TUCUMÁN

Celebrando lo ancestral durante el “Último Día de Libertad de los Pueblos Originarios”: reentierro de Amaychas en Ampimpa

A partir de un reentierro de ancestras y ancestros Amaychas al pie de la llamada Piedra Ceremonial, en Ampimpa, la dirigencia de la Comunidad Indígena Amaicha del Valle genera un nuevo paradigma sobre el tratamiento de las evidencias del pasado y el quehacer científico en su territorio. Así, una excepcional ceremonia realizada el 11 de octubre renueva la relación entre el pasado y el presente a la luz de aquellas normas consuetudinarias (enmarcadas en el Derecho Mayor) que sustentan los saberes y las prácticas comunitarias.


Las respuestas políticas de los Pueblos Originarios de América (Abya Yala) frente al 12 de octubre, en particular desde el quinto centenario (1992), adquirieron una diversidad de formas y acciones que dan cuenta de los discursos contrahegemónicos generados en torno a esta efeméride. En efecto, durante las últimas cuatro décadas se sucedieron –a escala continental– actos de desmonumentalización, relocalización de memoriales y construcción de otros en función de las representaciones que hombres y mujeres indígenas fueron elaborando y exponiendo tanto en el espacio público urbano como en sus propios territorios.

Un regreso no previsto (o los ancestros siempre están)

En abril del año 2020, Mario Navarro y su familia realizaban labores para mejorar los servicios en su hogar, localizado en Ampimpa, jurisdicción de la Comunidad Indígena Amaicha del Valle (CIAV). Superado el metro de excavación comenzaron a detectar restos óseos humanos, por lo que comunican el hallazgo al entonces cacique de la CIAV, Eduardo Lalo Nieva. De inmediato, desde la Casa de Gobernanza de los Amaichas y la Casa de la Memoria Comunitaria se propusieron: articular con las entidades de la provincia el tratamiento de los restos óseos (dado que cuando se encuentran restos humanos deben intervenir agencias estatales, por ejemplo, del sistema judicial) y demostrar que éstos correspondían a ancestros Amaychas. El objetivo político: que de ahora en más todo tipo de “evidencia ancestral” hallada en el territorio –de manera fortuita o como producto de investigaciones científicas– sea tratada conforme al Derecho Mayor; esto es, de acuerdo a la cosmovisión y las normas no escritas que regulan las relaciones entre comuneras y comuneros y entre ellas y ellos y el mundo simbólico y sagrado de la Comunidad.

Como primera medida, la CIAV encargó a un equipo de científicas sociales realizar el rescate arqueológico –llevado a cabo en plena vigencia de las medidas de prevención sanitarias decretadas por el PEN–, intervención que posibilitó recuperar otras evidencias y plantear hipótesis sobre la dinámica de estos enterratorios. Así, el equipo conformado por Patricia Arenas, Bárbara Manasse, Ana Victoria Leiva y Soledad Ibáñez, asumió decididamente esta responsabilidad. Pero hay más, a requerimiento de la CIAV el análisis bioantropológico y de la cultura material (la cerámica) debía realizarse en el territorio comunitario y urgía el reentierro de estos hombres y mujeres. Y es que para esta Comunidad los ancestros y ancestras son claves en el presente, por ello la urgencia y necesidad de que continuaran tutelando y guiando desde ese lugar destinado a ellos y ellas: bajo tierra y cobijados por la Pachamama.

Un retorno programado (o el regreso a la Pacha)

El trabajo de las científicas posibilitó determinar que se trataba de unas siete personas, las que habrían sido inhumadas durante la primera mitad del siglo XV (es decir, entre los años 1400 y 1450), en una gran vasija de un metro de altura y un diámetro de unos 80 centímetros; asimismo, una diversidad de piezas cerámicas también se depositaron como ofrendas. Culminada la investigación la CIAV comenzó a gestionar el reentierro. Y es aquí cuando las comuneras de Amaicha desplegaron una vez más sus prácticas y saberes para generar un espacio sin antecedentes locales: ellas co-posibilitarán el ansiado regreso de ancestros y ancestras al interior de la Pacha. Así, el pasado 10 de octubre, Celia Andrade, Isabel Chabela Pastrana y Eva Pastrana –acompañadas por P. Arenas y B. Manasse– iniciaron la preparación de los restos óseos y las cerámicas para su reentierro. Manipulados amorosamente y arropados con el mayor respeto, los restos óseos fueron preparados para ser nuevamente enterrados. Esta ceremonia también reactualizó los saberes tradicionales vinculados al ritual de la muerte en el territorio; por ejemplo, mientras preparaban los “fardos” que contenían los restos óseos, las comuneras recordaban la práctica de elaborar el llamado “cordón” o “soga” para envolver a difuntos y contribuir con el “viaje” hacia sus nuevos destinos. Una vez preparados los restos óseos para su reentierro y el lugar para ello, el 11 de octubre se procedió a depositarlos al pie de la denomina Piedra Ceremonial, un espacio social de gran relevancia para las familias de Ampimpa.

Un original 11 de octubre en Amaicha del Valle

Segú Eva, “el último día de libertad y de felicidad –para los Pueblos Originarios– fue el 11, por eso se ha elegido este día para volver a enterrar, a depositar, esto que para nosotros ha sido grandioso encontrar… los restos de nuestros hermanos, de nuestros ancestros…”; y advertía: “No vamos a ser espejitos para que otros se miren…”, concentrando en esa frase las nuevas relaciones que establece esta comunidad con las investigaciones en su jurisdicción. Comenzaba así una original ceremonia, la primera en Amaicha, que posibilitaba el reentierro de ancestras y ancestros pero que, a la vez, fue considerada de alcance intercomuniario. Por ello, e invitados por el cacique amaicheño Miguel Flores, participaron los caciques de la Comunidad India Quilmes, Pancho Chaile, y de la Comunidad Indígena Diaguita El Mollar, Lalo Cruz.

Ese día, de muchas formas, se reprodujo el ritual que alguna vez atravesaron esos restos humanos en el pasado: se depositaron las cerámicas y luego se acomodaron respetuosamente los restos óseos –sobre el manto de fragmentos que recubría el pozo–, para continuar allí con el reposo al abrigo de la Pacha. Una vez relocalizados los segmentos óseos y las cerámicas, se procedió a recubrir con tierra; a continuación se realizaron ofrendas y, por último, y ya tapado totalmente el pozo, se levantó una apacheta. Así, este promontorio de rocas jalona un nuevo lugar de la memoria comunitaria. Finalmente, y en nombre de las familias comuneras de Ampimpa, el dirigente Omar Avalos expresaba su alegría, ya que estos “ancestros, nuestros abuelos, que alguna vez caminaron por estos lugares, estén aquí ubicados”.

Ficha Técnica del Cortometraje Documental:
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Título: Reentierro de amaicheñas y amaicheños: el presente de lo ancestral.
Dirección, montaje y banda de sonido: Pablo Kühnert.
Guión: Víctor Ataliva y Pablo Kühnert.
Registro documental: Eliseo Jantzon.
Producción: Casa de la Memoria Comunitaria de los Amaichas y Laboratorio de Producción Audiovisual, Instituto Superior de Estudios Sociales, ISES (CONICET-UNT), Tucumán.

Por Víctor Ataliva, ISES (CONICET-UNT).