INVESTIGADORES
RESCHES Mariela
congresos y reuniones científicas
Título:
Habilidades lingüísticas y comunicativas en niños con Síndrome de Asperger. Diferencias individuales y relaciones con el perfil de problemas conductuales y emocionales asociados.
Autor/es:
RESCHES, M.
Lugar:
La Plata
Reunión:
Encuentro; IV Encuentro de Investigadores en Desarrollo y Aprendizaje; 2016
Institución organizadora:
Universidad Nacional de La Plata
Resumen:
Los Trastornos del Espectro Autista (TEA) comprenden un conjunto heterogéneo de trastornos neuroevolutivos que se caracterizan por la presencia de alteraciones significativas en la comunicación verbal y no verbal, la interacción social y la flexibilidad de la conducta (APA, 2013).A pesar de su reciente acepción en los manuales de consenso (i.e. DSM V), la noción de ?espectro autista? como constructo dimensional que engloba presentaciones clínicas de diferente nivel de gravedad no es nueva en la literatura (Wing, 1988; Lord & Risi, 2000). Desde hace ya varias décadas, numerosos autores han defendido la naturaleza heterogénea y evolutivamente cambiante de la condición autista, junto a las dificultades teóricas y prácticas derivadas del intento de establecer categorías diagnósticas diferenciadas (Trastorno Autista, Síndrome de Asperger, Trastorno desintegrativo de la Infancia, etc). No obstante, la identificación de una serie de ?especificadores? como la edad y patrón de aparición de los síntomas, el sexo, el perfil lingüístico y neurocognitivo o la presencia de ciertas comorbilidades continúa siendo una necesidad ya que permitiría delimitar ?subgrupos? dentro del espectro, lo cual podría tener consecuencias relevantes tanto para la investigación como para la práctica clínica (Lai, Lombardo, Chakrabarti & Baron-Cohen, 2013). Uno de los ejemplos más elocuentes de esta tensión entre el uso de un único concepto dimensional (TEA) frente a la necesidad de delimitar subgrupos diferenciados es la controversia en torno a la especificidad del Síndrome de Asperger (SA) y a su desaparición como categoría diagnóstica (Lai et al; 2013; Kaland, 2011). Por una parte, mientras que algunos autores sostienen que no existe suficiente evidencia que permita diferenciar el SA del llamado ?Autismo de Alto Funcionamiento? (Witwer & Lecavalier, 2008), otros, sin embargo, señalan que es posible identificar ciertas características en favor de su especificidad. Una de ellas es, sin duda, la singularidad de su perfil lingüístico-comunicativo, donde destacan las afectaciones en diversos dominios de la pragmática frente a un funcionamiento normativo o incluso por encima de la media en aspectos léxicos y morfosintácticos (Norbury, Nash, Baird & Bishop 2004; Geurts & Embrechts, 2008). Por otra parte, aunque escasas, hay algunas evidencias en la literatura que señalan que las personas con SA presentarían mayor incidencia de problemas conductuales y emocionales (ej. ansiedad, depresión, o comportamientos disruptivos) que aquellas con diagnóstico de autismo, aún después de controlar su nivel cognitivo (Schroeder, Weiss & Bebko, 2011). Poco se sabe, sin embargo, acerca de la posible interacción entre estas características y su impacto sobre las diferencias individuales observadas. En esta ponencia se comentarán algunos resultados parciales de un proyecto de investigación en curso, en el que se estudian las características clínicas y neurocognitivas de una muestra amplia y heterogénea de individuos diagnosticados con TEA. El mismo se inserta, a su vez, en un proyecto más amplio, de carácter interdisciplinario, y en el que se pretende relacionar la presencia o ausencia de marcadores de riesgo genético (i.e. alteraciones en el número de copias, CNV) con la severidad del fenotipo clínico y cognitivo observado. El trabajo que se presentará en esta ocasión tiene por objeto describir el perfil lingüístico-comunicativo de un grupo de individuos con SA (N=19; Edad media=11;2) comparándolo con un grupo normativo de edades similares (extraído de Mendoza y Garzón, 2012). Al mismo tiempo, se propone analizar el posible impacto de la presencia de problemas conductuales y emocionales sobre el grado de afectación lingüística y comunicativa observada. Con estos propósitos, se han aplicado los siguientes instrumentos: en primer lugar, el Social Communication Questionaire, Formas A y B (Rutter, Bailey & Lord, 2005) para la evaluación de la sintomatología autista pasada y presente, lo cual permite una primera aproximación descriptiva a la evolución de la presentación clínica en esta muestra. En segundo lugar, el perfil lingüístico y comunicativo se ha obtenido mediante el Children´s Communication Checklist-2 (Bishop, 2002, versión española de Mendoza y Garzón, 2012). Se trata de un cuestionario de informe parental que permite identificar el nivel de funcionamiento del niño en las dimensiones de contenido, forma y uso (pragmática) del lenguaje, y al mismo tiempo identificar posibles alteraciones en la socialización y restricción de intereses. Ha sido especialmente diseñado para la obtención de perfiles de desempeño en sujetos que muestran disarmonías en su desarrollo lingüístico, y a su vez relacionar el grado de alteración de estas dimensiones con la presencia o no de condiciones de espectro autista. Finalmente, para la identificación del perfil de problemas sociales, conductuales y emocionales se ha aplicado el Child Behavior Checklist (Achenbach & Rescorla, 2001). Se trata de un cuestionario estandarizado y ampliamente utilizado en la investigación y en la práctica clínica con niños y adolescentes de entre 6 y 18 años. Permite obtener el grado de severidad y ?riesgo clínico? en dos escalas que agrupan problemas de tipo ?Internalizantes? y ?Externalizantes? respectivamente. Al mismo tiempo, permite obtener puntuaciones en diferentes subescalas que representan la incidencia de diversas respuestas conductuales y emocionales comprendidas en las escalas precedentes. Los resultados muestran, en línea con estudios previos, un perfil lingüístico-comunicativo heterogéneo, con menor afectación en los aspectos estructurales del lenguaje, frente a profundas alteraciones en dimensiones relativas a habilidades pragmáticas y semánticas. Sin embargo, dicho perfil lingüístico-comunicativo se ha visto influenciado por el tipo de problemas conductuales y emocionales encontrados. Mientras que la incidencia de Problemas Internalizantes no pareció influir sobre el nivel de afectación comunicativa, en aquellos sujetos en los que predominaron Problemas Externalizantes se advirtieron mayores dificultades en todas las dimensiones comunicativas evaluadas, aunque especialmente en aquellas referidas a habilidades pragmáticas. Estos datos hablan a favor de la necesidad de hallar un mayor número de especificadores, como el perfil de comorbilidades, que permitan sistematizar la heterogeneidad existente dentro del espectro, y por lo tanto, establecer subgrupos con características especificas a diferentes niveles.