INVELEC   23402
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOBRE EL LENGUAJE Y LA CULTURA
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
El acceso de todos al conocimiento. Universidad e inclusión. Los alcances programáticos de un binomio complejo
Autor/es:
NOFAL, ROSSANA; JUÁREZ, MARTA ALICIA
Lugar:
Monteros
Reunión:
Congreso; III Congreso Municipal de Educación; 2018
Institución organizadora:
Municipalidad de la Ciudad de Monteros
Resumen:
En el 2003, el futuro era imaginado y utópico. En su discurso inaugural ante la Asamblea Legislativa, el Presidente Néstor Kirchner habilitó el diseño de un nuevo contrato al instalar la idea de una sociedad basada en el conocimiento y la necesidad de garantizar el acceso de todos a la promoción implicada en ese dispositivo. La pregunta por la inclusión, formulada como una pregunta radical fue el desafío de esa nueva experiencia de lo político. Los ejes de calidad de vida, movilidad social, conocimiento, derechos humanos, trabajo y familia organizaron el sustento ideológico de un Estado garantista y una batalla cultural innovadora y solidaria con eje en la región. Hoy, el plan programático del populismo con una lógica de desarrollo sustentable y prolongado en el tiempo nos incluye y nos compromete por su incompletitud. Deuda pendiente unida a la necesidad de desandar la palabra calidad con la semántica neoliberal de los años ?90. En este marco de interpretación, pensar la educación universitaria como un derecho, pero no como un derecho nominal sino, efectivo, concreto y material se incluyen en el paradigma de lo nuevo. La inclusión nunca fue una palabra próxima a las preocupaciones universitarias. Se suma en un paradigma que siempre las pensó enfrentadas: inclusión socieducativa y excelencia académica fueron siempre dos enunciados antagónicos tejidos alrededor de la masividad y su fantasmática de aulas imposibles.La Universidad es una institución que a lo largo de su historia no ha tenido como propósito el de garantizar algo que se conceptualizara como un derecho universal, ni el de ser, un agente de inclusión educativa. La Universidad fue una máquina de formar a las clases dirigentes de la ciudad letrada: a élites políticas, clericales, profesionales, burocráticas, gubernamentales hasta incluso revolucionarias. Nunca se concibió a sí misma como una institución responsable de garantizar el derecho a la formación profesional de todos los ciudadanos. Cuando hablamos de inclusión educativa con agenda universitaria, nos comprometemos, por un lado, con la voluntad empírica de revisar e inventariar nuestras propias prácticas y por otro lado con el reconocimiento de las diferencias. En este campo tensiones permanentes se juegan las disputas por los recursos en un campo de juego que brinde oportunidades semejantes a todos para formar parte de los circuitos sociales legítimos. Dentro del ámbito educativo, ello se traduce en garantizar el acceso y permanencia formal y real de todos por medio del reconocimiento de las diferencias y problemáticas de cada sujeto y de la población en su conjunto, esto nos lleva a pensarnos como comunidad capaz de desarrollar nuevos espacios de acción, formación y participación para favorecer logros académicos y la titulación oportuna de nuestros estudiantes. El nuevo binomio inclusión con calidad necesita recuperar en su estructura la materialidad de las modulaciones de una conceptualización sobre la accesibilidad no sólo de los edificios sino como una práctica sostenida en el tiempo, pensada como una estructura de doble entrada que compromete a la vez igualdad de oportunidades y superación de las asimetrías académicas.En los términos de la formación profesional, la accesibilidad académica implica el logro de una mayor autonomía en los estudiantes en la construcción de saberes complejos, aunque estos dependan o requieran la colaboración de terceros para realizar actividades académicas y cotidianas. La delimitación de la inclusión como objetivo prioritario en una institución con voluntad igualitaria, necesita del desarrollo de una política de accesibilidad material y simbólica que contemple la totalidad de las instancias de acceso a la formación profesional y la creación de entornos, programas y herramientas que promuevan el acceso a los diferentes trayectos formativos elegidos desde una decisión vocacional con un horizonte de posibilidades y también de limitaciones de índole diverso. La ampliación actual del debate académico nos desafía a superar el derrotero del voluntarismo individual y nos instala en la necesidad de explorar un marco conceptual que reconozca los diversos y complejos tipos de barreras situadas en diferentes niveles de la vida universitaria. No postulamos la utopía de un acceso universal políticamente correcto, sino su recorte. La delimitación de nuestro horizonte de expectativas en esta problemática medular implica instalar la pregunta sobre los alcances de la inclusión en la construcción política del reformismo de los claustros. La mirada necesita una clave subjetiva de los instrumentos de análisis de las trayectorias de cada uno de nuestros ingresantes y la real posibilidad de tramitar, de manera exitosa, los contenidos de la formación profesional.