SINERGIA PÚBLICO-PRIVADA
Una técnica desarrollada por el CONICET y una empresa internacional que previene la mortalidad de las vacas
El INTEC brinda servicios a RockRiver Laboratory para identificar que la dosis de antibiótico que llevan las muestras de alimento balanceado sea la correcta
La Monensina es un antibiótico que se les suministra principalmente a las vacas por varias razones: evita, por ejemplo, que sufran acidez (algo muy común por el tipo de alimentación que se les da basada en granos), previene el empaste cuando pastorean alfalfa y mejora significativamente lo que se conoce como “performance productiva”, es decir que las lleva a su máximo potencial para producir tanto leche como carne. Se suministra adicionándolo en el alimento balanceado y si bien es uno de los aditivos más utilizados a nivel mundial, su uso conlleva un peligro: la dosis letal está muy cerca de la terapéutica. Eso significa que un pequeño error de cálculo puede derivar en la muerte de cientos de animales y en pérdidas económicas millonarias para el sector agropecuario. “Lo que nosotros hacemos es un poco detectivesco -explica la científica del CONICET en el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química, Lorena Rossini-. Buscamos que la dosis de Monensina sea la correcta. Que haya ausencia cuando sea necesario y que no haya sobredosificación en las muestras de alimento balanceado que nos llegan, para que no se muera ningún animal”.
El trabajo de Rossini surgió en diciembre de 2024 a raíz de una consulta de Leandro Mohamad, responsable en Argentina de RockRiver, un laboratorio de análisis agropecuarios que forma parte de una red global de laboratorios con sede en Estados Unidos. Mohamad se acercó al INTEC porque había una demanda desatendida en su rubro: cuando recibía muestras de alimento balanceado para supervisar el grado de Monensina, un tema especialmente sensible para la industria, las derivaba al único laboratorio de análisis clínicos que hacía ese estudio en Argentina, que le brindaban los resultados en un lapso de al menos un mes. Mohamad le planteó a Rossini, una integrante de la Carrera del Personal de Apoyo (CPA) del CONICET especializada en cromatografía, si podía lograr resultados fiables en un tiempo menor.
La cromatografía era la herramienta perfecta: una técnica que permite separar los componentes de una muestra e identificar si se encuentran en alta, baja o nula concentración. El proceso se podía realizar porque el INTEC cuenta con varios equipos de cromatografía en su sede, y desde hace años las usa para caracterizar muestras relacionadas con cuestiones de medioambiente, agua, plaguicidas y otros usos. “Usar un cromatógrafo es todo un arte –explica Rossini-. En este caso, usamos un cromatógrafo que se llama HLPC (por su nombre en inglés, High Performance Liquid Chromatography). Para el análisis de las muestras solidas de alimentos era necesario extraer el activo con un líquido que sea compatible con el sistema de cromatografía, esto lo logramos gracias a todo un tratamiento previo de la muestra. Con una extracción con solvente, seguido de una centrifugación y filtración, la muestra se inyectó al cromatógrafo. Pudimos separar, identificar y cuantificar la Monensina en quince minutos”. Actualmente, la técnica está puesta a punto y el INTEC brinda este Servicio Tecnológico de Alta Complejidad (STAN), conresultados confiables del nivel de Monensina de una muestra por comparación con estándares, en un lapso de entre uno y tres días.
“Yo estoy fascinado con la posibilidad que me dio INTEC de escucharme, entender lo que necesita el productor agropecuario y la industria. Estoy eufórico con lo que pudimos lograr”, dice Leandro Mohamad. “Gracias a la colaboración con el INTEC logramos cubrir una demanda que no estaba cubierta en tiempo y forma en Argentina y tener un servicio que es muy bueno, y que si es urgente permite tener el resultado hasta en un solo día. Hace algunas semanas atrás, por ejemplo, nos remitieron las muestras de dos caballos de carrera que habían fallecido en Misiones, por presunta contaminación en el alimento. A través de esta técnica, pudimos determinar que no fue el alimento lo que los mató. Se pueden esclarecer incluso casos así”.
Por su parte, Rossini señala que “pudimos resolver esta necesidad que ellos tenían y darle seguridad a la industria. La dinámica se dio super bien y fue enriquecedora para todos, científicos y empresarios. Todas las semanas estamos recibiendo al menos tres muestras de plantas de alimento balanceado. A partir de los resultados exitosos, hasta nos contactó una empresa privada que quiere hacer ensayos de estabilidad a largo plazo de una droga antibiótica llamada salinomicina, para utilizarla en formulados veterinarios. Es decir que tenemos trabajo por delante por al menos dos años. Todo esto me reconforta como científica, porque siento que estoy ayudando y cumpliendo un rol útil para una industria muy importante”.
Por Cintia Kemelmajer