PROGRAMA NACIONAL DE CIENCIA Y JUSTICIA

El microscopio electrónico de barrido del CONICET que permite averiguar la composición de todo tipo de partículas

La experiencia del equipo de investigadores e investigadoras de Rosario que opera el equipamiento.


A partir de los servicios de Microscopía Electrónica de Barrido que el Centro Científico Tecnológico CONICET-Rosario utiliza a pedido de la Justicia surgió, en 2011, un laboratorio auspiciado por Raúl Bolmaro -director del Instituto de Física de Rosario (IFIR, CONICET-UNR)– y su equipo que interviene en tres tipos de casos: cuando el personal involucrado puede pertenecer a la policía; a solicitud de otras provincias; y ante situaciones en las cuales hay que innovar en las características de las pericias a realizar.

Este laboratorio colaboró, por ejemplo, con la Fiscalía de la Ciudad de Cañada de Gómez para el esclarecimiento de un caso de homicidio en el que pusieron en juego la técnica, la ciencia y la innovación. En esa ocasión, el presunto culpable había prendido fuego en el lugar del hecho con el fin de borrar sus huellas. La fiscalía interviniente proporcionó como evidencia una zapatilla con posibles restos de combustión que no había podido ser analizada con otras técnicas. Se debía entonces analizar la prueba y determinar si las partículas eran compatibles con material carbonoso, hollín u otro elemento producto de un foco ígneo que pudieran, además, ser vinculadas a los restos hallados en la escena del crimen. “Aquella vez diseñamos una línea de trabajo -recuerda Martina Ávalos directora del laboratorio-. Se hizo el estudio con microscopía electrónica analizando imágenes y determinando la composición; se pudo correlacionar la muestra con los restos. No podíamos decir si eran los mismos o no, pero sí que había una muy probable coincidencia. De ese modo, en conjunto con otras pruebas, se pudo determinar la intencionalidad, ubicar al sospechoso en el lugar del hecho y, eventualmente, hacer justicia”.

Microscopía electrónica de barrido

¿De qué se trata esta técnica que permite echar luz cuando otras opciones quedan descartadas? La respuesta puede ensayarse con otra pregunta: ¿cuántas veces nos pasó que, al hacer zoom para tomar una foto, la imagen se “pixeló” cada vez más e incluso la nitidez entre los diferentes objetos se fue perdiendo? Si trasladamos esta situación a la microscopía, con la tecnología de barrido electrónico podremos ver, a pesar del zoom, la imagen con gran resolución al igual que todas sus partes. Ello se debe a que, a diferencia de un microscopio común dotado de una lámpara que emite luz, el microscopio electrónico de barrido (MEB) tiene una fuente de electrones, lo que le confiere una gran profundidad de campo con el análisis posterior. El bioingeniero Pablo Risso, integrante del equipo, explica otra de las capacidades del MEB de la siguiente manera: “Los electrones tienen la capacidad de interaccionar con las partículas que conforman el objeto. Éstos emiten rayos X que, después del análisis, permiten determinar los elementos que lo componen”. Al respecto, Bolmaro menciona que la importancia reside en que con este equipo se puede juntar la percepción visual de la muestra con su composición. “Nosotros podemos identificar una partícula de interés y saber de qué está hecha. La partícula de al lado puede ser irrelevante para nuestro experimento, entonces de esa partícula no recibimos información, porque somos capaces de enfocarnos en la que sí nos interesa”.

Si bien en el país hay diferentes microscopios electrónicos de barrido, cada uno tiene ciertas características que los hace aptos para distintas aplicaciones. En cuanto a especificaciones técnicas, el equipo de Rosario trabaja con niveles de vacío compatibles con el denominado modo ambiental que permite analizar muestras biológicas con una mínima intervención. Utiliza además una fuente de emisión y detectores aptos para aplicar la técnica de difracción de electrones por retrodispersión -EBSD en sus siglas en inglés- que une un objeto con la imagen de los pequeños cristales que lo componen. La motivación de optar por un equipo con estas especificidades radica en que, al momento de su compra, Bolmaro pensó en adquirir uno que sea de utilidad no solo al IFIR sino también a otros institutos del CONICET Rosario dedicados al análisis de material biológico de orígenes diversos.

A su vez, tiene ciertas particularidades en cuanto al tipo de muestras a analizar ya que, en su modo ambiental, no requiere de la aplicación de protocolos especiales de preparación como sí lo necesitan otras técnicas. Asimismo, presenta ventajas en cuanto a la preservación de la evidencia porque, a diferencia de otros ensayos, la MEB en modo ambiental no utiliza procesos químicos que puedan alterarla. La muestra analizada se preserva y, a pedido por ejemplo de la Justicia, se puede repetir el estudio o ser enviada a otro laboratorio para correlacionar resultados.

Bolmaro reflexiona que haber sido uno de los primeros laboratorios en contar con un Microscopio Electrónico de Barrido con estas características les ha permitido, a lo largo de los años, colaborar a través de capacitaciones con diferentes espacios que fueron adquiriendo el equipo y a la vez les ha estimulado para perfeccionar las aplicaciones del MEB. Asimismo, remarca la importancia de que los diferentes actores de la Justicia sepan de la existencia de esta tecnología y sus posibilidades, para lo cual la inclusión en el Programa Nacional de Ciencia y Justicia puede realizar aportes clave en ese sentido.

Al equipo del Laboratorio de Microscopía Electrónica de Barrido del CCT CONICET-Rosario los une la ciencia, la curiosidad, la responsabilidad social de prestar servicios a la comunidad en general y la conciencia de que operan un equipo que pertenece de alguna u otra manera a todos y todas. La dupla equipo técnico y grupo humano es lo que, según sus protagonistas, genera la diferencia. “Abordamos desde una mirada interdisciplinaria los problemas del área forense. Ese es nuestro plus dentro de la microscopía que, considero, nos ha permitido aportar a la justicia” destaca Ávalos. Junto a ella y Bolmaro, ambos físicos, trabaja Risso -operador principal del equipo-, Vanina Tartalini, bióloga y técnica en histología dedicada a la preparación de muestras, y Natalia De Vincentis, física y última incorporación al grupo.

por Rocío Basualdo

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