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Este trabajo recorre una experiencia de taller literario con niños de entre tres y cinco años, desde la selección de sus textos hasta la dinámica de su estructura. El punto central de las actividades gira en torno a la propuesta de ficción de textos literarios, que ponen en contacto lo empírico y lo imaginario. El objetivo es desmontar la práctica del taller para repensarla desde la confluencia con el teatro, la psicología y las artes plásticas y, a partir de allí, preguntarnos qué lectores nos interesa formar. A pesar de que el taller literario se caracteriza por ser una práctica de educación no formal, este trabajo pone el acento en la necesidad de construir un proceso que atienda a la curiosidad del lector y represente nuevos desafíos para éste. Se trata de revisar cómo se organiza una propuesta para interpelar directamente la imaginación de un grupo de chicos, que participaron de esta experiencia durante dos años y siguieron su recorrido con otros grupos de talleristas. La selección y exploración de textos literarios, la creatividad en las consignas, el rol del tallerista como mediador, el uso de diversos materiales como auténticos recursos para motivar la imaginación son algunas de las claves que este texto propone mostrar para dejar en claro que la práctica del taller hoy tiene vigencia y es una experiencia vital para la formación de auténticos lectores.