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La literatura escrita por lxs hijxs de militantes perseguidxs o desaparecidxs a principios del siglo XXI introduce singulares modulaciones de la memoria a partir de la narración, en primera persona, de la experiencia de su generación durante la última dictadura militar. En términos generales, partimos de la hipótesis de que quienes vivieron su infancia durante la dictadura sostuvieron memorias subterráneas, en palabras de Michael Pollak (2006), en relación con otras memorias oficiales o dominantes, que en las últimas dos décadas encontraron condiciones de decibilidad y escucha. Entre las obras que publica la segunda generación de hijos (Basile, 2016; Arfuch, 2018), La casa de los conejos (2008), de Laura Alcoba, se destaca por haber encontrado una amplia recepción de la crítica académica así como de otras instituciones culturales y escolares. En esta ponencia, me centro en el análisis de esta novela, publicada en 2006 en Francia y en 2008 en Argentina, en la que la autora narra, desde la perspectiva de la infancia, los años de resistencia en la clandestinidad durante los setenta, ante el avance del aparato represivo del gobierno militar.La ?casa de los conejos? hace referencia a una de las casas operativas en donde funcionó la imprenta central de Montoneros en La Plata. El lugar conserva las marcas de uno de los ataques más violentos del Terrorismo de Estado, que tuvo como única sobreviviente a Clara Anahí, una beba de tres meses, aún hoy desaparecida, que su abuela, Chicha Mariani, buscó hasta su último día. Declarada ?Monumento Histórico Nacional?, la Casa ?Mariani- Teruggi? funciona como un lugar de memoria (lieu de mémoire), en términos de Pierre Nora (1984), es decir, como un espacio en el que es posible explorar las dimensiones en las que se construyen y se administran los procesos u objetos del pasado en el presente. Ahora bien, en esta línea teórica, los lugares de memoria no se reducen a monumentos o acontecimientos materiales o visibles; por el contrario, se trata de lugares simbólicos, muchas veces inmateriales, que fijan un modelo de representaciones. Desde esta perspectiva, propongo una lectura de La casa de los conejos como un lugar de memoria en sí mismo, pues la novela actuaría como un indicador de un tipo de reconstrucción del pasado en el presente que, atendiendo a su considerable circulación, contribuiría a la configuración de representaciones de las memorias de lxs hijxs. Por un lado, procuro poner de relieve qué modulaciones de la memoria de la infancia en la dictadura se construyen en esta novela y señalar algunas de las formas en que estas representaciones reaparecen en otras narrativas (en las novelas de Pron (2011) o de Robles (2013), o en el largometraje de Ávila (2013), por ejemplo). Asimismo, procuro dar cuenta de las diversas tensiones -entre testimonio y ficción, entre arte y política, entre memoria individual y memoria colectiva- que atraviesan a la literatura como lugar de memoria.