CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

Manejo y conservación de vicuñas en un ecosistema pastoril

Un grupo de investigadores del CONICET trabaja desde diferentes disciplinas para garantizar el uso sustentable de esta especie en la puna jujeña.


La vicuña (Vicugna vicugna) es una especie silvestre de la familia de los camélidos que vive exclusivamente – a más de 3000 metros sobre el nivel del mar – en el altiplano andino que abarca áreas de Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador. Blanco de una caza indiscriminada desde la etapa de la conquista llegó a mediados del siglo XX a correr serio peligro de extinción. Gracias a la implementación en los años ‘70s de estrictas medidas de conservación – aceptadas y acatadas por las comunidades rurales locales – se pudo lograr la recuperación de la especie en gran parte de su área de distribución, incluida la puna jujeña.

La anhelada recuperación de una especie silvestre en el marco de un ecosistema pastoril desarrollado en un ambiente extremo y árido como el de la puna, alcanzado un determinado punto, comenzó a entrar en conflicto con los intereses de los pastores ganaderos de la zona, dado que implicaba permitir la permanecia en el territorio de un herbívoro silvestre en un escenario de escasez de recursos vegetales que alimentan a sus ovejas y las llamas.

“Este conflicto se agrava en momentos críticos en los que los productores se ven obligados a reducir la carga animal de sus campos para poder sobrevivir. En el contexto de las sequías que sufrió  la puna en los últimos años esta situación no resultó  infrecuente”, señala Bibiana Vilá, investigadora principal del CONICET en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján (UNLU) y especialista en vicuñas.

Vilá coordina hace más de 15 años un equipo interdisciplinario de investigadores del CONICET nucleados en el grupo VICAM (Vicuñas, Camélidos y Ambiente) con el objetivo de desarrollar un plan de investigación, conservación, manejo y uso sustentable de vicuñas en la puna jujeña.

“La fibra de la vicuña es muy valiosa en el mercado, entonces lo que nosotros hicimos fue intentar transformar lo que los productores vivían como un problema, en una alternativa productiva sin por ellos volver a poner en riesgo la especie”, explica Vilá.

Esta situación plantea un problema complejo dado que si bien la posibilidad hacer manejo de vicuñas puede permitir incorporar  a los pastores y productores andinos como aliados para la sustentabilidad,  también abre la posibilidad de la explotación de una especie silvestre con altísimo valor económico.

“En este sentido, existe una notable diferencia entre trabajar solamente en conservación, o solamente en uso que hacerlo en manejo sustentable y conservación, buscando ambos objetivos, que es a lo que apuntamos nosotros. Cuando se práctica conservación exclusivamente se intenta que una población silvestre se recupere y en general se tiene de enemigo a quién lo caza o deteriora el ambiente en que se desarrolla. El manejo es más complicado porque además de proteger  a una especie se procura que esta tenga un rendimiento para la sociedad, que sea sustentable y que a la vez sirva de motivación para resguardarla – sin provocar su muerte ni causarle mayor estrés”, cuenta Vilá.

Vilá toma distancia de aquellos enfoques que ven a los animales como un objeto de dominio para obtener un recurso, sin reconocerlo como un ser sintiente. “Nosotros tratamos que la fibra sea el valor que aporte la vicuña que le permita vivir junto al ganado, pero a la vez nos preocupamos que sufra lo menos posible como consecuencia de nuestra intervención”, afirma.

En el año 2003, el equipo coordinado por Vilá organizó por primera vez en Argentina una captura y esquila sustentable de vicuñas “chaku”, que tuvo lugar en la localidad jujeña de Cieneguillas y contó con la participación de los productores locales.

“Esta tarea tuvo lugar en el marco de un proyecto INCO de la Unión Europea, el proyecto MACS  del que participaron grupos de investigación europeos y sudamericanos, que apuntaba a la utilización económica sustentable de camélidos sudamericanos silvestres. Para poder hacerlo en el inicio invitamos a un colega chileno, que formaba parte del equipo internacional, especializado en bienestar animal y técnicas de bajo impacto en capturas de vicuñas, luego ya capacitados,  seguimos trabajando en forma autónoma para los chakus”, relata Vilá.

Pese a los temores lógicos iniciales, los resultados obtenidos fueron exitosos y permitieron a los investigadores seguir acumulando experiencia en la captura de vicuñas – como las que tuvieron lugar en Santa Catalina (Jujuy) en 2011, 2012 y 2013 – y así generar un valioso conocimiento científico respecto de la conservación y el uso sustentable de vicuñas que fue – y sigue siendo – transferido a la sociedad a través del dictado de cursos a pobladores de la puna así como de la publicación de lineamientos científico-técnicos, que fueron base para la ley provincial y  de guías y manuales para las comunidades locales. Las técnicas desarrolladas por VICAM, fueron  pioneras y constituyen la base insoslayable de los manejos actuales que también desarrollan otras instituciones de la provincia.

“Una de las mejores cosas que generamos con este trabajo fue el know how de cómo hacer bien las cosas para capturar y esquilar vicuñas ocasionando el menor impacto posible en las poblaciones silvestres”, destaca la investigadora.

Nombramiento en el IPBES

Recientemente Vilá fue nombrada miembro del Panel Multidisciplinario de Expertos (MEP, por sus siglas en inglés) de la Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés). IPBES es un organismo intergubernamental de carácter independiente establecido en el 2012  – auspiciado por cuatro entidades de Naciones Unidas (UNESCO, FAO, PNUD y UNEP)- cuyo fin es fortalecer la interfaz científico-normativa entre la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas con miras a conservar y promover un uso sustentable de la diversidad biológica,  alcanzar en el largo plazo el bienestar humano y lograr un desarrollo sostenible. La nominación de Vilá para integrar el panel de expertos como una de las cinco representantes por América Latina y el Caribe fue propuesta por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y la Cancillería argentina.

“Estoy muy contenta con este nombramiento y entiendo que mi experiencia de décadas de intenso trabajo en el territorio con los animales, el ecosistema, y las comunidades y sus problemáticas me da la posibilidad de profundizar respecto de los efectos reales para la conservación de las decisiones y documentos de estos encuentros supranacionales. Son dos esferas de la conservación, la de los documentos y la del campo, que no siempre tienen “vasos comunicantes” ni “corredores biológicos” y es fundamental que se comuniquen porque no tiene sentido trabajar en documentos que no hacen impacto en la conservación in situ y tampoco lo tiene no informar sobre las necesidades normativas de ciertos problemas que se detectan en el trabajo de campo. El CONICET esta presente en IPBES desde hace muchos años con varios colegas que ya han estado o están allí. Y esto refleja la calidad de las investigaciones que se llevan a cabo en el Consejo en términos de Biodiversidad”, declaró la investigadora.

Por Miguel Faigón