CIENCIAS BIOLOGICAS Y DE LA SALUD

Las aves de Malvinas

Un investigador del CONICET cuenta como durante su investigación a bordo de buques pesqueros ideó un mecanismo de protección para una especie de albatros que anida en las Islas.


Por Diego González Zevallos*

Estuve unos diez años embarcando en buques de pesca de merluza y langostino que navegan en aguas patagónicas, trabajando como Observador a Bordo especializado en aves marinas. El rol de un Observador es garantizar los principios enunciados en el Código de Conducta para la Pesca Responsable de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Durante estos viajes, detecté que muchas especies de aves marinas, atraídas por los descartes pesqueros, morían accidentalmente al colisionar con los cables de arrastre de las embarcaciones.

Existen dos grandes grupos de aves marinas. Las costeras que anidan en el continente y las pelágicas, que anidan en islas oceánicas alejadas. A este último grupo pertenece el Albatros de Ceja Negra (Thalassarche melanophrys) que es la especie de albatros más abundante a nivel global, y el 67 por ciento del total de su población se encuentra en las Islas Malvinas.

Las islas forman parte del ecosistema de la plataforma continental argentina y en ellas habitan diversas especies que se trasladan más allá de las barreras geográficas y políticas.

Durante mis investigaciones tomé contacto con científicos ingleses que trabajaban en Malvinas y se mostraban preocupados al igual que yo por las capturas incidentales de aves marinas a bordo de buques pesqueros. Particularmente de albatros. Vale aclarar que en la actualidad, de las 22 especies de albatros existentes, 17 se encuentran comprometidas en su estado de conservación.

Intercambiamos opiniones, motivados por la misma preocupación: la protección de las aves marinas. Tanto ellos por su cuenta como yo por la mía, diseñamos medidas de mitigación para evitar la colisión de los albatros contra los cables.

Se me ocurrió utilizar como dispositivo de alerta dos conos de tránsito a modo de evitar el contacto de las aves con los cables. Este experimento práctico dio como resultado que durante este viaje en el que se utilizaron los conos no se registró mortandad de aves y las distancias de acercamiento de los animales a los cables fue estadísticamente mayor que en los lances sin los conos.

Los resultados de mi experiencia, fueron plasmados en la misma revista de investigación en la que los científicos británicos publicaron su estudio. Mi trabajo ganó un premio otorgado en el año 2007 por la organización conservacionista internacional Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF –según sus siglas en inglés) por ofrecer soluciones sustentables de protección a las aves marinas.

*Diego González Zevallos es biólogo e investigador adjunto del CONICET. Sus trabajos de investigación a bordo de flotas pesqueras estuvieron comprendidos entre los años 2001 y 2011. Registra publicaciones tanto en revistas científicas como de divulgación y comunicación de las ciencias de carácter nacional e internacional. Actualmente desarrolla su trabajo de investigación en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanas del Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET)