INVESTIGADORES
CAPPARELLI Aylen
congresos y reuniones científicas
Título:
Primera evidencia arqueológica de cultivos europeos (trigo, cebada y durazno) y de semillas de algodón en el NOA: su significación a través del registro arqueológico de El Shincal de Quimivil
Autor/es:
CAPPARELLI, A. GIOVANNETTI, M. Y LEMA V
Lugar:
Río Cuarto
Reunión:
Congreso; XV Congreso Nacional de Arqueología Argentina; 2004
Institución organizadora:
Universidad de Córdoba
Resumen:
Desde hace más de una década el Shincal de Quimivíl ha sido objeto de investigaciones interdisciplinarias. Destacamos entre éstas a los estudios arqueobotánicos, a partir de los cuales se interpretó la relación hombre-planta tanto para el momento prehispánico como hispánico (Capparelli 1997, Capparelli y Raffino 1997, Capparelli et al. 2004). En el año 1997 se realiza la excavación sistemática del Ushnu definiéndose la presencia de dos eventos de ocupación bien diferenciables: un primer evento inkaico y un segundo evento de ocupación correspondiente al período Hispano-indígena. Este último se caracterizó a partir de fechados radiocarbónicos (310+/-40 A.P.) y de la presencia de materiales de origen europeo. Simultáneamente a las excavaciones se realizó la flotación de los sedimentos extraídos, recuperándose una gran diversidad de restos vegetales tanto de origen autóctono como del Viejo Mundo. Entre estos últimos se ha identificado la presencia de trigo (Triticum aestivum), cebada (Hordeum vulgare) y durazno (Prunus persica). Cabe destacar que estos hallazgos representan la primer identificación arqueobotánica de especies vegetales extra americanas en sitios arqueológicos del NOA. La identificación de semillas de algodón (Gossypium sp.) también representa el primer hallazgo de este tipo en dicha región. Tanto por las crónicas ethnohistóricas (Raffino et al. 1997) como por las características de los hallazgos, la hipótesis que se sostiene es que fueron grupos aborígenes quienes reocuparon el sitio en momentos posteriores al Tawantinsuyo, dejando el registro material recuperado en las excavaciones arriba mencionadas. Ante esto consideramos necesario reconstruir las rutas de ingreso de estos productos al NOA para contar con una base a partir de la cual explicar la dinámica en que se insertaron estos cultivos en un momento donde la colonización española en el área no era aún efectiva (ver Capparelli et al. en prensa). Autores como el ingeniero agrónomo J.B. Báez (1947, 1948) han propuesto que la primera siembra de trigo se realizó en la ciudad de Barco en 1550 a partir de simientes traídas por Núñez del Prado desde Perú. A partir de la revisión de los documentos pertinentes a este período (Levillier 1918, Sotélo de Narváez [1582] En: Berberián 1987, López de Gomara [1552] 1987, Lizondo Borda 1928, entre otros) y analizando en profundidad los testimonios de quienes participaron en las tempranas fundaciones de las distintas ciudades españolas, hemos desarrollado las siguientes propuestas: En la ciudad de Barco de Ibatín no se cosechó cultivo europeo alguno. Aparentemente en la corta vida de este poblado sus ocupantes se sustentaron a partir de cultivos nativos. En la siguiente fundación – Santiago del Estero 1553- sí podemos establecer el cultivo de trigo, cebada y frutales luego de una expedición de aprovisionamiento enviada a Chile que retorna en el año 1556. A partir de este momento Santiago del Estero será un centro de dispersión de estos productos para el resto de las fundaciones establecidas en el NOA entre las que se cuentan las sucesivas Londres para la zona de Catamarca. Por lo tanto, no sería el Perú –como propone Báez- la zona a partir de la cual hace su ingreso al noroeste la agricultura europea, sino Chile –y más específicamente a La Serena-. Más tarde, durante la primera mitad del siglo XVII, los cultivos ya citados se encontrarán ampliamente difundidos como parte de un sistema de producción agrícola foráneo, consolidado localmente en el régimen de encomiendas cuyo fundamento se halla en la explotación de la mano de obra aborígen. Por ejemplo, el cronista Vázquez de Espinosa ([1628] 1992) nos ilustra la situación en que se hallaba la jurisdicción de Londres de la siguiente manera: “...es de maravilloso temple, de fertilísimas vegas y valles, en los cuales hay viñas y se da maíz y trigo en abundancia, con todas las frutas de España...”. Sin embargo, cabe aclarar que no todos los indígenas trabajaban en las encomiendas españolas, ya que tanto en el Valle Calchaquí como en el de Hualfín y en otras regiones próximas, un gran número de poblaciones no se hallaban sujetas al dominio ibérico (los llamados “indios de guerra” o “gentiles”). A pesar de no estar insertos en esta nueva estructura socioeconómica, la apropiación y manipulación de bienes europeos no era ajena a estos grupos. Los intercambios de objetos entre grupos sometidos y gentiles, y aún con los españoles, eran muy frecuentes, y esto podría considerarse como una de las posibilidades para explicar los hallazgos de El Shincal. Así todo, esta no es esta la única explicación que puede extraerse desde las crónicas y los estudios históricos, sino que el robo o saqueo luego de los levantamientos aborígenes es otra posibilidad muy interesante para considerar. En este último caso es importante señalar que teniendo en cuenta las determinaciones cronológicas, el evento Hispano-indígena definido para el ushnu se correlacionaría con el gran alzamiento diaguita de 1630-36 liderado por Juan Chelemín (Raffino et al. 1997). Por otro lado podemos también establecer una relación entre la movilidad de los individuos y el concomitante transporte de diversos productos. Para esto resulta interesante analizar el espacio de los