Brote del virus del Ébola en África Occidental

“Las condiciones sanitarias, culturales y sociales de la región hacen que la epidemia se propague”

Un investigador del CONICET explica las claves de la infección por virus del Ébola.


Según la Organización Mundial de la Salud el brote de la enfermedad por el virus del Ébola en África Occidental ha provocado más de 2.800 muertes sobre unos 5.800 casos confirmados y ya constituye el más grave desde la identificación del virus en 1976. Mario Lozano, investigador adjunto del CONICET y rector de la Universidad Nacional de Quilmes, explica cómo se comporta el virus y cuenta detalles del desarrollo del brote.

“No se conoce con exactitud cómo se originan los brotes de la enfermedad del Ébola. En general estos virus, que producen enfermedades que solemos denominar emergentes o re-emergentes, provocan una enfermedad después de su transmisión desde una especie animal, que funciona como reservorio, hacia el ser humano”, afirma Lozano. En este caso, se sospecha que el reservorio del virus del Ébola es una especie de murciélago, el pequeño murciélago frugívoro acollarado que tiene un rango de población que se extiende desde África central hasta Guinea.

El investigador explica que hasta este brote no había existido en África Occidental ninguna epidemia producida por el virus del Ébola. Por esta razón “cuando las personas llegaron a los hospitales con un cuadro clínico de fiebre, dolor muscular, vómito, y diarrea, los médicos asumieron que se trataba de alguna de las enfermedades hemorrágicas que son endémicas en la región, como la fiebre de Lassa o la fiebre amarilla”, cuenta el experto y agrega “el sistema de salud no identificó el problema hasta fines de marzo, permitiendo que el virus del Ébola se disperse durante meses y alcance centros urbanos con mucha población”.

Según describe Lozano, el brote se originó en una aldea en el sur de Guinea a principios diciembre de 2013 y para fines de marzo de 2014 había ascendido hasta Conakry, la capital del país en la costa Atlántica, que cuenta con una población de más de dos millones de habitantes. Después de marzo el virus cruzó la frontera de Guinea, afectando primero a Liberia y luego a Sierra Leona.

El ingreso del Ébola en este último país fue estudiado en detalle en un trabajo que se publicó en la revista Science que proporcionó una visión de cómo el virus mutó durante el brote. De acuerdo a este estudio, el brote actual en Sierra Leona fue provocado por al menos dos variantes diferentes de la cepa Zaire del virus del Ébola – existen cinco cepas identificadas del virus- introducidas desde Guinea.

En el caso de Sierra Leona, “el genoma del virus está cambiando tan rápido que como producto de la mutación apareció un tercer linaje”, señala Lozano basándose en los resultados del trabajo publicado en Science donde se secuenciaron noventa y nueve genomas del virus de muestras de pacientes infectados en el brote. “El estudio concluye que resulta esencial hacer un seguimiento continuo de los cambios en el genoma ya que se podría afectar la precisión de los ensayos de diagnóstico o el desarrollo de vacunas y tratamientos”, indica el investigador.

Para Lozano las condiciones sanitarias, culturales y sociales de la región hacen que la epidemia se propague entre seres humanos con relativa facilidad. La enfermedad se produce por contacto directo y estrecho con tejidos o secreciones de animales infectados, o con los fluidos o secreciones de personas enfermas o que han muerto por el virus. “Para controlar la diseminación de la enfermedad es necesario cortar el círculo de transmisión, y para ello se debe aumentar la concientización en las comunidades a fin de modificar hábitos que garantizan la propagación, en particular la cercanía con los fallecidos durante los funerales”, opina el investigador y agrega “además, será necesario superar la estigmatización de las familias afectadas, ya que muchos pacientes se esconden dificultando las tareas de los profesionales de la salud.”

“El virus no es nuevo en la naturaleza, es probable que recorra África -y algunas otras partes del mundo- acompañando a sus reservorios, los murciélagos, desde hace millones de años”, aclara el investigador y sostiene que “lo único que es reciente, es que nosotros hayamos adquirido la capacidad para detectarlo y asociarlo a una enfermedad en particular hace muy poco tiempo, en 1976”.

En estos años desde la identificación del virus no se han logrado desarrollar fármacos para combatir o prevenir la enfermedad. Lozano explica las razones de la falta de drogas contra el virus: “La cantidad de casos a nivel mundial por año hacen que los desarrollos de vacunas o tratamientos para estas enfermedades, que suelen denominarse con el significativo nombre de ‘enfermedades olvidadas’ o ‘descuidadas’, no sean económicamente viables para las farmacéuticas. Son los estados los únicos que podrán sustentar estos desarrollos, y los ciudadanos quienes deberían adquirir una conciencia de la importancia que tienen en la salud pública”.

En relación a los esfuerzos que se hacen actualmente para combatir la enfermedad el investigador cuenta que se está probando un tratamiento a base del plasma extraído de pacientes que sobrevivieron a la enfermedad del Ébola, para tratar a los nuevos infectados. “Este tratamiento es el mismo que se usa hace bastante tiempo en nuestro país para tratar la fiebre hemorrágica Argentina -o mal de los rastrojos- una enfermedad también hemorrágica provocada por el virus Junín”, subraya Lozano.

Mario Lozano es doctor en Ciencias Bioquímicas por la Universidad Nacional de La Plata. Es rector de la Universidad Nacional de Quilmes e investigador adjunto del CONICET. Su tema de investigación es la biología molecular del virus Junín y aplicaciones biotecnológicas. Ha publicado numerosos artículos en revistas internacionales y es autor del libro de divulgación científica “Ahí viene la plaga. Virus emergentes, epidemias y pandemias” editado dentro de la colección “Ciencia que ladra”.

  • Por Vanesa Bomben. CCT Rosario.