CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD
La siembra de truchas: una amenaza para la fauna nativa de las Sierras de Córdoba
Un estudio realizado en arroyos de alta montaña muestra el impacto de la introducción de salmónidos en el patrón de distribución de dos especies de anfibios.
Los ríos y arroyos de las Sierras Grandes de Córdoba albergan especies de anfibios endémicas que se encuentran bajo diferentes grados de riesgo de extinción. Conocer mejor las amenazas que determinan el modo en que se distribuyen estas poblaciones, y que eventualmente inciden en la disminución de los individuos que las componen, es fundamental para promover políticas de conservación y planes de manejo adecuados.
Hace alrededor de 90 años, dos especies de salmónidos del hemisferio norte, predadoras e invasivas, comenzaron a ser introducidas en ríos y arroyos del área de la Sierras de Córdoba con el objetivo, principalmente, de dar impulso a la pesca deportiva: la trucha de arroyo (Salvelinus fontinalis) y la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss). En este sentido, numerosos trabajos en diferentes regiones del mundo han mostrado ya los efectos devastadores que puede tener la introducción de estos predadores sobre los ecosistemas acuáticos y las especies nativas.
El conocimiento de esta situación, sumado a ciertas observaciones personales, llevó a que un equipo de investigadores del CONICET en el Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA, CONICET-UNC) se preguntara por el grado de incidencia que tiene la invasión de truchas en los ríos y arroyos de las Sierras Grandes de Córdoba, sobre la manera en la que se distribuyen las poblaciones de cuatro especies de anfibios que dependen de cuerpos de agua dulce, tanto para reproducirse como para su desarrollo temprano: Boana cordobae, Rhinella achalensis, Odontophrynus occidentalis y Rhinella arenarum, de las cuales, las dos primeras son endémicas. Los resultados obtenidos fueron publicados recientemente en la revista Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems.
“Lo que encontramos fue que la distribución de dos de estas especies –Boana cordobae, Odontophrynus occidentalis– está confinada a pequeños arroyos en las cabeceras de cuencas (o sea, a su parte más alta) que se encuentran libres de truchas. Los salmónidos no llegan a estos cuerpos de agua porque hay barreras físicas, básicamente cascadas, que impiden que invadan aguas arriba. En aquellos arroyos en los que hay invasión de truchas, prácticamente no es posible encontrar renacuajos o adultos de B. cordobae o de O. occidentalis”, señala Julián Lescano, investigador asistente en el IDEA y autor correspondiente del trabajo.
En cuanto a la distribución de las dos especies de Rhinella, si bien se las halló en una proporción mucho menor, no se encontró correlación alguna con la presencia de salmónidos “Al parecer estas especies tienen toxinas en la piel que las hacen desagradables. De hecho se han realizado experimentos que muestran que las truchas no se comen a estos sapos porque tienen mal sabor y son tóxicos”, señala Daniela Miloch, becaria doctoral del CONICET en el IDEA y primera autora del trabajo.
El estudio
Para poder llegar a esta conclusión lo que hizo el grupo de investigación fue tomar un área extensa de la parte alta de la sierra -de aproximadamente unos 1100 kilómetros cuadrados-, que abarca 33 arroyos de distintas cuencas, y seleccionar 126 transectas en las que se cuantificó la presencia de las cuatro especies de anfibios y se observó simultáneamente si estaban invadidas o no por salmónidos.
“Pero además lo que hicimos fue caracterizar el hábitat de estos arroyos y la vegetación de su márgenes, para poder establecer si la presencia o la ausencia de anfibios está determinada por las características de los arroyos o por la invasión de truchas, o por una combinación entre ambos. La conclusión que obtuvimos es que el factor principal, y casi el único, que incide en la presencia de B. cordobae y de O. occidentalis en diferentes sitios del área que estudiamos es que estén o no habitados por salmónidos depredadores”, explica Lescano.
En este sentido, la hipótesis de los investigadores, a partir de observaciones personales, es que la ausencia de B. cordobae y de O. occidentalisen los arroyos en los que hay truchas se debe a son depredados y no a que busquen evitar los sitios invadidos por salmónidos.
