CIENCIA CON VOZ PROPIA

Nativos por adopción

Los jóvenes de clases populares adoptan diferentes estrategias de apropiación de la computadora e Internet.


Por Sebastián Benítez Larghi*

Resulta ya de sentido común la utilización de la metáfora de “nativos e inmigrantes digitales” para referirse a la distancia existente entre dos tipos de generaciones a partir de la emergencia y difusión masiva de las llamadas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC).

Acuñada a principios de siglo por el autor estadounidense Mark Prensky, esta metáfora intenta dar cuenta de la experiencia diferencial que niños y jóvenes, por un lado, y adultos, por el otro, tienen de las TIC en la sociedad contemporánea. Mientras los primeros, nacidos y criados en ambientes plagados de computadoras, teléfonos celulares, reproductores digitales de audio y video, acceso ilimitado a Internet y comunicación a través de espacios virtuales de redes sociales, vivencian con naturalidad la omnipresencia de estos artefactos tecno-culturales en la vida cotidiana, los segundos sólo pueden desenvolverse como inmigrantes recién llegados a un mundo ajeno donde la codificación y decodificación de significados les exige una dificultosa adaptación.

Ahora bien, el estudio de las experiencias de adolescentes y jóvenes de clases populares nos alertan frente al uso indiscriminado de aquella metáfora que, si bien sus primeros usos sirvieron para demarcar evidentes tendencias diferenciales, luego su efectividad retórica las ha convertido en un moda y su aplicación taxativa tiende a perder de vista la constitutiva incidencia del contexto socio-económico-cultural y de toda la trama de relaciones (jerárquicas, de autoridad, de poder pero también de intercambio) existentes entre la familia, los adultos y los jóvenes en relación a la apropiación de las TIC.

Según estadísticas nacionales, antes de la implementación del Programa Conectar Igualdad (2010), la posesión de computadora y conexión a Internet en el hogar desciende marcadamente entre las clases populares. En contextos donde el acceso a las TIC resulta poco favorable, las y los adolescentes y jóvenes aprovechan cualquier tipo de dispositivo que tengan a mano. Mediante la concurrencia a los – si bien ya en retirada pero aún presentes – cibercafés y otros espacios públicos comunitarios, estos actores juveniles luchan para garantizarse el acceso a las tecnologías digitales e Internet.

Asimismo, conscientes de la necesidad de adquirir las habilidades necesarias para decodificar los dispositivos técnicos de cada artefacto, muchos jóvenes de clases populares demandan y, a la vez, participan activamente en la construcción de instancias comunitarias de enseñanza y aprendizaje de informática basadas en la cooperación y la ayuda mutua supliendo las necesidades que el mercado no logra atender.

Resulta muy común que las organizaciones de base (movimientos de trabajadores desocupados, sociedades de fomento, movimientos barriales y centros culturales) ofrezcan cursos de operador y reparador de PC, de diseño digital y de usos de Internet muy valorados por toda la comunidad circundante, y en especial las y los jóvenes, no solamente por su carácter gratuito sino también por el ambiente de confianza y respeto que allí se genera a diferencia de lo que sucede en Institutos Privados de Computación y en cibercafés.

De esta forma, nos encontramos frente a un repertorio de tácticas populares y juveniles tendientes a la inclusión social de quienes perciben el acceso y manejo de las TIC como una condición indispensable para no quedar excluidos de información relevante, contactos, y actividades de pertenencia; en suma, para no quedar excluidos de los flujos por donde circula aquello que hoy se ha vuelto socialmente significativo para la existencia social.

Mediante el acceso luchado y la adquisición ingeniosa de habilidades, estos sectores construyen particulares modos de apropiación de las TIC siendo la esfera de la sociabilidad el escenario principal donde convergen espacios de encuentro entre lazos reales y virtuales. Ya sea tanto a través de los mensajes de texto, los “chat” y los espacios de redes sociales virtuales como en la escuela, la esquina del barrio, el ciber y los espacios de participación social y cultural comunitarios, estos jóvenes tejen la trama de relaciones sociales, de amistad y de contactos que configuran sus identidades personales y grupales.

El significado de las tecnologías digitales no puede ser nunca prefigurado de antemano. Por el contrario, es a partir de la diversidad de identidades de géneros y etnias, contextos socio-geográficos circundantes, trayectorias familiares y biografías personales así como de las prácticas culturales, sociales y políticas situadas localmente desde donde las y los adolescentes y jóvenes de clases populares le otorgan sentidos singulares a las TIC en su vida cotidiana.

En tiempos donde políticas públicas ambiciosas, como el Programa Conectar Igualdad, tienden a universalizar el acceso a las TIC, es perentorio abordar la incorporación de estos artefactos en la vida escolar teniendo en cuenta las condiciones concretas, las trayectorias particulares y la diversidad de experiencias previas de apropiación juveniles. Sin esta consideración, estas políticas podrían enceguecerse en pos de objetivos abstractos perdiendo efectividad y restringiendo su amplia potencialidad.

Reconocido por su impacto positivo en términos de acceso de las familias de clases populares a la computadora e, indirectamente, a Internet, dicho Programa puede habilitar aprovechamientos esperados e inesperados si se interviene adecuada y situadamente desde el ámbito educativo aportando no simplemente a resolver el “cómo” manejar las tecnologías sino, principalmente, a construir, de manera pública y colectiva, los “para qué” de su apropiación.

Resulta interesante, e imprescindible, comprender entonces los modos en que esta adopción adquiere un carácter creativo, es decir, entender los procesos socio-culturales por los cuales estos actores, en lugar de meramente adoptar pasivamente las funciones de las TIC que las corporaciones tecnológicas, la discursividad mercantil dominante y los grupos concentrados de poder intentan predeterminar, logran apropiarse de estos artefactos adaptándolos a sus propios contextos, necesidades e intereses.

Retomando la metáfora inicial, podríamos decir que las y los jóvenes de clases populares no encajan necesariamente en ninguna de las categorías planteadas: ni son nativos naturales ni tampoco inmigrantes completamente extraños en el mundo digital. Más bien, podría decirse que sin ser nativos naturales son nativos por adopción.

* Sebastian Benítez Larghi, es investigador asistente del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS, UNLP-CONICET).
Se formó como Licenciado en Sociología y Doctor en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y es Magíster en Sociología de la Cultura por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Actualmente es director del Proyecto PIP del Conicet “TIC, Juventudes y experiencias de tiempo y espacio en el marco del Programa Conectar Igualdad en La Plata y Gran La Plata”.