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Un científico del CONICET lidera un grupo que analiza evidencias sobre contaminación del aire para la OMS

Pablo Orellano, epidemiólogo de San Nicolás, fue convocado para participar del informe que luego decanta en recomendaciones para los distintos países.


¿Qué tan puro es el aire que respiramos? Desde hace algunos años la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió actualizar las evidencias sobre los efectos adversos de contaminantes del aire: partículas, ozono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre. Los resultados serán publicados en las nuevas Directrices para la calidad del aire mundial, que se proyecta que vea la luz en un futuro próximo. Para dicho trabajo, se seleccionaron cinco equipos científicos del mundo que se están ocupando de relevar los principales papers sobre la temática y analizar la evidencia disponible sobre efectos de los principales contaminantes en la mortalidad: son dos grupos de Reino Unido, un grupo de China, un grupo de Holanda y –por primera vez en la historia- uno de Argentina, liderado por Pablo Orellano, especialista en epidemiología e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

“Cuando recibí el mail de propuesta de la OMS no lo podía creer”, confiesa Orellano, cuyo tema de investigación como científico del CONICET es la influencia de la contaminación atmosférica en la epidemiologia de las enfermedades respiratorias. “La convocatoria de la OMS surgió a partir de un paper que escribí junto a mi equipo de trabajo sobre el efecto de la polución del aire en niños y adultos con asma, publicado en la revista Plost. Luego de la publicación de ese trabajo, desde la OMS identificaron a nuestro equipo como un posible grupo para participar de su propio relevamiento”, comenta. Después de una ardua selección –que incluyó entrevistas por mail y teleconferencias-, Orellano y su equipo, radicados en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de San Nicolás, fueron anoticiados de que serían uno de los cinco equipos del mundo seleccionados. En su caso, se les pidió que releven qué incidencia a corto plazo tiene la contaminación del aire en casos de mortalidad general, por patologías cardiovasculares, respiratorias y cerebrovasculares. Además de estos grupos de investigación, un destacado equipo de expertos internacionales evaluará los resultados obtenidos, seleccionará los más relevantes y los adaptará a los contenidos del documento de la OMS.

“Es interesante por tres razones: por un lado el financiamiento, por el otro lado por el reconocimiento que significa participar de un documento histórico y principalmente porque significa aplicar lo que uno hace para un fin social, que redundará en leyes, normativas, ordenanzas municipales y recomendaciones a la comunidad médica y a la población”, señala Orellano emocionado. Desde que recibieron la noticia, el equipo se avocó a la tarea de detectar y relevar papers del mundo sobre contaminación del aire, a analizar la calidad de la evidencia y a realizar estadísticas sobre las asociaciones entre los contaminantes y la mortalidad. Pensaron que no habría que evaluar más de treinta estudios, pero la realidad los superó: encontraron más de dos mil, de los cuales al menos 250 serán incorporados en el análisis. El trabajo es más exigente de lo que pensaban, pero la motivación los guía.

 

El riesgo está en el aire

La primera vez que la OMS reconoció que la contaminación del aire podía ser nociva para la salud fue en 1958. Todavía nos había ninguna referencia a que los contaminantes atmosféricos podrían ser carcinogénicos: solo si hay una concentración muy alta de contaminantes, señalaron, eso podría llegar a tener un efecto serio. En 1964, nuevos reportes dieron cuenta de que los contaminantes podrían llegar a tener efectos mutagénicos. También comenzaron a llamar la atención de los especialistas los efectos acumulativos y a largo plazo de la exposición al aire contaminado. En 1972 se reconoció que la exposición a bajas concentraciones también podría tener un efecto en la salud. Ya para 1987, se publicó la primera guía con datos numéricos sobre contaminación atmosférica. Se discriminó allí a 28 contaminantes, y fue la primera vez que se realizaron recomendaciones para el abordaje del tema a través de políticas públicas. En el 2000 esa guía se actualizó, y en 2005 una nueva actualización destacó la importancia de la comunicación de riesgo de esta temática para las personas, no solo para los profesionales médicos o los decisores en salud. El proyecto presente es actualizar dicha guía sobre contaminantes del aire, debido a la gran cantidad de estudios recientes sobre la temática, que pueden modificar lo conocido hasta ahora sobre los efectos de la polución en la salud, o sobre las concentraciones límite de los contaminantes.

El último antecedente oficial del tema es de octubre de 2017, cuando la OMS publicó un informe donde afirmó que “más del 90% de la población mundial respira un aire que viola los parámetros de calidad establecidos”. Cada año -señaló dicho informe- los ambientes contaminados causan la muerte de casi 1,7 millones de niños menores de 5 años por agua contaminada, falta de saneamiento, malas prácticas higiénicas y contaminación interior o de la atmósfera. Además, según el informe, hay un aumento exponencial del riesgo de enfermedades cardiacas, derrames y cáncer por la exposición al aire contaminado.

El grupo de Orellano que se está ocupando de relevar los papers sobre contaminación del aire del mundo, casualmente, se ubica en San Nicolás, una ciudad en el extremo norte de la provincia de Buenos Aires.Es allí donde se ubican varias de las industrias metalúrgicas más importantes del país e incluso de Latinoamérica, y  por ende donde es particularmente interesante estudiar allí los potenciales efectos sanitarios de la contaminación del aire.

Sin ir más lejos, el mismo equipo está llevando adelante una investigación observacional sobre la influencia de la contaminación del aire en San Nicolás en más de cien pacientes con asma y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), en conjunto con profesionales del hospital público local. La guía de la OMS en la que están trabajando servirá para que se efectúen recomendaciones sobre concentraciones umbrales de contaminantes y sus efectos, recomendaciones que luego podrán tomar en cuenta los gobiernos a través de sus políticas públicas, los médicos clínicos, y la población en general, para ser capaces de prevenir o mitigar los efectos de la contaminación en la salud.

Por Cintia Kemelmajer