“Creemos que lo que haría a estas dos especies muy susceptibles de ser devoradas por los salmónidos es su falta de estrategias defensivas, tanto químicos como comportamentales. Pero además sus renacuajos tienen un desarrollo muy largo en el medio acuático –mayor a un año- lo que los deja muy expuestos frente a sus depredadores. Por eso su distribución está tan condicionada por la de las truchas”, afirma Miloch.
De acuerdo con Lescano, tanto los individuos adultos, que acuden a al agua para reproducirse, como los renacuajos, que necesitan permanecer en ese medio para desarrollarse, pueden ser depredados por las truchas. En efecto, en los sitios invadidos por salmónidos no se encontraron ni adultos ni juveniles. “La invasión es tan longeva que por muchos años no ha habido reclutamiento. Se ha cortado tanto el ciclo reproductivo como el de desarrollo”, señala.
La necesidad de evitar la siembra ilegal
Aunque desde 2019 existe una resolución de la Secretaría de Ambiente de Córdoba establece la prohibición de sembrar y traslocar salmónidos en todos los cuerpos de agua de la provincia, especialmente en las cabeceras de cuenca, los investigadores temen que las truchas continúen siendo introducidas en ríos y arroyos de manera ilegal.
“Sabemos que la truchas son un recurso pesquero importante para la provincia y que hace muchos años que comenzó la invasión. Por eso, no pensamos que sea posible liberar todos los ríos y arroyos de salmónidos. Pero es importante que, más allá de que exista un reglamento, se evite efectivamente que continúe la siembra. Nosotros encontramos que hay dos especies nativas de anfibios que sobreviven solo en arroyos muy chiquitos, que son cabeceras de cuenca. Sería, entonces, fundamental que se no se introdujeran salmónidos también allí”, indica Miloch.
De acuerdo con los investigadores, la menor presencia de salmónidos en arroyos pequeños que son cabeceras de cuenca se debe a que son peces que necesitan aguas oxigenadas y frías, por lo que se desarrollan en medios acuáticos de mayor porte y más torrentosos. Y aunque, por razones genéticas, para reproducirse busquen remontar las aguas, en las Sierras de Córdoba (por sus características geomorfológicas) chocan contra la existencia de cascadas que se lo impiden. Pero dado que son sitios en los que los salmónidos podrían encontrar mucho alimento y posibilidades de reproducirse, resulta muy importante que no se los introduzca de manera artificial.
No sólo de anfibios viven los salmónidos
Los investigadores destacan que más allá de que por sus temas de investigación su preocupación se centra en los anfibios, en realidad, estos no son sus únicas presas, sino que también se alimentan de toda una comunidad de invertebrados, con las consecuencias ecosistémicas que esto puede llegar a tener.
“Algo que también nos gustaría destacar es que la desaparición de poblaciones de anfibios, más allá del valor de conservación que tiene cada especie en sí misma, no es gratuita para los ecosistemas. Por ejemplo, sabemos que las larvas de las especies que estudiamos son importantes consumidores de las algas que se encuentran en el fondo de los arroyos, por lo que su eliminación podría modificar el control de la productividad primaria de estos cuerpos de agua y así tener impacto en todo el ecosistema. Así mismo, sabemos que B. cordobae y de O. occidentalis son presas importantes para otras especies de las sierras, por lo que su extinción podría generar un efecto cascada”, concluye Lescano.
Por Miguel Faigón
Referencia bibliográfica
Miloch, D., Bonino, A., Leynaud, G. C., & Lescano, J. N. (2020). Endemic amphibians cornered in headwaters by trout invasion in a mountain range in Argentina. Aquatic Conservation: Marine and Freshwater Ecosystems. https://doi.org/10.1002/aqc.3441
Sobre investigación
Daniela Miloch. Becaria Doctoral. IDEA.
Andrea Bonino. Becaria doctoral. IDEA
Gerardo C. Leynaud. Investigador independiente. IDEA.
Julián N. Lescano. Investigador asistente.