CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD
El cultivo de trucha arcoíris en el contexto del cambio climático
Científicos del CONICET trabajan en relación con la adaptación de esta especie a las temperaturas cada vez más elevadas del agua en el norte patagónico.
El embalse Alicura – localizado entre las provincias de Neuquén y Río Negro – constituye el punto principal para la cría de trucha arcoíris en Argentina. El sostenido aumento de la temperatura que sus aguas experimentan en los últimos años como consecuencia del cambio climático pone progresivamente en riesgo la sostenibilidad de esta práctica productiva.
Para tratar de dar solución a un problema que podría agravarse con el tiempo, un grupo de investigadores del CONICET trabaja en la posibilidad de producir una línea de truchas arcoíris que puedan lograr mejores rendimientos bajo temperaturas más cálidas. Los resultados obtenidos hasta el momento fueron publicados en la revista Aquaculture Reports.
“De acuerdo a nuestros datos, el incremento de las temperaturas de verano del agua del embalse -que actualmente llegan a alcanzar un promedio estacional cercano a los 20 grados centígrados- estaría directamente vinculado a una disminución en los últimos años en la producción de truchas arcoíris, cuya temperatura ambiental media óptima es cercana a los 15 grados. El calentamiento del agua afecta negativamente el desarrollo de gónadas de los peces y eso a su vez limita sus posibilidades de reproducción y crecimiento”, explica Sonia Crichigno, investigadora asistente del CONICET en el Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC; CONICET –UNCOMA) y primera autora del trabajo.
Lo primero que hicieron los investigadores fue tomar individuos juveniles de una población de truchas arcoíris asilvestradas desde hace alrededor de 70 años en las aguas termales del arroyo Valcheta (Río Negro)- ya adaptados a aguas de altas temperaturas- y cultivarlos en el Centro de Salmonicultura Bariloche (CENSALBA), un criadero experimental dependiente de la Universidad Nacional de Comahue (UNCOMA) ubicado en el embalse Alicura. Sin embargo, esta búsqueda no resultó exitosa.
“Obtuvimos unos crecimientos muy malos debido a la falta de domesticidad de los peces al momento de ingerir el alimento que les suministrábamos. Estas truchas vienen de varias generaciones en las que la comida es capturada en movimiento y el alimento balanceado de los criaderos es inerte. Los productores necesitan que los peces engorden para luego poder venderlos, por lo que si no toman bien el alimento no son útiles para los criaderos aun cuando toleren mejor las alta temperaturas”, explica Crichigno.
La segunda opción fue tratar de mejorar genéticamente los lotes de truchas, a partir de cruzar individuos criados en el CENSALBA con otros asilvestrados, tomados de las aguas calientes del Arroyo Valcheta. Tras ello realizaron una serie de experimentos para poder determinar cómo la descendencia surgida de estos cruces se adaptaba a las altas temperaturas.
“Lo que hicimos fue aclimatar a una temperatura de 20 grados lotes juveniles provenientes del CENSALBA, de Valcheta, del criadero Boca del Río (Córdoba) y del cruce entre CENSALBA y Valcheta (denominado F1), para después evaluar su grado de adaptación a través de una serie de experimentos”, afirma la investigadora.
Un experimento consistió en ver cuál era la temperatura de preferencia de cada uno de estos lotes tras su aclimatación 20 grados. Resultó que la temperatura promedio escogida por los individuos del lote F1 era intermedia a la elegida por aquellos pertenecientes al de CENSALBA y al de Valcheta, siendo incluso más cercana a la de estos últimos. Mientras la temperatura promedio de preferencia de las truchas provenientes Valcheta fue de 21.1 °C y la de las del CENSALBA fue de 15,6 °C, la del lote F1 fue de19, 7 °C. Por su parte las del criadero Boca del Río escogieron una temperatura media de 16,6 °C.
Los investigadores también sometieron a los peces de los distintos lotes a una prueba para medir sus diferentes niveles de tolerancia térmica (vinculada al máximo de temperatura que son capaces de resistir sin perder el equilibrio). Nuevamente, la tolerancia del lote F1 resultó intermedia entre los valores obtenidos por los grupos de Valcheta y CENSALBA.
“Por otro lado, las truchas del lote F1 además de reaccionar mejor frente a los experimentos relacionados a las temperaturas de preferencia y de tolerancia mostraron un crecimiento mucho mejor que la de los otros tres, tanto de talla como de peso. Las truchas de Valcheta no crecieron bien debido a sus dificultades para tomar el alimento”, cuenta Crichigno.
Si bien los resultados obtenidos hasta ahora tienen un carácter exploratorio, resultan prometedores frente a la posibilidad de poder producir una línea de trucha arcoíris que consiga buenos rendimientos en altas temperaturas y poder mantener sostenible su cultivo en las aguas cada vez más calientes del embalse Alicura.
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