CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD

Una fecha para recordar a los que olvidan

En el día mundial del Alzheimer una investigadora del Consejo habla sobre la enfermedad.


Desde hace 20 años, el 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la lucha contra la Enfermedad de Alzheimer, fecha propuesta en 1994 por la Alzheimer’s Disease International (ADI), conjuntamente con la Organización Mundial de la Salud (OMS). En esta ocasión, Ximena Silveyra, investigadora asistente del Consejo en el Instituto de Investigaciones Biológicas de la Universidad Nacional de Mar del Plata (IIB, CONICET-UNMdP), explica de qué se trata y cómo se viene trabajando con ella.

 

¿Qué es el Alzheimer?

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia en la población adulta, se trata de un desorden neurodegenerativo progresivo que lleva a un deterioro de la memoria y a una alteración en el comportamiento. Se estima que la neurodegeneración comienza alrededor de una década antes de la aparición de los primeros síntomas clínicos. Esta fase pre-clínica implica un deterioro cognitivo muy leve y se define en base a reportes subjetivos de pérdidas de memoria verificados por las personas cercanas a los pacientes. Esta etapa resulta ser muy confusa para el diagnóstico y los familiares porque podrían ser que las pérdidas de memoria sean una transición normal de la edad o estén asociadas a otro tipo de demencia.

 

¿Por qué se produce?

Desde el punto de vista genético, la enfermedad de Alzheimer puede ser familiar o esporádica, y esta última es la forma más abundante en la población. En el primer caso se trata de una demencia de herencia que se manifiesta antes de los 65 años, aunque es rara y su prevalencia en la población es baja. Por su parte, la forma esporádica de la enfermedad es el tipo de demencia que se manifiesta a una edad avanzada y no existen mutaciones relacionadas con su aparición. Independientemente del componente genético, el desarrollo de la demencia se asocia con la formación de depósitos de proteínas en el cerebro del enfermo. Estos depósitos son los causantes de un mal funcionamiento de las neuronas y la conexión entre ellas, lo que se refleja en los síntomas de los pacientes asociados a pérdidas de memoria y cambios en el comportamiento. Se podría decir, en palabras sencillas, que el cerebro entra en cortocircuito.

 

¿Cómo se viene trabajando mundialmente con la enfermedad?

Una característica distintiva de la enfermedad de Alzheimer es la formación de depósitos de proteínas en el cerebro de los pacientes y los mecanismos moleculares que conllevan a la formación de estos depósitos son el principal objetivo en la investigación de la enfermedad. El estudio básico de estos mecanismos no sólo permitió profundizar en el conocimiento del desarrollo de la demencia, sino también aporta herramientas para el desarrollo de marcadores diagnóstico y alternativas terapéuticas, un campo con bastantes interrogantes sin resolver hasta el momento. Aunque se ha avanzado muchísimo en las investigaciones y en las tecnologías disponibles para el estudio de los pacientes, resulta difícil obtener un diagnóstico diferencial temprano de la enfermedad frente a otro tipo de demencia y, lo que podría resultar más interesante, identificar qué pacientes con deterioro cognitivo leve desarrollarán la enfermedad en un futuro. Lo que no hay que descuidar para poder avanzar aún más es la combinación y complementación de la ciencia básica y aplicada, lo cual es fundamental para la aplicación de los nuevos descubrimientos.

 

¿Hay claves para prevenirla?

Hasta el momento no existe una terapia que detenga el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer y los distintos tratamientos que se emplean sólo mejoran sutilmente el estado clínico de los pacientes. Por este motivo, cualquier acción preventiva que ayude al retraso en la aparición de las etapas severas de la enfermedad de Alzheimer es importante para una mejor calidad de vida, tanto para el paciente como para los familiares y personas cercanas que sufren y son muchas veces los encargados del cuidado del paciente. Actualmente, no existen claves o pautas que al ser aplicadas determinen que una persona no desarrolle Alzheimer pero sí podría ayudar mantener la actividad cerebral ya sea en el ámbito educacional u ocupacional, aumentar la habilidad mental durante la edad temprana y mantenerla durante la vejez, actividad física diaria y cualquier prevención asociada a las enfermedades vasculares. Sumado a esto, existen evidencias de que el estrés oxidativo podría contribuir a la patogénesis mediante su intervención con el normal funcionamiento de las células neuronales. Es por ello, que durante los últimos años, los antioxidantes presentes en frutas, vegetales y bebidas han sido considerados de gran interés científico para la salud humana, donde se ha sugerido que la inclusión de alimentos ricos en estos antioxidantes saludables en la dieta humana puede resultar beneficioso para las funciones cognitivas, reduciendo así el riesgo de aparición de demencia en la población.

Ximena Silveyra es Licenciada en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Mar del Plata (2003) y Doctora en Neurociencias y Biología Molecular y Celular en el Instituto de Neurociencias de Alicante-España (2008). Volvió al país en el 2012 con una beca de reinserción del CONICET y actualmente es investigadora asistente del Consejo en el Instituto de Investigaciones Biológicas de Mar del Plata.
  • Por Jimena Naser