CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

El valor de recuperar la historia

Fotografías, obras artísticas, instrumental antiguo de laboratorios ayudan a reconstruir la historia de uno de los más importantes museos de ciencias naturales de Sudamérica.


203 años cumplió el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET) el 23 de junio de este año. Sin lugar a dudas, una vasta historia repleta de logros, hallazgos, anécdotas y curiosidades recorren sus salas y laboratorios.

Es que no sólo el emblemático museo resguarda y exhibe muestras y colecciones de valor científico, sino que dentro de sus objetivos también está el de conservar, exhibir y custodiar su patrimonio del que cualquiera se asombraría de las cosas que encontraría.

Ignacio Legari, Jefe de la División Colección Museológica del MACN, es el encargado de conservar y restaurar todo – o casi todo- el entramado de objetos que, conjuntamente con los relatos de sus personajes, hacen a la historia del Museo. “Estoy a cargo de la recuperación del patrimonio histórico; esto incluye la creación de un archivo documental basado en fotografías y objetos, la conservación de parte de los archivos y la restauración de piezas artísticas”, comentó el técnico del CONICET.

Arduas tareas si las hay. Rastrear el archivo de los negativos de vidrio de una institución con tantos años de vida no fue fácil y es una tarea que siempre puede volver a empezar si aparecen nuevos aportes. “Se rescataron 1.500 placas provenientes no sólo del edificio actual sino también de la Manzana de las Luces. Hay otras divisiones que tienen más y las estoy recolectando”, expresa Legari. En sus orígenes el MACN se situó en las celdas altas del Convento de Santo Domingo, en la Manzana de las Luces y en algunos edificios de la plazoleta Monserrat, hasta instalarse definitivamente en 1937 en el edificio actual ubicado en el Parque Centenario de la ciudad de Buenos Aires.

Esos negativos guardan imágenes de hitos que marcaron el pulso del MACN. Salas, el proceso de construcción del Museo, múltiples campañas científicas, material de colecciones, importantes eventos, investigadores en laboratorios, son algunas tomas que se pueden apreciar en el archivo documental que se encuentra en vías de ejecución.

Según Legari, una vez recolectado el material se pasa a una segunda etapa de procesamiento. “Para empezar se hace un registro y una evaluación del estado de conservación de las placas. Luego se les hace una limpieza húmeda con alcohol y agua en proporciones iguales en la parte del vidrio, y del otro lado, el de la emulsión, se limpia soplando con un aspirador, y a continuación se le hace un sistema de guarda con papeles libres de ácidos en un sobre de cuatro solapas; se inventarían y por último, con la ayuda de Ángel Fusaro que es el fotógrafo del museo, las digitalizamos”, explica.

Pero la parte más rica aparece cuando a cada fotografía se le debe asociar un significado. Y ahí es cuando el trabajo de conservación necesita de la ayuda de “voces” que permitan descifrar el valor simbólico e histórico de las tomas.

“El trabajo de buscar quien puede brindar información sobre qué nos cuentan las placas quizás sea el más difícil. Afortunadamente, la Dra. María Etchechury que tiene 93 años es una gran aliada en esto. Está jubilada pero sigue viniendo todos los miércoles al Museo y ella siempre se brinda a contarnos la historia detrás de las fotos”, comenta Legari y añade: “lo rico en esto es que se puede identificar y reconstruir la historia del museo; gente que no tenía nombre ahora sí lo tiene”.

Además del archivo documental, la actual dirección del MACN a cargo de Pablo Tubaro, investigador principal del CONICET, impulsa la recuperación del patrimonio de la institución, para lo cual se realizan trabajos con el objetivo de crear una colección de objetos históricos. Ésta colección tiene que ver con todo lo referente al instrumental científico que han usado los investigadores desde el origen del museo hasta la actualidad y con la restauración de valiosas obras artísticas. La misma forma parte de las Colecciones Nacionales Argentinas (CONar), que registra y difunde las colecciones de los museos dependientes de la Secretaría de Cultura de la Nación.

“Me llegan artefactos que tienen más de 100 años de antigüedad como cámaras fotográficas de finales del siglo XIX hasta de la década del ‘60 y ‘70, microscopios, balanzas, oculares y muchas más herramientas de laboratorio, inclusive hasta objetos personales de los científicos, que tienen un valor histórico increíble”, asegura Legari.

También forma parte de ésta colección diversas obras de arte. Bustos de mármol, murales y acuarelas de renombrados artistas se han identificado y restaurado. Hay una pieza que tiene un importante valor expositivo; es una acuarela de Eduardo Schiaffino, artista argentino iniciador de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y del Museo Nacional de Bellas Artes, alegórica a la figura de Carlos Germán Conrado Burmeister, director del Museo desde 1862 hasta 1892, año de su fallecimiento. “Hay un dato gracioso, o al menos curioso, en esta obra. Resulta que la acuarela está dedica a Francisco P. Moreno de puño y letra de Schiaffino, pero según la cuenta la leyenda Perito Moreno y Burmeister no se llevaban para nada bien”, cuenta Legari.

Esta colección se suele prestar siempre y cuando el solicitante la utilice para fines educativos o de exhibición. Bajo la supervisión de Vanesa Iglesias, Personal de Apoyo del Consejo y actual Jefa de Museología y Diseño del MACN, algunas piezas que componen la muestra se exhiben en distintos eventos como es el caso de Tecnopólis; “Tratamos de abrirnos y entablar contacto con otros museos, no sólo con los dedicados a lo científico sino a otros que están más vinculado a lo artístico”, finaliza Legari.

  • Por Ingrid Lucero Parada