CIENCIAS EXACTAS, FÍSICAS Y NATURALES

La fumigación no es suficiente para combatir el dengue

Desarrollan un modelo matemático para calcular la fumigación óptima en base a parámetros epidemiológicos, ambientales y materiales, pero alertan que esta estrategia no alcanza para frenar una epidemia.


El Aedes aegypti es el mosquito que transmite dengue, zika y chikungunya, además de otros 19 virus, entre los que se encuentra la fiebre amarilla. Está presente en casi todo el territorio nacional y eliminarlo es de suma importancia. La pregunta es cómo debe librarse esta batalla y quiénes son los responsables de hacerlo. Aparece así una herramienta sumamente poderosa para resolver este tipo de problemas: la matemática.

Gabriel Moyano es becario pos-doctoral del CONICET en el Centro de Investigación y Estudios de Matemática (CIEM, CONICET-UNC) y profesor ayudante en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física y Computación de la Universidad Nacional de Córdoba. Como parte de su tesis de doctorado desarrolló un modelo matemático que permite obtener una estrategia óptima de fumigación para contrarrestar los brotes de la epidemia del dengue. Sin embargo su investigación viene a reforzar un dato que ya se sugería en otros trabajos y en las campañas de prevención: la fumigación no es suficiente para combatir al dengue. Hay que evitar, además, la cría de mosquitos.

El modelo desarrollado por Moyano permite integrar una gran cantidad de datos teniendo en cuenta una amplia variedad de factores que componen la problemática en su totalidad, para poder abordarla en base a hechos de la realidad y así lograr efectos prácticos concretos. El objetivo de este programa es partir de la información empírica para poder aplicar los recursos de fumigación disponibles de la manera más eficiente posible, tanto en términos económicos como epidemiológicos y ambientales.

“La propuesta consta, por una parte, del modelado de la evolución de la epidemia a partir de un sistema de ecuaciones diferenciales que tiene en cuenta la población de vectores –cuántos Aedes agypti– y de huéspedes –cuántos humanos infectados- hay en un determinado lugar y momento. Además se toman en consideración otros parámetros que también influyen en la evolución de la enfermedad, por ejemplo si son ambientes urbanos o rurales y las condiciones climáticas como temperatura, humedad y viento”, describe el investigador.

En base a la relación de todos los factores mencionados se construye una simulación de cómo evolucionaría la epidemia dadas las condiciones existentes. A partir de allí el reto es controlar esa epidemia y el método seleccionado en este modelo es la fumigación. “La pregunta que nos hacemos es, ante un número determinado de personas infectadas, con una población de mosquitos también identificada, en un territorio con características conocidas y con una proyección aproximada de las condiciones climáticas del período crítico, ¿cuál sería la manera más eficiente de administrar la cantidad disponible de insecticida en una fumigación?”, interroga Moyano.

El método entonces permite no sólo integrar una gran cantidad de datos para comprender el problema en toda su complejidad, sino que además incluye la factibilidad de la propuesta, es decir, no brinda la respuesta ideal sino la mejor forma de proceder con los recursos que efectivamente se poseen.

“La intención es resolver un problema matemático de optimización para encontrar la manera de hacer más eficiente la fumigación. Todo el sistema está determinado por la dinámica de evolución de los mosquitos y otras propiedades como, por ejemplo, la cantidad de insecticida y la logística de las que se dispone realmente, y en el período de tiempo en que se debería aplicar”, comenta el científico.

Sin embargo las cuentas no dan. Moyano alerta que la conclusión del modelo matemático que desarrolló es que si bien una fumigación óptima puede reducir los costos ambientales y aumentar la eficiencia de la fumigación, no podría evitar la epidemia sino que implicaría un retraso del brote epidémico y una reducción de los casos de personas infectadas con el virus.

“Si bien sigue siendo un modelo teórico, que no ha sido contrastado empíricamente, lo que se obtiene con este modelo es la certeza de que fumigar no es la solución, por muchos factores. En primer lugar no se elimina el insecto en su etapa acuática -huevo y larva-. Además la eficacia del insecticida no es del 100 por ciento, es decir que no mueren todos los mosquitos aunque sí una gran proporción. Algunos estudios realizados en países como Brasil venían sugiriendo, desde otras disciplinas, esto que la matemática termina de confirmar. Evitar la cría del mosquito sigue siendo la mejor opción, por lo que el desafío ahora es generar un nuevo modelo donde el parámetro de control sea justamente ese, en lugar de la fumigación”, concluye Moyano.

Por Mariela López Cordero