CICLO DE ENTREVISTAS CONICET
Ciencia básica: “es un camino incierto, pero es el más fascinante”
¿Qué papel juega esta disciplina en la construcción de conocimiento aplicado? Un investigador demuele el mito de ‘publicar o morir’ al afirmar que el objetivo es, nada más ni nada menos, “descubrir algo que antes no se sabía”
Para Alberto Kornblihtt, cada puerta que se abre con los resultados de un experimento conduce a nuevos interrogantes y la ciencia básica es el camino a seguir para encontrar las respuestas. Pero, además, analiza el papel que juegan los mentores en la formación de los jóvenes profesionales. “Considero que el rol de un supervisor de tesis es el de acompañar, ayudar y orientar al discípulo”, asegura.
¿Cómo ve la relación entre ciencia básica y aplicada?
Una vez tuve una discusión con un tecnólogo que decía que la ciencia básica busca publicar “papers”, mientras que la ciencia aplicada busca fomentar la transferencia tecnológica. Y no es así, la ciencia básica busca descubrir algo que antes no se sabía. Después, si eso es lo suficientemente comprobable es necesario publicarlo para que otros se enteren. Pero el objetivo no está en el paper sino en el descubrimiento. O al menos así lo veo yo.
Sin embargo, algunos aseguran que es sólo parte de un proceso que lleva al desarrollo eventual de productos y aplicaciones
Lo que tenemos que lograr rescatar de la ciencia, y particularmente de la ciencia básica, es justamente su carácter transformador por su capacidad de encontrar cosas nuevas. Hacernos preguntas novedosas y no simplemente repeticiones de las que ya se hicieron. Obviamente es un camino incierto, pero es el más fascinante. El proceso nunca se termina, porque cuando te hacés preguntas y tratás de responderlas, lo más probable es que obtengas más preguntas.
Para los más jóvenes, ¿es difícil pasar de la formación teórica de la universidad al trabajo de laboratorio?
En la nuestra facultad (FCEyN-UBA) los chicos hacen prácticas mientras estudian la carrera de grado, y para cuando terminan la mayoría ya ayudó o trabajó en algún laboratorio. No hay un choque tan abrupto entre la teoría y la parte práctica. La investigación es algo arduo y a veces decepcionante, porque la mayor parte de las veces los experimentos dan resultados negativos o poco claros y que no tienen relación con las hipótesis que se venían planteando. Pero cuando dentro de esa dinámica surge algo novedoso e interesante, el placer que produce es muy grande.
¿Ve diferencias entre las posibilidades que se abren a los investigadores que recién empiezan, hoy en día, en comparación de lo que ocurría cuando usted comenzó su carrera?
Las condiciones que tiene la gente joven en la Argentina para hacer ciencia son mucho mejores que las que tuve yo cuando volví de mi postdoctorado del exterior, a fines del ’84, cuando había muy pocos fondos. En la actualidad existen varias líneas de financiamiento y los jóvenes pueden optar por diferentes clases de subsidios. Hay un cuerpo de posibilidades que es muy positivo.
Usted ya formó varios investigadores. En su experiencia, ¿qué características tiene que tener un buen científico?
Durante la investigación se requiere compromiso, perseverancia y cierta disciplina para no irse por las ramas y mantenerse focalizado. Por otra parte, y esto depende más del supervisor que del tesista, hay que saber cuando bajarse del barco porque ya no te lleva a ningún lado. Se requiere inteligencia, pero hay otros ingredientes en la investigación que tienen que ver con la estrategia y la táctica, que sólo se aprenden con el tiempo. Y para eso estamos los supervisores.
¿Cuál considera es el rol del mentor?
Para mí es más que nada acompañar, ayudar y orientar al discípulo. No me gusta la palabra jefe porque implica que uno decide y el otro es un empleado que sólo ejecuta. Muchos llaman a sus supervisores ‘jefe’ y quieren que actúe como tal, que les diga qué hacer para no asumir la responsabilidad de tener un papel activo. Y, por otro lado, muchos jefes se aprovechan de esta situación porque consideran que sus tesistas o postdoctorandos son instrumentos para que salgan los trabajos que los van a llevar al éxito, a un mejor curriculum o a premios e invitaciones a congresos.
Si se pudiera comparar dos investigadores, uno que tuvo un mentor ‘guía’ y otro que tuvo un mentor ‘jefe’, ¿cuáles cree que serían las diferencias entre uno y otro?
Cuando sea independiente, el que fue objeto de una situación autoritaria va a reproducir esa relación, mientras que aquel que fue educado en un sistema con responsabilidades y roles bien establecidos, cuando ejerza el rol de director lo va a hacer bien. Uno suele reproducir lo que mamó. Y esto no vale sólo para la escuela científica sino para todo, incluso la vida familiar.
¿Participa en los experimentos junto con sus doctorandos?
A mí personalmente me gusta ver los resultados experimentales antes de aceptar sus conclusiones. La frase ‘cuatro ojos ven más que dos’ es muy cierta. De hecho, en mi grupo antes de venir a contarme algo lo comentan entre ellos y eso hace que realmente el trabajo sea colectivo.
En investigación, ¿la paciencia es una virtud a cultivar?
Si. A veces la ciencia avanza rápido, a veces lento. Pero la paciencia va acompañada de la perseverancia y el trabajo porque las cosas no van a ocurrir si uno se queda sentado.
Formación
Se graduó como biólogo en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y obtuvo el título de Doctor en Química en la Fundación Campomar. Hizo un postdoctorado en la Sir William Dunn School of Pathology de la Universidad de Oxford, dirigido por Tito Baralle, donde clonó el gen de la fibronectina humana y descubrió su splicing alternativo.
Es Profesor Titular Plenario de la en el Departamento de Fisiología, Biología Molecular y Celular (DFBMC) de la FCEN e Investigador Superior del CONICET en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (IFIBYNE, UBA-CONICET). Desde 2002 es International Research Scholar del Howard Hughes Medical Institute (HHMI). Fue galardonado con la beca Guggenheim (1991), el premio Konex de Platino (2003), un subsidio/beca especial de la Fundación Antorchas (2000-2008), la Medalla del Bicentenario (2010) y el Premio Houssay Trayectoria en Química, Bioquímica y Biología Molecular (2010). Es miembro de consejos científicos de institutos de investigación en Italia, India, Sudáfrica y Uruguay y forma parte del Comité Nacional de Ética en Ciencia y Tecnología de Argentina (CECTE).
Es miembro del Board of Reviewing Editors de la revista Science, Editor de IUBMB Life y miembro de los Editorial Boards de Molecular and Cellular Biology y FEBS Journal. Es Editor en Jefe de la revista Transcription y fue presidente de la Sociedad Argentina de Investigación en Bioquímica y Biología Molecular (SAIB) en el período 2010-2011. En 2011 recibió la mención de honor Domingo Faustino Sarmiento del Senado de la Nación, el premio Perfil a la Inteligencia, la mención Mestros de Vida de la CETERA, el premio Investigador de la Nación Argentina 2010, otorgado por la Presidencia de la Nación y fue elegido miembro (foreign associate) de la National Academy of Sciences de EEUU. En 2012 ha recibido el premio TWAS en Ciencias Médicas otorgado por la Academia de Ciencias para el Mundo en Desarrollo, ha sido elegido miembro de la EMBO (European Molecular Biology Organization) y Académico de la Academia Nacional de Ciencias de Argentina.
- Por Ana Belluscio
- Prensa
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- Sobre Investigación
- Alberto R. Kornblihtt
- Investigador Superior
- IFIBYNE
- Foto: CONICET Fotografía