indígenas sublevados (Palomeque 2000) quienes, habiendo trabajado bajo las órdenes del encomendero o en los pueblos de indios, se marchan a zonas aún no controladas por el español entrando así en contacto con los indios de guerra. Lo que nos interesa remarcar a partir de esta idea es la posibilidad de que dicha clase de movilidad conllevara el traslado de distintos tipos de semillas o frutos a estos espacios que se encontraban bajo la esfera de control aborigen. En otras palabras, la idea que planteamos intenta dar cuenta de la forma en que aquellos cultivos originalmente introducidos por los españoles y manipulados por la mano de obra indígena en dominios de los primeros, son luego transportados con ellos en sus huidas tanto esporádicas como definitivas hacia terrenos libres del yugo español donde seguirían manipulándolos, pero esta vez bajo su propia esfera de toma de decisiones, lo que implicaría una incorporación de los mismos a sus prácticas culturales. Las semillas carbonizadas halladas en el ushnu presentan además una serie de características que nos obligan a profundizar las interpretaciones, yendo mas allá de la manipulación de estos artículos con meros fines alimenticios. Análisis microscópicos permitieron verificar que el trigo corresponde a la especie Triticum aestivum, o trigo para pan, perteneciente al grupo“Free-threshing”, dado que el grano posee glumelas y glumas débilmente adheridas a él, las cuales se liberan fácilmente al ser trillado. Esta característica tiene como consecuencia que se almacene directamente el grano desnudo (Zohary y Hopf 1993:29). El mismo puede luego ser molido para la fabricación de harina o puede ser extraído su pericarpo para la preparación de mote. En el caso de la cebada la misma corresponde a la especie Hordeum vulgare de 6 hileras de granos, o cebada forrajera, y dentro de ésta al grupo de las cebadas vestidas. Esto significa que las glumelas se hallan fuertemente adheridas al grano, inclusive después de la trilla. Por tal motivo lo que se almacena es el grano con sus glumelas. Tradicionalmente se ha utilizado a las cebadas vestidas tanto como forraje como para la preparación de cerveza, mientras que las desnudas lo fueron para la preparación de sopas y guisos (Zohary y Hopf 1993:60). La elaboración de cerveza puede ser confirmada a partir de la presencia de granos de cebada con indicios de germinación (Hopf 1991). Tanto los restos de trigo como de cebada de El Shincal los granos se encontraron enteros, es decir sin evidencia de algún tipo de procesamiento para consumo, conservando todas sus capas tisulares intactas, incluyendo el pericarpio en el trigo y el embrión en la cebada. Dada esta evidencia resulta claro entonces que estas semillas no están representando los restos del procesamiento de alimentos, sino que parecerían haberse sometido enteras a la acción del fuego. Para poder explicar este fenómeno debemos ampliar nuestra visión a fin de abarcar el contexto en que se hallaron estos restos. No es un detalle menor que este evento se haya definido en el ushnu. Esta estructura representaba para la cosmovisión inkaica un punto de confluencia entre la dimensión sobrenatural, de las divinidades y los ancestros, y el mundo de los vivos, siendo el nexo entre ambos el Zapa Inka. Como hemos visto, cien años después de la caída del Tawantinsuyo esta estructura es utilizada nuevamente y, según se puede interpretar a partir de los hallazgos y su contexto, con fines aparentemente rituales. La amplia diversidad de objetos recuperados (loza, huesos de ganado europeo, vidrio, objetos de hierro, etc.) se hallaban en una matriz de sedimento resultante de la perforación de la superficie del ushnu estando la misma rodeada por numerosas piedras conformando una suerte de círculo. Muchos de estos objetos, como las semillas, se encontraban quemados producto de su asociación a los sucesivos fogones identificados. El hecho de que las semillas aparecieran sin rastros aparentes de procesamiento para su consumo, sumado a su presencia en una estructura tan significativa como el ushnu, la diversidad y variedad de objetos recuperados y el círculo de piedras que los rodeaba, son elementos que, entre otros, nos llevan a caracterizar las conductas que produjeron este registro como posiblemente rituales.   Bibliografía Báez, J. 1947. La primera colonia agrohispana en el Tucumán (siglo XVI). Revista argentina de agronomía 14 (2):85-93. Buenos Aires. Báez, J. 1948. La primera colonia agrohispana en Cuyo (siglo XVI). Revista de agronomía 15(1):19-32. Buenos Aires. Capparelli A. 1997. Reconstrucción ambiental de la instalación arqueológica Inka “El Shincal”. Tesis Doctoral Inédita. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. Universidad Nacional de La Plata. Capparelli A. y R. Raffino. 1997. Arqueoetnobotánica de El Shincal I: tallos finos, frutos y semillas. Tawantinsuyu 3:40-57. Capparelli A., V. Lema y M. 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Edición de Germán Vázquez. Ed. Historia 16. Madrid. Raffino R., D. Gobbo, R. Vázquez, A. Capparelli, V. G. Montes, M. Manassero y C. Deschamps. 1997. El Ushnu de El Shincal de Quimivil. Tawantinsuyu. 3:22-39. Artículo. Sotelo de Narváez, P. [1582]. Relación de las provincias del Tucumán que dio Pedro Sotelo de Narváez, vecino de aquellas provincias, al muy ilustre señor Licenciado Cepeda, Presidente desta Real Audiencia de La Plata. En: Crónicas del Tucumán. Siglo XVI. (Berberián.1987). Comechingonia. Córdoba. Vázquez de Espinosa, A. [1628] 1992. Compendio y descripción de las Indias Occidentales. Crónicas de América 68b. Ed. Historia 16. Madrid. Zohary D y Hopf M. 1993 Domestication of plants in the old world. (2da edición). Oxford: Clarendon Press.