INVELEC   23402
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES SOBRE EL LENGUAJE Y LA CULTURA
Unidad Ejecutora - UE
artículos
Título:
Vivir, escribir, enfermar. Poesía y enfermedad
Autor/es:
DENISE LEÓN
Revista:
Revista Cronopio- Ideas libres y diversas
Editorial:
Revista Cronopio SAS
Referencias:
Lugar: Bogotá; Año: 2014
ISSN:
2248-5406
Resumen:
En su interesante y documentado ensayo Morir en Occidente (Adriana Hidalgo, [1975] 2000, 2007), Philippe Ariès se esfuerza en presentar a sus lectores una expresiva imagen de los cambios que ha experimentado el comportamiento del hombre occidental respecto a los moribundos y su actitud ante el hecho de morir. El autor parte de un supuesto que él mismo establece: que en épocas anteriores los hombres morían con serenidad y calma. Sólo en la actualidad (a partir del siglo XX digamos) han cambiado las cosas. Y Ariès contempla ese cambio con desconfianza: Así (tranquilamente) se moría en el curso de los siglos o de los milenios [?] Esta actitud para la que la muerte era a la vez algo familiar y cercano, atenuado e indiferente, está en crasa contradicción con nuestra propia actitud, en la que la muerte nos infunde miedo hasta tal punto que ya no nos atrevemos a llamarla por su nombre. Por eso llamaré aquí a esta muerte familiar, muerte domesticada. No quiero decir con esto que antes la muerte era salvaje y que dejó de serlo. Por el contrario, quiero decir que hoy se ha vuelto salvaje (2007: 28). Y aquí Ariés propone una expresión o un concepto donde se vuelve trabajoso seguirlo. Me refiero a la idea de «la muerte domesticada». Para desarrollar y sostener su idea de la muerte domesticada, de la tranquilidad con la que los hombres y las mujeres medievales esperaban la muerte, el autor recurre sobre todo a textos literarios. Nunca nos advierte que estas epopeyas medievales son sobre todo representaciones o idealizaciones de la vida caballeresca, que nos dicen más de las opiniones y los deseos del autor y su público, que de cómo eran en realidad las cosas. ¿Se moría realmente con más calma en el pasado? ¿El hecho de haber tenido tiempo de saber que se iba a morir, de haber recibido algún tipo de advertencia, como propone Ariés, ayuda a que la muerte resulte menos «terrible», menos «salvaje»? ¿Se puede hablar de una muerte domesticada? ¿O más bien Ariès parte de una idea preconcebida y acumula documentos e información en esta dirección?