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Un libro sobre patrimonio de una arquitecta del CONICET

En ¡Viva el patrimonio! Lorena Marina Sánchez, doctora en arquitectura del Consejo, aborda cuestiones básicas para entender la temática.


¿Todo lo “antiguo” es patrimonio? ¿De dónde vienen las famosas “casas chorizo”? ¿Y los chalets marplatenses? ¿Quiénes son los encargados de salvaguardar el patrimonio arquitectónico de una ciudad? ¿Qué papel juega la restauración? ¿Qué significa “poner en valor”? Todas esas y muchas otras preguntas son de las que se encarga la investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) Lorena Marina Sánchez en su libro de divulgación científica ¡Viva el patrimonio! (Editorial de la Universidad de Mar del Plata).

Sánchez es arquitecta, pero con su bagaje investigativo a cuestas se puso como meta escribir un libro ameno y didáctico sobre los conceptos básicos del patrimonio, para mostrar la importancia de salvaguardar los edificios históricos del país. A continuación, cuenta detalles del contenido del libro y de este desafío en su carrera en torno a la divulgación científica.

¿Qué significa el paso del tiempo en los edificios y el patrimonio?

El paso del tiempo implica el envejecimiento de los bienes y compone su “biografía”, una historia única forjada desde múltiples circunstancias, que atesorará valores que podrán ameritar su condición patrimonial. Las personas, quienes son principio y fin de la labor patrimonial, en el marco de cada cultura, territorio y tiempo de pertenencia, van a debatir la calidad de ese bien como “antiguo” o “viejo”. Ambos términos involucran diferentes sentidos, como se menciona en el libro, ya que “lo antiguo” supone un valor asociado, una cuantía, y por ende, el reconocimiento y la protección de determinados aspectos del bien que son de interés para las generaciones presentes y futuras.

¿Cómo se cuida el patrimonio en Argentina?

En Argentina, el patrimonio se protege en forma heterogénea según disímiles intereses, entre los que suelen prevalecer los económicos deslindados de los culturales (con especial énfasis en la disociación planteada, ya que la equilibrada comunión económica-cultural compone un relevante binomio dentro de la preservación). En este escenario complejo, abundan las pérdidas, las intervenciones imprecisas relacionadas con el desconocimiento de la especificidad patrimonial y los profesionales desinteresados. En paralelo, es obligatorio mencionar que existen numerosas experiencias, investigaciones y profesionales que trabajan con rigor y compromiso hacia la salvaguarda de bienes tangibles e intangibles. A modo de reflexión, quizás sean tres los principales problemas generales: la ineficacia operativa de las normativas patrimoniales –en el caso de existir-, la dificultad para practicar la protección de los entornos de viviendas como bienes contextuales -incluso cuando se consideran áreas de valor- y la falta de prácticas sostenibles que promuevan una interrelación activa entre las personas que dan vida a cada bien –usuarios, visitantes, políticos, profesionales, entre muchos otros-.

¿Por qué, como investigadora, decidiste volcarte al estudio del patrimonio? 

Desde que era estudiante, mis primeros acercamientos a la investigación los realicé junto con una antropóloga en el marco de indagaciones ambientales y territoriales, para luego adentrarme en la historia urbana desde aspectos socioarquitectónicos. En este camino, no tan usual para una arquitecta, las personas y sus relaciones con las obras –en su sentido más amplio- me han entusiasmado invariablemente, por lo que descubrí en el patrimonio una especial condensación de mis intereses: historia, sociedad, arquitectura, ciudad y cultura; pasado y presente. Investigar las “capas” de cada bien, a partir de estos intereses y en el tiempo, para comprender los valores e indagar estrategias hacia su preservación, me resulta apasionante.

¿Cómo y por qué surge la escritura de este libro?

El presente libro surge como una necesidad personal de devolución a los habitantes con los que he trabajado durante mis investigaciones, ya que en nuestros diálogos –encuestas, entrevistas, charlas ocasionales- comprendí que la preservación del patrimonio generaba curiosidad e interés. Mi persistente foco en las relaciones entre los usuarios y sus bienes, en los últimos años a través de la indagación de la concientización patrimonial, motivó la redacción del presente libro. Más todavía al considerar el feliz auge de divulgación científica, vigente desde hace bastantes años desde las más diversas esferas. Su escritura en este sentido constituyó un desafío, ya que los investigadores utilizamos otro tipo de lenguaje y estructura de narración en los artículos científicos. En forma sintética y como un paseo por el legado que pervive en las ciudades, se propone al lector recorrer aspectos básicos relacionados con conceptos y tratamientos patrimoniales. La materialización de este paseo fue posible gracias al apoyo y la financiación conjunta de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata –a la cual pertenezco- junto con la Editorial de la misma universidad, mediante una convocatoria de Iniciativa de Acceso a la Publicación. Este gran esfuerzo público, que siempre agradeceré, destinado a un público amplio, resultó la mejor manera de consumar las intenciones expresadas. Con rigor, entusiasmo y una positiva manera de vislumbrar el futuro, espero que este libro estimule dudas y acciones para que, al transitar las ciudades, podamos seguir diciendo ¡Viva el patrimonio!