La historia del mayor organismo de ciencia en Argentina comienza en 1951. El mundo vive en un contexto de posguerra: la ciencia, ligada a la cuestión bélica, toma relevancia. Lo científico y lo gubernamental del Estado moderno se mezclan y la ciencia y la tecnología aparecen en el horizonte como un medio para generar mayores progresos para la humanidad. El presidente de Argentina, Juan Domingo Perón, firma el decreto número 9695, que constituye el primer antecedente de una institución dedicada exclusivamente al desarrollo del quehacer científico-tecnológico nacional: “Créase el Consejo Nacional de Investigaciones Técnicas y Científicas (CONITYC), cuya finalidad es la de orientar, coordinar y promover las investigaciones técnicas y científicas de todo orden que se realicen en el país”, indica el decreto. Por otra parte, cabe destacar que un año antes se funda la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), también como organismo autárquico dependiente de la Presidencia de la Nación, con la misión de dirigir, proyectar y fiscalizar las actividades concernientes a la energía atómica. Son los primeros pasos del Estado en su papel de promotor y articulador de la actividad científica nacional.
El 5 de febrero de 1958 nace el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Lo preside el científico Bernardo Houssay, Premio Nobel de Medicina en 1947, quien continúa con el legado de fomentar el desarrollo de la ciencia para el desarrollo del país. En los fundamentos del Decreto Ley 1291/58 de su creación establece que es un ente autárquico del Estado con las funciones de “coordinar y promover las investigaciones científicas”, remarcando el objetivo de la nueva institución de “contribuir al adelanto cultural de la Nación…”. En otro párrafo de la misma normativa se destaca la importancia de las ciencias “en cuanto éstas propenden al mejoramiento de la salud pública, a la más amplia y eficaz utilización de las riquezas naturales, al incremento de la productividad industrial y agrícola, y en general al bienestar colectivo”.
Dos años después, otro hito tiene lugar: en 1960 se instituye la Carrera del Investigador Científico del CONICET. Para su funcionamiento, se acuerda autonomía, autoridad y responsabilidad plena al Consejo, reteniendo éste las atribuciones de controlar, evaluar y promover la actividad científica. También se crean cuatro dependencias del CONICET, que constituyen una forma de institucionalización del quehacer científico y de la política de promoción a la vez: el Instituto Nacional de Limnología (1962), el Instituto Argentino de Radioastronomía (1962), el Centro Nacional de Radiación Cósmica (1964) y el Comité Nacional de Oceanografía (1964).
Por último, en 1965, se funda la Carrera del Personal de Apoyo a la Investigación y Desarrollo del CONICET.
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