando cuantificar los beneficios a la producción que tienen para demostrar el rol que tiene este grupo de organismos y tratando de generar recomendaciones de manejo que permitan combinar la producción ganadera y la conservación de la biodiversidad en el NEA”, explica el investigador, que es uno de los integrantes del Observatorio Nacional de Conservación de la Biodiversidad en Paisajes Forestales y Ecosistemas Asociados, un grupo del que participan varios investigadores e investigadoras del CONICET.
Para Zurita, hay dos perspectivas desde las que se trabaja en la conservación de los bosques. “La primera es ética y tiene que ver con la necesidad imperiosa de conservar el planeta en condiciones habitables para generaciones futuras, con una biodiversidad similar a la que hemos recibido. Otra mirada es más funcional y consiste en que la biodiversidad de los bosques, y los ecosistemas naturales en general, es fundamental para la supervivencia de los seres humanos. Es imposible pensar nuestra propia supervivencia sin las funciones que brinda la naturaleza, como la polinización de los cultivos, el ciclado de los nutrientes en el suelo o el almacenamiento de carbono para mitigar el cambio climático. De cualquier manera, ya sea por cuestiones éticas, morales o funcionales, no hay dudas de que necesitamos multiplicar los esfuerzos para la conservación de nuestros bosques”, concluye.
Por Comunicación CONICET Nordeste