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Como es sabido, el acceso a la universidad ha dejado de ser el privilegio de pocos y se ha extendido a sectores antes excluidos. Sin embargo, paradójicamente, este ingreso pone en evidencia la falta de equidad educativa, en la medida en que muestra que no todos los jóvenes cuentan con los mismos saberes para responder a las exigencias académicas, debido a su origen socio-cultural y a trayectos educativos diferentes, entre otros factores. Entre los saberes necesarios en el ámbito académico, se destacan la lectura y escritura como claves fundamentales para el acceso a los conocimientos disciplinares. De este modo, el ingreso de ?nuevos estudiantes? con limitaciones en su formación previa pone de manifiesto la necesidad de instrumentar en el nivel universitario formas de contención que garanticen la permanencia y egreso de estos estudiantes. En el área de Humanidades de la UNT, se ha implementado sólo en la carrera de Letras, desde el año 2005, a raíz de un cambio a nivel curricular (puesta en vigencia de un nuevo plan de estudios) una asignatura que apunta a que los estudiantes adquieran las prácticas discursivas propias del nivel universitario, en el marco disciplinario de la carrera (Padilla et al., 2008). El objetivo fundamental es contribuir a acortar la brecha secundario-universidad, favoreciendo los trayectos académicos de los estudiantes. Con este espacio se pretendió atender a una preocupación planteada por los docentes ligada a la dificultad que manifiestan los estudiantes para comprender y producir textos académicos. En esta oportunidad, nos centramos en las representaciones de los ingresantes acerca de sus experiencias en lectura y escritura en la escuela primaria y secundaria. Para ello, seleccionamos y analizamos un corpus constituido por diagnósticos efectuados en el comienzo del año académico 2013 por alumnos ingresantes a la carrera de Letras.