IDH   23901
INSTITUTO DE HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Literatura, política y mal. Notas para pensar el diálogo entre Hannah Arendt y Hermann Broch.
Autor/es:
PAULA HUNZIKER
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Workshop; Encuentro de Investigación del Proyecto FONCYT-PICT- La tradición filosófico política desde la perspectiva de Hannah Arendt; 2019
Institución organizadora:
UNGS
Resumen:
La presencia de la literatura en el pensamiento político de Hannah Arendt, puede abordarse teniendo en cuenta diferentes niveles y motivaciones. Una división bastante obvia, es la que puede establecerse entre los textos en los que la literatura aparece como un medio (de otro modo ausente) para iluminar diferentes aspectos de un fenómeno histórico o de una época, y aquellos en los que hay reflexión filosófica sobre el arte como parte de las actividades básicas del homo faber. En un caso tenemos la utilización de determinadas obras, personajes, relaciones entre personajes para retratar dimensiones de la existencia histórica que conquistan así ?sólo a través de la literatura- un acceso a la representación: el antisemitismo en Proust, el temperamento imperialista en Conrad y Kipling, la revolución y el mal en Melville y Dostoievski, la anticipación del totalitarismo en Kafka; Char, Camus y la experiencia de la resistencia. En el otro, la pregunta por la literatura se articula con una reflexión más bien filosófica sobre ?la condición humana?, en el horizonte de la fenomenología de la Vita Activa desarrollada durante años cincuenta (Arendt, 1993, pp. 184-190). Allí se trata, propiamente, de una meditación sobre el arte, o de una filosofía del arte, no de una teoría de la literatura; sus preguntas fundamentales giran en torno a qué origina el arte, cuál es su naturaleza, cuál es su función, qué relación hay entre obra de arte y lenguaje, entre obra de arte y verdad, y entre obra de arte y praxis política. Todos estos interrogantes, por otra parte, se someten a uno más fundamental que es el de la relación entre arte y apariencia, en el especial sentido de ?aparición en público?, de ?publicidad?, de ?comunicabilidad?, de ?visibilidad?, que conserva un sentido político dominante en Arendt. Por supuesto, estas aproximaciones no están desconectadas: uno podría conjeturar que es una hipótesis sobre la ?verdad? de la obra de arte, sobre su conexión con la imaginación, la representación y la experiencia política de la acción, la que subyace al enorme uso metodológico de la literatura como ?fuente histórica?. Me gustaría agregar a esta conjetura, otra: que la original articulación de arte y política que queda configurada en esta reflexión, en La Condición Humana y otros ensayos, tomando en especial la fuente griega, no puede desligarse de una ruta menos obvio, ligada al diálogo de Hannah Arendt con la crítica de la autonomía estética y sus consecuencias, que lleva adelante Hermann Broch, en especial, en su libro La Muerte de Virgilio. Entendemos que esta vía abre el espacio y la dirección general de al menos dos grandes temas en la obra de Arendt: por una parte el problema de las relaciones entre modernidad, distancia estética y mal -y la ambigüedad en que eso sitúa al artista moderno y a sus intentos de salir de sus dilemas -, por otra parte, la centralidad de la experiencia romana para pensar otra modo de relación entre política y arte. En ambas dimensiones, el punto no es el acuerdo con Broch, sino el tono de una diferencia en la amistad que tiene lugar entre dos exiliados alemanes en la Ciudad de Nueva York, entre 1946 y 1951. Nuestra hipótesis es que la obra y la vida de Broch son desafíos excepcionales, a los que Arendt debe hacer lugar y elaborar, para conquistar una perspectiva sobre las relaciones entre acción política, apariencia y arte. En este aspecto, el autor vienés no sólo ofrece un camino para una crítica de la autonomía del arte, que vuelve a poner sobre la mesa el problema de ?responsabilidad vicaria del escritor?, al decir de Elías Canetti (1981, p. 352), sino que da ejemplaridad a la experiencia política romana, tal fundamental para la Arendt posterior, así como a la pregunta por su singularidad y su herencia. Uno diría que el Virgilio de Broch tiene, para Arendt, un rostro bifronte: de un lado, apunta al poeta humanista de la metrópoli del vacío ético y al problema de la distancia estética de los intelectuales ?ante?, que se plantea con particular dramatismo ante la guerra, y, en especial, ante el conocimiento de la realidad de los campos. Para el poeta renuente, como designará Arendt a Broch, será como un ?puñal que da vueltas en el corazón? (Arendt, 2011, p. 91) al iluminar la articulación entre el ideal de la belleza -el culto de la belleza-y el mal . Como señala la autora, para Broch esa herida es un hecho y una herencia que exige la mayor perspicacia para pensar el alcance del problema de la autonomía del arte.