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Introducción: La adultez emergente -etapa del desarrollo entre la adolescencia y la adultez- exhibe la prevalencia más alta de consumo de sustancias que cualquier otra etapa. Sin embargo, es posible rastrear el inicio del consumo a etapas previas, particularmente la adolescencia y niñez. En este contexto, es fundamental determinar que individuos presentan una mayor vulnerabilidad a iniciarse y escalar en el consumo de sustancias. Dos constructos relevantes para el estudio de las conductas adictivas son la impulsividad y la toma de riesgos. La impulsividad es un constructo compuesto por múltiples dimensiones que mantienen una relación diferencial con diferentes indicadores de consumo. Asimismo, se han observado diferencias de sexo en el consumo de sustancias y en el nivel de impulsividad. Objetivo: Examinar posibles diferencias en la toma de riesgos e impulsividad en función de la ocurrencia del consumo en varones y mujeres de entre 10 y 14 años. Metodología: Participaron 1080 niños/as y adolescentes de entre 10 a 14 años (M=12.27 ± 0.95; 54.1% mujeres) matriculados en escuelas privadas de la ciudad de Córdoba. En todos los casos brindaron su consentimiento a participar junto con el de sus padres/tutores. La recolección de datos se llevó a cabo en las salas de computación de los colegios en grupos de a 15 alumnos/as por vez aproximadamente. Instrumentos: Cuestionario de consumo de alcohol: mide ocurrencia del consumo en los últimos 12 meses. Escala de Impulsividad UPPS-P para niños y adolescentes: Se utilizó la versión adaptada al español, compuesta por 40 ítems que miden las cinco dimensiones del modelo UPPS-P: Urgencia Positiva, Falta de Premeditación, Falta de Perseverancia, Búsqueda de Sensaciones y Urgencia Negativa. Baloon Analogue Risk Task (BART): evalúa la conducta de riesgo en la toma de decisiones. El/la participante infla un globo durante 30 ensayos y a mayor tamaño del globo, más puntos se suman. Sin embargo, luego de un número variable de infladas el globo puede explotar y perder los puntos recolectados. Las medidas dependientes son la media total de infladas y el promedio ajustado de infladas (promedio de infladas en los globos que no explotaron). Resultados: Del total de participantes, el 41.7% consumió bebidas con alcohol durante el último año y no se registraron diferencias en función del sexo (χ2(1,1080)= 0.84, p= .773). Las mujeres que consumieron bebidas con alcohol presentaron puntuaciones significativamente más altas en todas las dimensiones de impulsividad (t(582)= 4.83 a t(582)= 8.77; p ≤ .001) en comparación con aquellas que no tomaron alcohol. Resultados similares se encontraron en la submuestra de varones (t(494)= 4.13 a t(494)= 5.84; p ≤ .001), a excepción de la dimensión Falta de Perseverancia que no presentó diferencias significativas en función de la ocurrencia de consumo. El promedio ajustado fue significativamente superior en varones (t(494)= 1.97; p ≤ .05) y mujeres (t(580)= 2.07; p ≤ .05) que consumieron alcohol en comparación con sus pares que no tomaron. A su vez, los varones que consumieron alcohol presentaron puntuaciones significativamente superiores en la media total de infladas (t(494)= 2.29; p ≤ .05) que sus pares que no tomaron alcohol. En las mujeres este indicador no presentó diferencias significativas en función de la ocurrencia de consumo. Discusión: En líneas generales, los niños/as y adolescentes que consumieron alcohol presentaron puntuaciones más elevadas en impulsividad rasgo y en la prueba conductual de toma de riesgos que sus pares que no tomaron alcohol. Estos resultados sugieren que impulsividad y toma de riesgos son variables de utilidad para identificar tempranamente a quienes exhiben mayor riesgo de consumir alcohol. Esta información puede ser relevante para planificar estrategias de intervención basadas en la evidencia, y específicamente diseñadas para la población adolescente.