VINCULACIÓN TECNOLÓGICA

Vinculación Tecnológica: del laboratorio a la gente

El rol de la transferencia de tecnología es construir un puente que una el ámbito científico-académico con el sector productivo.


La vinculación tecnológica consiste en llevar las investigaciones desde el laboratorio hacia las empresas e instituciones, transformarlas en un producto y resolver una problemática concreta. Los ejemplos van desde áreas tan variadas como vacunas, anticuerpos específicos y nuevas drogas terapéuticas, pasando por cultivos mejorados, cosméticos, nanomateriales de uso doméstico e industrial y desarrollos en materia de energías alternativas. Todos ellos tienen su origen en trabajos de científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que, a través del proceso de vinculación tecnológica, se transformaron en productos disponibles en el mercado. El rol de la transferencia de tecnología es justamente construir un puente que una el ámbito científico-académico –que estudia procesos básicos y aplicados– con el sector productivo, encargado de fabricar o desarrollar los productos que resultan de la investigación y que pueden ser empresas, instituciones como organismos del estado, institutos de investigación o incluso laboratorios.

“Nuestro objetivo es que todo el trabajo y conocimiento generado por investigadores del CONICET llegue a la gente en forma de productos que cubran sus necesidades y las del mercado”, explica Santiago Villa, director de Vinculación Tecnológica del organismo. Con catorce oficinas en todo el país, la Dirección de Vinculación Tecnológica (DVT) es el nexo efectivo entre la investigación científica y su desarrollo comercial o industrial. Según Villa, el rol de la DVT es promover el nexo entre el investigador y el sector productivo: “Desde mostrar y ofertar lo que se tiene hasta definir la mejor manera para que eso llegue al mercado”, agrega.

 

 

Mariana Berenstein, coordinadora de Vinculación Tecnológica, explica que los investigadores “nos contactan a través de nuestra web o de las oficinas de vinculación y evaluamos la posibilidad de patentar el desarrollo. A partir de ese momento comienza el análisis inicial, que puede llevar de 30 a 45 días”. En promedio, el tiempo para saber si una patente se concede o no, varía entre 4 a 8 años sin que eso impida que determinadas tecnologías puedan negociarse o comercializarse antes de ese período de tiempo. Una vez presentada la solicitud de patente, el investigador puede presentar los resultados en revistas especializadas para dar a conocer el hallazgo a la comunidad científica. “Con la política de propiedad intelectual del CONICET, el investigador tiene derechos sobre lo que surge de la eventual comercialización que pueda generar la patente en el futuro”, concluye Berenstein.

En 2012 a través de la DVT se celebraron 135 convenios, 30% más que en 2011, por un total de $116.000.000. Los acuerdos abarcan Convenios Asociativos Público-Privados, de asistencia técnica, licencias, convenios asociativos y de cooperación, entre otros. Entre 2010 y 2012 los ingresos en Servicios Tecnológicos de Alto Nivel (STAN) y convenios aumentaron en un 190%. Los STAN son actividades como ensayos, análisis, asesorías y consultorías institucionales, entre otros. En la mayoría de los casos para su prestación se utiliza el equipamiento, infraestructura, y recursos humanos especializados de los centros, institutos y laboratorios dependientes del CONICET o relacionados con él. En 2012 se brindó asistencia a 623 PyMEs, que incluyó STAN y asesorías o servicios a terceros, por nombrar algunas herramientas.

La vinculación tecnológica permitió el desarrollo de nuevos productos. Por ejemplo, se desarrolló un nuevo insecticida para la industria agropecuaria: la empresa Biagro S.A. recibió la licencia de una patente que protege un biopesticida que no produce residuos peligrosos. En comparación a los pesticidas sintéticos, este producto reduce la posibilidad de que se genere resistencia al mismo. El pesticida fue desarrollado conjuntamente por CONICET, la Universidad Nacional de Tucumán y la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres, de Tucumán.

Por su parte, investigadores del Instituto de Química y Metabolismo del Fármaco (IQUIMEFA, CONICET-UBA) desarrollaron un tópico de uso diario que disminuye la caída del cabello, potencia su crecimiento de raíz y controla definitivamente la caspa. Desde el laboratorio se orientó la investigación a la búsqueda de actividades farmacológicas en distintas plantas como el café y la jarilla. Se vincularon los efectos farmacológicos de ejemplares de estas plantas y los síntomas de la calvicie. Las innovaciones resultantes fueron denominadas “Composición con actividad antifúngica” y “Composición tópica para el crecimiento del cabello” y fueron licenciadas por diez años al laboratorio Garré Guevara SRL. Un año después, se desarrolló el tópico que lleva el nombre comercial de Eco Hair, que ya es comercializado en el mercado nacional.

Finalmente, un grupo de investigadores CONICET del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (IAL) logró aislar y caracterizar un gen de girasol que se relaciona con la respuesta natural de la planta a condiciones de estrés abiótico, tales como sequía y salinidad. A raíz de esto el CONICET y la Universidad Nacional del Litoral se asociaron a la empresa Bioceres para generar una patente y comercializar el descubrimiento.