CIENCIA CON VOZ PROPIA
Evaluando la desertificación en las tierras riojanas
El Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación seleccionó 17 sitios piloto para conocer el estado de las tierras en Argentina.
Por Adriana Aranda Rickert*
El Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica (CRILAR, CONICET-Gobierno de La Rioja-UNLaR-SeGeMAr-UNCa) de Anillaco, La Rioja, se enclava en la llamada costa del Velasco, en el noroeste de la provincia de La Rioja. La palabra costa hace referencia a la zona de transición entre los faldeos de las Sierras del Velasco y el llano de los valles. Es en esta franja piedemontana donde se asientan los pueblos, que conforman pequeños oasis alimentados por los cursos de agua permanente que descienden de las sierras. En esta región, el CRILAR lleva a cabo el monitoreo del estado de degradación de las tierras como uno de los 17 sitios piloto que conforman la red del Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación.
La degradación de tierras es el producto de complejas interacciones de factores naturales y humanos. El uso inadecuado de los recursos naturales por parte del hombre puede conducir a la pérdida irreversible de la productividad de las tierras y los servicios ecosistémicos, con un consecuente impacto negativo sobre las poblaciones que de ellos dependen. En las tierras secas, caracterizadas por ecosistemas con baja resiliencia (es decir, con baja capacidad para retornar a las condiciones previas luego de ser perturbados), la escasez de agua y los rigores del clima agravan los procesos de degradación que, si no son revertidos, conducen a la desertificación.
Para comprender estas complejas interacciones y evaluar el estado de la degradación y la desertificación de las tierras en todo el territorio, el CONICET junto con la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, el INTA, la Facultad de Agronomía de la UBA y el Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas (IADIZA, CONICET-Gobierno de Mendoza-UNCU) crearon en 2012 el Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación. Es un proyecto nacional y constituye una red interinstitucional compuesta por organizaciones de todo el país, coordinada desde el IADIZA por la Dra. Almut Therburg.
En 2013 el Observatorio seleccionó a través de una convocatoria 17 sitios piloto que cubren diversos ecosistemas de la Argentina, desde la provincia de Jujuy hasta Tierra del Fuego y desde la región cuyana hasta el litoral de Entre Ríos. En cada Sitio Piloto se generan datos de campo e indicadores biofísicos y socioeconómicos a escala local en forma continua, estandarizada y extendida en el tiempo.
El trabajo implica muestreos a campo de la vegetación, análisis de los suelos y de las aguas superficiales y subterráneas, estimaciones de la erosión hídrica y eólica, entrevistas, encuestas a los pobladores, talleres participativos con la comunidad y recopilación de datos en instituciones y organismos gubernamentales. De esta manera, los sitios piloto generan información en detalle que permitirá profundizar el conocimiento de las interacciones entre los factores que componen la degradación de tierras y la desertificación.
Todos los datos relevados desde los sitios piloto, así como aquellos a escala nacional, son públicos y visibles desde la página web del Observatorio, la plataforma virtual desde la que se provee información relativa al estado, tendencias y riesgo de la degradación de tierras y desertificación en el país. El fin último del Observatorio es elaborar propuestas e impulsar medidas de prevención, control y mitigación, que serán usadas para el asesoramiento de los tomadores de decisiones públicas y privadas de Argentina y la concientización e información a la sociedad en general.
Durante 2013 cada sitio piloto ha entrevistado y realizado talleres con los actores claves de la comunidad para identificar las causas y consecuencias de la degradación de tierras en forma participativa. En este primer diagnóstico se resalta que en las tierras secas las causas preponderantes de la degradación son el manejo ganadero no sustentable, la variabilidad climática, las sequías, el cambio climático, el desmonte y tala de bosques y la falta de políticas territoriales. En cambio, en las tierras húmedas y subhúmedas, los nuevos actores productivos y el cambio del modelo económico o productivo, específicamente la agriculturización y la sojización, son los factores más nombrados de los procesos de degradación de la tierra.
En los ecotonos de las tierras húmedas y secas, el cambio en el uso de la tierra por avance de la frontera agrícola, la tala de bosques, la fragmentación de hábitats y el sobrepastoreo vacuno son las causas señaladas como predominantes. Finalmente, en la región de los bosques andinos-patagónicos destacan los incendios repetitivos, la introducción de fauna y flora exótica, el uso petrolero en el ecotono fueguino y la monocultura lanar exportadora en la estepa patagónica. En todas las regiones se observa una escasa infraestructura y/o servicios básicos para la población rural y escaso cooperativismo entre los productores. En la mayoría de las ecorregiones evaluadas, las consecuencias de la degradación incluyen la pérdida de biodiversidad y servicios ecosistémicos, la erosión hídrica y eólica, la disminución de la cobertura vegetal y de la productividad y la alteración del ciclo hidrológico.
A lo largo de 2014 cada sitio piloto ha elaborado un mapa de su área de monitoreo, delimitando unidades de paisaje o ambientales teniendo en cuenta los usos de la tierra. A partir de este mapa de base se han seleccionado 40 puntos de muestreo para evaluar los aspectos biofísicos de la degradación con métodos visuales y de mediciones simples in situ, así como cinco parcelas de muestreo para el monitoreo de la erosión, el suelo, la vegetación y el agua. En cuanto al monitoreo de los factores sociales y económicos, cada sitio piloto ha realizado encuestas estructuradas a los productores, a partir de las cuales se obtendrá la información necesaria para conformar 15 indicadores que abarcan diferentes temáticas con potencial impacto en la degradación de tierras.
* Adriana Aranda Rickert es investigadora adjunta del CONICET en el área de ecología de las interacciones planta-animal del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de Anillaco (CRILAR, CONICET-Gobierno de La Rioja-UNLaR-SeGeMAr-UNCa). Se doctoró en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y reside en Anillaco desde 2008.