CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

El impacto de la detección temprana

En el área metropolitana de Buenos Aires uno de cada cuatro pacientes hospitalizados por enfermedades médicas sufre de depresión. Su diagnóstico mejora los resultados y ayuda a reducir costos en salud pública.


Por Federico Daray*

La depresión es un problema gran importancia para la salud pública. En las últimas décadas se produjo un importante aumento de su prevalencia a nivel mundial y, de forma paralela, una disminución de su edad de comienzo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) afecta aproximadamente a unas 120 millones de personas alrededor del mundo.
En Argentina no contamos con datos que indiquen cuantas personas sufren de depresión en la población general; a nivel internacional estos valores oscilan entre 4,4 y 8,6 por ciento. La prevalencia de depresión es mucho más elevada en individuos que tienen alguna enfermedad médica (o de base orgánica).

La magnitud de esta asociación entre depresión y enfermedades médicas sugiere algún tipo de relación entre ambas y, si bien aún no conocemos con exactitud los mecanismos que llevan a esta asociación, sí sabemos que la coexistencia de ambas genera mayor duración de la hospitalizaciones, menor adherencia los tratamientos, amplificación en la percepción de los síntomas físicos, mayor riesgo de complicaciones y mortalidad, y el incremento en el uso del sistema de salud y, por lo tanto, en los costos.

A pesar de la importancia de la comorbilidad entre depresión y enfermedades médicas, la presencia de síntomas depresivos no se evalúa en forma sistemática al hospitalizar un paciente como sí se evalúan otros antecedentes. Los resultados de nuestro trabajo, publicado en el Journal of Affective Disorders, muestran que el 27 por ciento de los pacientes hospitalizados por enfermedades médicas en el área metropolitana de Buenos Aires presentan, al momento del ingreso, un Episodio Depresivo Mayor (EDM).

La falta de rastreo en forma rutinaria de síntomas depresivos y de entrenamiento de los médicos no psiquiatras lleva a que un alto porcentaje de estos pacientes no sean detectados, y se pierde así la oportunidad de obtener mejores resultados en la atención integral de la salud de ellos, sobre todo teniendo en cuenta que, una vez detectada la depresión, su tratamiento es posible con buenos resultados con las herramientas terapéuticas actuales, lo que permitiría disminuir gran parte del sufrimiento, discapacidad y deterioro en la calidad de vida de las personas.

El proceso de detección de depresión en pacientes con enfermedades médicas es difícil, ya que muchas veces los síntomas de ambas se solapan. Por esto, en nuestro trabajo, evaluamos diferentes herramientas diagnósticas que permiten la detección de estos pacientes y las comparamos contra la entrevista clínica realizada por un psiquiatra o un psicólogo (considerado el mejor método diagnóstico, el gold standard).

Nuestros resultados confirman lo observado en trabajos internacionales: en este grupo de pacientes, al comparar diferentes escalas auto-administradas (completadas por el paciente) para la detección de depresión, la más adecuada es la Escala de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (Hospital Anxiety and Depression Scale, HADS). Esto tiene una alta relevancia, ya que en nuestro medio es costoso y no siempre accesible la presencia de personal de salud mental en salas de clínica médica para la realización una interconsulta con fines diagnósticos.

También es importante conocer la relación entre depresión y los diferentes tipos de enfermedades médicas, ya que la frecuencia de esta asociación varía según el tipo enfermedad médica. Nuestro trabajo encontró que es máxima en pacientes con enfermedades oncológicas, con valores de prevalencia cercanos al 40 por ciento y va disminuyendo para otros tipos de enfermedades como las hematológicas o pulmonares, donde desciende a valores cercanos al 20 por ciento. Este análisis alerta sobre determinados grupos de enfermedades en los que el riesgo de depresión es mayor.

El próximo desafío es diseñar e implementar estrategias de detección y tratamiento de depresión en pacientes hospitalizados por enfermedades médicas, que tendrían un gran impacto en la salud integral de los pacientes y, además, en los costos del sistema sanitario.

*Federico Daray es investigador asistente del CONICET en el Instituto de Farmacología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y docente de esa facultad. Es médico (UBA) y especialista en Psiquiatría y Medicina Legal