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En Les Ponts (Iluminaciones) de Arthur Rimbaud, el lector se encuentra con una imagen en movimiento vista y relatada por alguien que no se manifiesta abiertamente pero que está ahí, dirigiendo el lente y la perspectiva, haciendo del texto un sustituto de sus propios ojos. Para reproducir la simultaneidad de la percepción visual, la escritura sólo posee los medios propios de la lengua, que al ser sucesivos desarman lo dinámico en partes. Esta desarticulación del movimiento en etapas progresivas debería anular el dinamismo de la percepción. Esto, paradójicamente, no sucede en Les Ponts. A partir de la teoría de los campos léxicos tal como la desarrolla E. Coseriu y de la semántica estructural de A. Greimas, intentaremos dar cuenta de la osamenta textual que permite reproducir el dinamismo de la percepción. Se busca entender cómo Rimbaud termina erigiéndose en demiurgo de una realidad anterior a su percepción, y cómo ese proceso de dominación ficticia de un paisaje estático explica la fragilidad de un escenario que sucumbe, al final de la prosa poética, bajo un rayo de sol.

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