DIVULGACIÓN CIENTÍFICA

El impacto de las pequeñas cosas

Buenos Aires fue sede del encuentro más importante del año sobre la ubiquitina y moléculas relacionadas, un campo de investigación con potencial impacto en la salud.


Dos años atrás Federico Pelisch y Manuel Muñoz, investigadores asistentes del CONICET, empezaron a organizar junto a Andrea Pichler, investigadora del Instituto Max Planck de Alemania, el que sería uno de los simposios más importantes de la biología molecular en 2014: “Ubiquitina y proteínas tipo ubiquitina: en el cruce de la cromatina a la proteína” (Ubiquitin & ubiquitin-like proteins: At the crossroads from chromatin to proteín).

El encuentro se llevó a cabo en Buenos Aires del 19 al 24 de octubre y contó con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, el CONICET y la Organización Europea de Biología Molecular (EMBO).

Durante cinco días más de 80 investigadores y referentes a nivel mundial de esta materia, entre ellos Aaron Ciechanover, Premio Nobel en Química en 2004, presentaron sus trabajos y resultados en temas relacionados con cromatina y regulación transcripcional, control de calidad de ARN y proteínas, envoltura nuclear, reparación del ADN y enfermedades y terapéutica.

“Organizar este encuentro fue un desafío importante porque buscamos poner en el foco de la atención el trabajo que se está haciendo con ubiquitina, y su potencial impacto y aplicación no sólo en materia de ciencia básica, sino además en desarrollos a futuro”, explica Pelisch.

El nombre de la ubiquitina hace referencia a su distribución, ya que proviene del latín ubīque, que quiere decir “en todas partes”. Entre otras funciones es la proteína responsable de indicar qué moléculas se deben destruir en el interior de la célula. Las anomalías en su estructura y funcionamiento han sido relacionadas con patologías como cáncer, enfermedades neurodegenerativas o infecciones virales, por nombrar algunas.

“La clave del encuentro está en el nombre de la proteína: ubiquitina, o sea ubicuo. Nuestra idea fue juntar a investigadores que buscan entender cómo actúa esta pequeña proteína y se conjuga con otras, con aquellos que estudian el daño al ADN o la expresión de genes, para que vean que en definitiva nuestros campos de investigación se cruzan”, agrega Muñoz.

Ciencia y transferencia

El evento contó además con el apoyo de empresas privadas del sector de la salud y revistas científicas como Cell y Nature. “Consideramos que el evento ha funcionado como una gran ‘vidriera’ para mostrar como ha venido avanzando la ciencia local y como el Ministerio de Ciencia de la Nación y el CONICET están apoyando iniciativas que apunten a vincular conocimientos”, concluyen Pelisch y Muñoz.