CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

“La ciencia de punta de hoy busca cruzar disciplinas”

Emilio Kropff y Ana Amador, investigadores del CONICET, explican la importancia de integrar conocimientos de cara al encuentro de Bioinformática y Biología Computacional más importante de la región.


Cursaron juntos materias de la Licenciatura de Física en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y con el tiempo sus caminos se separaron, aunque sus líneas de investigación en neurociencias de sistemas los terminaron acercando de nuevo.

Ana Amador y Emilio Kropff, investigadores adjuntos del CONICET, son dos de los oradores principales de la 4ta Conferencia Internacional de Bioinformática y Biología Computacional ISCB-Latin America, y el 7mo Congreso Argentino de Bioinformática y Biología Computacional (CA2BC), organizados en forma conjunta por la A2B2C y la International Society for Computational Biology (ISCB), que se realiza del 21 al 23 de noviembre en Buenos Aires.

El encuentro reúne a especialistas de todo el mundo en bioinformática y biología computacional, que durante tres días presentarán y discutirán las últimas tendencias y avances en esas disciplinas – interdisciplinas – donde interactúan expertos en informática, biología, física, química y matemáticas, entre otras.

 

¿Qué importancia tienen la bioinformática y la biología computacional en las investigaciones?

Emilio Kropff: Es importante que en la región se profundicen los trabajos en estas disciplinas, biología y computación, biología y física. Estas investigaciones [interdisciplinarias] en muchos países se dan de manera muy natural. Incluso existen revistas especializadas como PLOS Computational Biology, que se dedican sólo a ese tipo de trabajos.

Ana Amador: A veces no es tan frecuente que en institutos de investigación, por ejemplo en biología, ingrese un físico o un matemático, o viceversa. Pero también hay que fomentar que en instituciones educacionales haya doctorados interdisciplinarios.

EK: Hay algunos casos muy buenos, por ejemplo en Mendoza hay un ciclo básico común en ciencias donde físicos y químicos estudian todos juntos y encaran las materias iniciales desde un punto de vista abarcativo. Se busca, creo, que no haya tantos límites entre biología, física y química. Hoy la ciencia de punta busca cruzar disciplinas y si uno se queda enfrascado simplemente va a quedarse estancado.

 

En su opinión, ¿qué le aportan la física y las matemáticas a la biología, y qué le aporta esta última a las dos primeras?

EK: A mí la carrera de Física me formó conceptualmente y me dio un montón de herramientas relacionadas con generar modelos matemáticos del mundo y de lo que uno ve, para poder sacar conclusiones e ir a testearlas en un terreno experimental.

AA: El físico aprende a simplificar una realidad muy compleja para poder hacer un modelo, a reducir la complejidad en ecuaciones – por decir algo – que en general tienen pocas variables y seguro muchas menos que las infinitas que podría tener un sistema complejo. Y en esa reducción está el arte del físico, en decidir con qué quedarse y con qué no.

EK: Desde la física eso se puede hacer, hay leyes fundamentales y herramientas matemáticas para hacerlo. En Biología es más raro, primero porque [ese reduccionismo] no es el enfoque tradicional de las biologías, es más descriptivo porque no hay leyes fundamentales. El ‘que tiro y que no’ no es para nada obvio en la biología.

 

¿Qué trabajos de modelado se pueden hacer desde la física para problemas que se plantean desde las biologías?

AA: En mi experiencia hacer modelados y trabajar en modelos más sencillos te guía para saber que tipo de experimentos hacer y que cosas mirar de esos experimentos. A veces uno hace las cosas y se pierde resultados, por ejemplo un código neuronal. Medís los ‘disparos’ de las neuronas, pero si no tenés un modelo que te ordene y te indique ‘mirá por acá’ es difícil ver dónde hay que enfocarse en el mar de los resultados. Es como una lupa, y ahí muchas veces encontrás respuestas más claras. Es como tener un gran bosque y que te señalen el camino.

EK: La neurobiología y las neurociencias me dieron las preguntas que me fascinan, que en el mundo de la física no las encontré. La física es un terreno mucho más explorado, se dedica más a encontrar los detalles de cosas que se conocen, las comprobaciones. En cambio una pregunta como la del cerebro humano es un área oscura, desconocida, es un universo completamente nuevo y está lleno de preguntas mucho más fundamentales.

 

En sus campos de trabajo, ¿qué otro componente no está integrado pero que a futuro sería interesante incorporar, además de la biología, la física y la matemática?

EK: Quizás el área de la sociología, pasar de la comprensión del cerebro a la comprensión de grupos sociales. Todo eso es algo que no se puede hacer porque la complejidad del cerebro es suficiente, pero quizás a futuro empiecen a incorporarse esos saberes. Actualmente son muchas las disciplinas que están participando en las neurociencias: hay médicos, hay ingenieros, y hay más tecnologías nuevas que tienen que ver con la ingeniería y la física. No va tanto por lo computacional, que es lo que hacemos nosotros, sino más bien desde el punto de vista de mezclar avances en la genética con avances tecnológicos para tener mejores lecturas de lo que está pasando en el cerebro.

AA: También me parece importante trabajar con ingenieros, que investigan en líneas relacionadas, por ejemplo, con temas de óptica para poder ver lo que pasa en el cerebro. E incorporar especialistas en psicología de la conducta y ciencias relacionadas, que brindan una comprensión de los fenómenos que ocurren.

 

Ana Amador es investigadora adjunta del CONICET en el Instituto de Física de Buenos Aires (IFIBA, CONICET-UBA) Trabaja en la codificación neuronal y biomecánica del canto de aves y una de sus publicaciones – de la cual fue autora principal – fue elegida por la prestigiosa revista Nature como una de las mejores de 2013.Emilio Kropff es investigador adjunto del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires (IIBBA, CONICET-Fundación Instituto Leloir) y trabaja en la caracterización de los mapas espaciales de neuronas nuevas del giro dentado a lo largo del proceso de maduración. Trabajó junto a dos de los tres ganadores del Premio Nobel en Fisiología o Medicina 2014, May-Britt Moser y Edvard I. Moser, en la caracterización de las speed cells, células que determinan el movimiento y la velocidad de desplazamiento del cuerpo en el espacio, elementos clave para terminar de configurar el mapa del GPS y la brújula del cerebro.

Por Ana Belluscio.