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En los últimos años, nuevas formas de comunicación entre los seres humanos son posibilitadas por el avance tecnológico. Gracias al aumento de los medios para acceder a internet, las redes sociales (RS) han comenzado a jugar un papel relevante en la transformación de la forma en que las personas viven, se relacionan y se comunican. Algunos autores consideran que con la aparición de Facebook y su enorme extensión y uso se están recobrando formas tradicionales de comunicarse, al mismo tiempo que parecen relativizarse algunos de los valores que definieron por antonomasia a la modernidad: la tradicional distancia autor-lector, propia de los modelos de comunicación basados en la escritura impresa, se acorta, o directamente queda cuestionada. En efecto, los sujetos en las RS son tanto productores como consumidores, el que participa y observa es también el que realiza comentarios y hace circular la información. Por otra parte, en las RS la comunicación se realiza mayoritariamente a través de la escritura y la lectura, allí la conversación escrita es una especie de transcripción literal de la conversación oral. De manera tal que esta nueva ?cibercultura? parece estar llevando a la creación de nuevos géneros discursivos, con nuevas o diferentes estrategias de producción textual, de intercambio de información y de interpretación. Las Tecnologías de la Información y Comunicación crean nuevas necesidades y nuevos espacios de intercambio y modifican los hábitos de lectura. La psicolingüística cognitiva ha mostrado que toda práctica de lectura implica el desarrollo de ciertas capacidades que permiten desempeñar eficazmente una habilidad tan compleja. El funcionamiento efectivo de los mecanismos inherentes a la decodificación ortográfica y a la comprensión lectora son los que permiten al lector acceder a la información contenida en el texto. En la medida en que consideramos que el desarrollo de estas capacidades no es ajeno al tipo de material textual con el que se interactúa en el presente trabajo indagamos si existe alguna relación entre la frecuencia e intensidad de participación en RS y la eficacia lectora. A estos fines realizamos una prueba piloto con 18 estudiantes de primer año de la Facultad de Psicología de la UNLP, 6 de ellos de la Extensión áulica de Chivilcoy. A los participantes se les administró un cuestionario con preguntas cerradas y una prueba para evaluar la habilidad lectora. Las preguntas del cuestionario indagan la frecuencia, intensidad y tipo de participación en RS, datos socio-demográficos, antecedentes educativos de los participantes y hábitos de lectura de textos de ficción y no ficción. También se examina la cantidad de tiempo y tipo de uso que hacen los participantes de la RS, el tipo de dispositivo que utilizan para conectarse (pc, notebook, celular), las RS que más frecuentan y las diferentes prácticas de lectura que realizan en las mismas. La prueba administrada para evaluar la habilidad lectora es el Test Colectivo de Eficacia Lectora (TECLE), una prueba cronometrada que evalúa, a través de 64 estímulos, los parámetros más importantes que controlan la eficacia lectora: precisión en la decodificación, velocidad de la misma, comprensión del significado y la gestión de los recursos cognitivos. Cada estímulo es un oración incompleta en su última palabra, que el sujeto deberá completar seleccionando la respuesta correcta entre cuatro opciones posibles. Los resultados obtenidos muestran una relación positiva entre la cantidad de horas que los sujetos manifiestan participar en las RS y su rendimiento en el test de eficacia lectora. Se observa que aquellos sujetos que declaran pasar mayor tiempo conectados activamente en RS son los que mejor puntúan en el TECLE.

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