Implicancias de la construcción de normalidad en la consulta nutricional: discursos y prácticas heteronormativas

CARLOS DAMIAN ACOSTA; LUISELLA VIVIANA GÓMEZ; MARÍA LAURA HUBNER; IVANNA DEL LUJÁN VILLALBA

Santiago del Estero

Encuentro; Encuentro de Jóvenes Investigadores 15 2019; 2019

Fundación El Colegio de Santiago / CONICET / INDES-FHCSyS-UNSE / Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud / Universidad Nacional de Santiago del Estero

Poner en cuestión a las Ciencias de la Salud y en este caso particular a la Nutrición implica interpelar la matriz de razonamiento que define su práctica; la noción de normalidad que descansa sobre el discurso médico hegemónico capaz de organizar todo el sistema de salud. La normalidad como generadora de discursos, prácticas y reglas que dibujan los límites de lo que una persona debería ser/hacer/tener para ser considerada normal/saludable. Una mirada retrospectiva acerca de la nutrición como conocimiento científico permite dar cuenta de cómo desde el XVII, fecha de su nacimiento, ha ido atravesando por diferentes periodos capaces de convivir entre sí: 1) Periodo precientífico o era naturista. 2) Periodo químico analítico o era del estudio de los balances (calórico, proteico) 3) Periodo de los descubrimientos (vitaminas, minerales, aminoácidos, etc.) o era de las enfermedades deficitarias y 4) Periodo moderno o era de las enfermedades ?por exceso? (López L & Suarez M, 2010). Si bien, el avance de la ciencia y la tecnología dieron cuenta de estos saltos evolutivos el cuerpo normal (y masculino) fue el locus de lo saludable, un cuerpo contenido, controlable, medible y cuantificable, un cuerpo sin voz, pero sensible a ser moldeado (Payan, 2010), el paciente se convierte pues, en la voluntad del saber científico (Foucault, 2012). En este sentido, los discursos académicos terminaron empoderados como si fueran verdades absolutas y ser defendidos como irrebatibles; en esa medida, el discurso que se hace llamar científico no ha podido escapar para confundirse con juicios de valor y con sus proposiciones de veracidad. Estos responden a la lógica del poder denunciada por Foucault. En el poder que ejercen los discursos académicos es que habrá de evaluarse y analizarse la pregunta sobre la normalidad y la norma, para descubrir rápidamente que es un juicio de valor emanado de un hombre, quien decide quién ha de ser normal y quién debe cargar con el peyorativo de anormal.El concepto que se trae a cuestión es el que ha sido utilizado para homologar comportamientos,sentimientos y pensamientos; el concepto ha sido utilizado para troquelar a los humanos y su sociedad. Desde esa distorsión de la normalidad que enseña el cuerpo, se ha querido hacer un solo humano, idéntico a todos los demás, y una sola y única sociedad.A priori en las prácticas profesionales de salud se dejan entrever la dicotomía de normal/saludable y anormal/patológico, es más, durante la formación de las y los profesionales de Nutrición la concepción de lo normal cobra mayor relevancia en el concepto matriz citado por López y Suarez (2010): la nutrición, como el resultado o resultante de un conjunto de funciones armónicas y solidarias entre sí, que tienen como finalidad mantener la composición e integridad normal de la materia y conservar la vida. Y en este caso ¿Quién determina lo normal? ¿Qué organismo se encuentra lo suficientemente (o totalmente) sano para servir como patrón de lo normal? ¿Qué estrategias sirven para redireccionar lo anormal hacia otro camino?Teniendo como premisas esos postulados se plantea como objetivo: Comprender la praxis de las/os licenciadas/os en nutrición a partir de los discursos, prácticas y reglas que se erigen de acuerdo a la noción de normalidad durante el año 2019 en Santiago del Estero. Haciendo hincapié en esta oportunidad en el establecimiento de la relación entre la noción de normalidad y género en la implementación de herramientas de evaluación y educación nutricional.La presente es una investigación exploratoria-descriptiva con enfoque cualitativo, interpretativo. Eluniverso a abordar es los/as profesionales en Nutrición que trabajan en Santiago del Estero hace más un año en diferentes sectores del Sistema de Salud (Público, Privado y de Seguro social) con jóvenes y adultos. Utilizando como técnica principal la entrevista en profundidad, compartiendo en esta instancia los resultados de la prueba piloto. Se puede advertir que, los límites de la incumbencia profesional en nutrición son difusos, en tanto que se alinean con otras ciencias como la Medicina y la Psicología cuando no encuentran respuestas en el propio campo, sobre todo, en lo referido a la medicalización y formas de acompañamiento. En este sentido, se fortalecen los modelos hegemónicos con un marcado paternalismo y espersonalización de los sujetos de intervención. Los espacios donde se construye el encuentro con los sujetos (el consultorio) es reducido espacialmente, aunque se lo plantea como funcional, carga símbolos capaces de sostener y legitimar la praxis profesional vertical, títulos en las paredes, extensas bibliotecas, que a su vez limitan la movilidad y por tanto el lugar termina por determinar al paciente.Las prácticas de acompañamiento no se adecúan a los contextos y tienden a perfilar una concepción masculina y femenina única de los sujetos de intervención, se advierte en el discurso que los hombres demandan saberes científicos y las mujeres saberes práctico, y en consecuencia se encasillan los instrumentos para cada sexo, platos saludables (GAPA), recetas sencillas y económicas para ellas, y figuras e imágenes del calibre de las arterias, justificativos científicos para no tomar alcohol para ellos. Por otro lado, se expresa que las personas trans tienen parámetros de normalidad adecuados para sí, pero que no son manejados dentro de la profesión de nutrición.Asumiendo también que los pacientes necesitan ser reeducados (reencauzados) para que se aproximen los parámetros de normalidad, el rol del nutricionista se entiende como alguien que tiene que arreglar aquello que no es normal.