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Una especialista en alfabetización científica repasó los programas educativos del Instituto Davidson

Liat Ben David disertó sobre las estrategias de educación en ciencias del Weizmann de Israel.


La doctora Liat Ben David, referente internacional en educación en ciencias que dirige el Instituto Davidson -el brazo educativo del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel- dio una charla ante un nutrido auditorio en el Centro Cultural de la Ciencia (C3). Ben David, autora de veinte libros sobre educación científica y tecnológica y creadora de varios centros de capacitación para maestros, recorrió las líneas de alfabetización científica que coordina en su institución, un faro de excelencia en materia de ciencia en el mundo.

“Educación en Ciencias, la casa de un futuro mejor”, se tituló su charla, que se propuso como un viaje inspirador por la educación en las ciencias. Para iniciar, se remontó a la fundación del Estado de Israel: “Hace setenta años, los primeros que se establecieron allí –como Weizmann, primer presidente del Estado- solían decir que `ningún Estado se sirve en bandeja de plata´, y creo que así es todo: para todo hay que trabajar”, dijo. En tal sentido, continuó, fueron los primeros fundadores quienes propiciaron la creación de una institución pionera en ciencias, con el objetivo siempre puesto en el futuro del Estado. “Shimon Peres, otro presidente de Israel, dijo que para establecer una nueva sociedad se necesita una educación científica. Que el capital humano es lo más importante de una nación, e invertir en ciencia es privativo para construir educación y cultura”.

Más adelante, Ben David insistió en que “la ciencia es una manera de pensar y de tomar decisiones”, y planteó que, si bien la sociedad depende de la ciencia y la tecnología, el conocimiento que se tiene de esas temáticas no es mucho. “Israel es líder en ciencia. Nuestra vida –dijo- depende de la ciencia. Por eso tenemos el Instituto Weizmann, declarado sexto en el mundo”. Además, remarcó que como su objetivo es llevar la ciencia al público, se dirigen especialmente a escuelas y docentes. En tal sentido, mostró estadísticas: en el Instituto Davidson trabajan 340 profesionales –doctores y profesores-; realizan setenta proyectos; hay 350 mil participantes; 150 mil visitantes; interactúan con 2500 profesores; y alcanzaron 2,7 millones de usuarios que pasan entre 4 y 7 minutos en su página por artículo.

Luego, Ben David explicó que, como el Weizmann se sectoriza en Ciencias Exactas, ellos abarcan las áreas del conocimiento de esas disciplinas, y tratan de relacionarse con redes para llevarlo a un público amplio, apelando a la innovación, al creatividad y la rapidez, siempre bajo la premisa de la “alfabetización científica”, también para formar a futuros líderes. “Uno de nuestros pilares es que la excelencia es un valor, y que no depende del nivel de estudios sino de hacer lo mejor que uno pueda, todos los días”, insistió.

Para ellos, mostró cómo materializan esa idea a través de sus programas, que se apoyan en las nuevas tecnologías disponibles, por ejemplo, los smartphones (de los que aclaró que “el 95% de la población de Israel tiene uno”). En primer lugar, rememoró un programa que crearon a partir de notar una merma en profesores de Química en las escuelas. “Decidimos dar capacitaciones online para estudiantes de escuelas secundarias y no solo eso: les enviamos kits para que hicieran sus propios experimentos y también organizamos visitas a nuestros laboratorios. Vimos que el Estado tenía esa necesidad y nosotros, con nuestra experticia, pudimos solucionarlo. El resultado fue que terminaron con altísimas notas en la materia”, contó.

También se refirió a otro programa, de ciencia activa, que está orientado a chicos en condiciones de vulnerabilidad. “La idea de este programa es que exploren de forma directa”, dijo. Y nombró otra experiencia, ligada al lanzamiento de una aplicación con un menú de científicos, en donde subieron videos con links de lo que cada uno hace en su laboratorio, y a través de sus perfiles los docentes de escuelas pudieron contactarlos y fijar una entrevista de veinte minutos con quien quisieran, preparando preguntas con los alumnos y sesiones donde los científicos también les mostraron sus laboratorios a través de webcams. Asimismo nombró un programa destinado al público en general que muestra, a través de videos, cómo se hace ciencia en una casa, tomando elementos de la cocina diaria.

“Israel tiene muchos sectores de inmigrantes, por ejemplo de Etiopía: hay una comunidad de más de cien mil habitantes que se radicaron hace veintiséis años. Los chicos de secundaria nos visitan una vez por semana en nuestros laboratorios para ver cómo se hace ciencia de primera mano. Los estimulamos a que nos hagan preguntas, y adquieran a la vez competencias sociales”, indicó. Y señaló que en otros programas los científicos van hasta lugares rurales y remotos con una camioneta a la que llaman “el móvil de la ciencia”, para fomentar la educación científica en todos lados. Por último comentó de otros programas que pretenden expandir al Weizmann hacia el mundo, como torneos internacionales y campamentos científicos de verano. “Tenemos más de setenta programas, todos con la mira puesta en formar alianzas de gente que también crea, como nosotros, que la ciencia es el futuro de la humanidad”.

Después de su charla, el público asistente hizo preguntas: sobre por qué apuntan a escuelas secundarias, Ben David dijo que es porque “están más cerca de la decisión vocacional”. También fue consultada sobre el fomento del rol de la mujer en la ciencia, al que la especialista calificó como “un problema mundial: no hay presencia de mujeres en determinadas ciencias –como matemática o física- pero sí en otras –como biología o química-“, dijo. Sobre el cierre y a modo de confesión, ya como abuela de cinco chicos de entre 3 y 6 años de edad, expresó que a su entender lo más importante es el fomento de la educación científica en edades tempranas. “Mi consejo es que dejemos a los niños más pequeños a que sean curiosos, que exploren, que se caigan, se ensucien y pregunten: todo es una historia, y detrás de cada descubrimiento también hay uno. Tenemos que dejar que los niños imaginen las suyas”, concluyó.