IDH   23901
INSTITUTO DE HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Perspectivas estéticas postadornianas
Autor/es:
GALFIONE, MARÍA VERÓNICA
Reunión:
Jornada; III Jornadas Nacionales de estética y filosofía del arte; 2017
Institución organizadora:
Grupo de investigación modernidad estética y teoría crítica
Resumen:
Tal como ha señalado Christoph Menke en el año 1991, la estética de Adorno no solo permitía auscultar el arte moderno y su crisis inmanente, sino también efectuar una crítica demoledora de la realidad social establecida. Sin embargo, dicha concepción estética se sostenía sobre dos presupuestos cuya validez fue progresivamente puesta en duda desde finales de los años 60. En primer lugar, la idea de una estética de corte negativo resultaba indisociable de una filosofía de la historia que asumía la posibilidad de una transformación social de carácter radical. En segundo lugar, la estética adorniana resultaba dependiente de un concepto enfático u objetivo de obra de arte. El primer fenómeno remitía a la famosa tesis de fin de las ideologías o de los grandes relatos (Lyotard) mientras que el segundo hundía sus raíces en los cambios que se produjeron desde los años 60 en el ámbito artístico. En el marco de la estética alemana estos cambios fueron definidos en términos de ?desdiferenciación? [Entgrenzung] y fueron vinculados, en primer lugar, a la disolución de la obra de arte a partir de la incorporación de la perspectiva del espectador y, en segundo lugar, al borramiento de los límites del ámbito estético.Durante los años 60, la crítica a la filosofía de la historia tuvo como objetivo prioritario el cuestionamiento de los aspectos autoritarios del pensamiento marxista tradicional, mientras que el surgimiento de las formas performativas apuntó a desmontar los momentos elitistas del modernismo de comienzos de siglo. No obstante, a la luz de la radicalización del movimiento estudiantil y de la experiencia del terror de los años 70, algunos pensadores alemanes experimentaron la necesidad de desvincular el abandono de los discursos histórico-filosóficos y la crisis de la obra de arte tradicional de toda retórica de carácter antiinstitucional. Pese al sentido ideológicamente inverso de sus planteos, en este punto se encontraba la ética del discurso habermasiana con la rehabilitación de la filosofía práctica que realizaban autores como Rüdiger Bubner. De hecho, en ambos casos, el abandono de la filosofía de la obra de arte y el rechazo de toda perspectiva de carácter histórico-filosófico coincidían con el distanciamiento con respecto al pensamiento de Adorno o, al menos, con la desarticulación de la idea adorniana de una crítica de carácter radical. Esto último resulta particularmente importante en el ámbito estético, en la medida en que la posibilidad de preservar un espacio de crítica social se hallaba vinculada, para Adorno, con la defensa de una concepción negativa de la obra de arte. Para Adorno, en una sociedad completamente administrada, en la cual incluso las acciones contestatarias eran rápidamente coaptadas por el sistema, esto es, redireccionadas hacia el propio reforzamiento del mismo, la crítica solo parecía poder alojarse en el arte moderno radical. En este sentido, la crítica de Bubner y de Habermas a la filosofía de la historia de Adorno y a la infiltración de esta última en la concepción adorniana de la obra de arte, se traducirían en la desactivación de toda posible interpretación disruptiva o amenazadora del arte moderno de avanzada. En última instancia, la denuncia del carácter ?metafísico? de la concepción adorniana de la obra de arte se hallaría orientada a hacer posible una reinterpretación del arte como una instancia capaz de reforzar, antes que de desestabilizar, la tendencia de la democracia liberal hacia una nivelación absoluta de lo radicalmente otro, esto es, hacía una disolución sistémica de lo no?idéntico. Según veremos, Bubner y Habermas se sirven de la crisis de la concepción tradicional de la obra de arte para volverse contra los aspectos vanguardistas del pensamiento de Adorno y para apuntalar la revalorización de las instituciones artísticas y políticas que tuvo lugar después de la crisis de los 70. Otros autores, como Peter Bürger y Karl Heinz Bohrer, asumen una actitud crítica del repliegue político y estético de los años 70 y procuran recuperar el momento revolucionario de la vanguardia de comienzos de siglo. Bürger tacha a la neovanguardia de conservadora por su institucionalización de la crítica vanguardista al concepto de obra de arte tradicional, y responsabiliza tácitamente a Adorno por esta neutralización del contenido revolucionario de la vanguardia. Adorno habría interiorizado la crítica de la vanguardia a la institución arte y habría preparado el uso institucional de los recursos vanguardistas que tuvo lugar desde finales de los 60.