INFORME ESPECIAL
Últimas noticias del viaje de un soldado alemán durante la conquista del siglo XVI
La investigadora Loreley El Jaber prologó y comentó la reedición de la obra de Ulrico Schimdl, un alemán que participó de la expedición de 1534 de Pedro de Mendoza.
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Un alemán parte de viaje. De Ámberes hasta Cádiz y luego de España hacia el Río de La Plata, en una odisea capitaneada por un tal don Pedro de Mendoza. Es 1534 y Ulrico Schmidl de Straubing no adivina que abrazará rutas fluviales por los próximos veinte años, ni que trece años después de terminadas sus aventuras rioplatenses escribirá su primer y único libro describiendo el derrotero errático por este lado del mundo, un diario para la posteridad, tan fundante, que seguirá leyéndose en pleno siglo XXI.
“La voz de Ulrico me cautivó, ante todo porque es la de un soldado, ni capitán ni adelantado”, –dice Loreley El Jaber, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) del Instituto De Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que prologó y comentó la última edición de la crónica de viaje de Ulrico, Derrotero y viaje a España y las Indias, editado por la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos (EDUNER). Es un relato, para algunos poco conocido, de un expedicionario por un viaje que, pensaban en ese entonces, era hacia las Indias. Y tiene muchas particularidades. Por empezar, en la época de la conquista, los mandos “jerárquicos” –capitanes a cargo de las expediciones, sacerdotes, frailes- eran quienes relataban esos viajes de manera casi unilateral. Lo hacían sobre todo a modo informativo, para transmitir las noticias sobre el tránsito a la colonia española. Pero Schimdl, apenas un soldado más, fue en el Río de la Plata la excepción a la regla: su nivel de ilustración –“sabemos que Ulrico tenía una gran biblioteca que lo encaminó a este relato. Lo sabemos, entre otras cosas, porque la cede en el testamento y la pone como un bien a legar”, explica El Jaber- le proveyó de los recursos para registrar su mirada sobre estas latitudes.
“Eso hace que su relato no sea tan dicotómico –dice la investigadora-, si bien él es un colonialista hecho y derecho, en muchos momentos rompe con esa dicotomía. Ahí aparece un registro del otro distinto. Por ejemplo en la batalla, que es un tópico de todas las crónicas de viaje de conquista. La guerra y el combate es un punto clave, y si bien es muy común la gran disparidad entre la cantidad de muertos de un lado y delotro (siempre es muchísimo menor la cantidad de muertos del bando de los europeos respecto del de los indígenas), de repente hay momentos en los que Ulrico dice ´no ganamos nada excepto por traición´, o ´finalmente, si no hubiera sido por los arcabuces…´. Tiene que ver con la disparidad en las condiciones en que se da el combate, lo que de algún modo destierra la idea de que ´nosotros somos superiores, por eso tenemos menos muertes, porque Dios está de nuestro lado´. Es como si hubiera un esquema al que él tratara de responder, pero del cual por momentos se sale. Entonces aparecen comentarios como esos, fuera de esquema, de dicotomía, no esperables en una crónica de conquista. Hay momentos en los que habla de un nivel de estrategia del otro que es loable. Es decir: de lo que está hablando es que el Otro es un rival digno. En ese lugar es como si su condición de combatiente primara por sobre su condición de europeo. ´Como somos rivales dignos, por momentos podemos hacer alianza`. Es muy interesante: por momentos él se corre del lugar establecido como europeo, mercenario, colonialista y reconoce diferencias y sostiene las alianzas (que dicho sea de paso son necesarias para el combate, la ganancia de tierras y la supervivencia)”.
Pero hay una pregunta anterior a leer y valorar la historia escrita por Schimdl. ¿Qué hacía un alemán participando de las expediciones de la conquista española? Esa fue una de las primeras cuestiones que llamó la atención de la investigadora del Consejo. Schimdl era un mercenario que se inmiscuyó en ese viaje enviado por la Casa Bancaria Welser para la que trabajaba en Alemania. Esa extranjería entre los expedicionarios fue lo que, según El Jaber, le dio la libertad para correrse del relato prototípico oficial y colonizador. “Él vino con otros alemanes, un grupo subvencionado por la casa bancaria, no se sabe exactamente cuántos eran pero sí que buscaban oro y plata como parte de esa casa bancaria, que les prometía un porcentaje de las ganancias”. Antes de la expedición de Pedro de Mendoza, la muerte de Atahualpa hizo que llegara a España su tesoro: miles de kilates, la mayor cantidad de oro que jamás había llegado desde América. Ese antecedente hizo que todos creyeran que el nivel de ganancia de esta expedición iba a ser mayor. El problema que Schimdl narra con maestría en su relato fue que, en los hechos, los expedicionarios estuvieron lejos de encontrar ese sueño material. Solo dieron con un territorio superpoblado, un otro absolutamente plural, tribus y tribus que Schmidl describe con detalle. En ese punto su relato se convierte en la recapitulación de un fracaso. “Eso también me atrae:la idea de relatos con fracasos de por medio. No son relatos de triunfo, ni siquiera militarmente hablando. El fracaso es un condimento interesante para la narración. En realidad es desafiante: ¿qué se cuenta cuando hay fracaso de por medio, sobre todo en una empresa como esta, en el Río de La Plata?”.
La expedición fatídica de Schimdl, según cuenta el alemán en sus escritos, duró veinte años. Otro de sus méritos es justamente ese, porque no hay otra crónica que abarque semejante cantidad de tiempo. Pero además, otra particularidad de la obra de Schimdl fue que la escribió trece años después de terminado su derrotero por estas tierras. El Jaber, una investigadora interesada sobre todo en la literatura de viajes, postula en su introducción crítica a la obra que esa distancia temporal tiene una importancia central para pensar el texto. “No se sabe si tomó apuntes durante el recorrido. Todo indica que sí, por la minuciosidad de su recuerdo tantos años después, por ejemplo en cuanto a los nombres de las tribus. Es poco probable que lo haya escrito in situ porque escaseaba el papel, pero cuando él vuelve a Alemania, él se queda un buen tiempo en su ciudad de origen hasta que se va huyendo porque adopta el protestantismo. Es probable que en ese regreso haya hecho apuntes de su viaje. Dudo que haya sido en el momento. De todas formas, son todas especulaciones”.
En castellano, la edición más conocida de la crónica de Schimdl fue traducida por Samuel Lafonte Quevedo y a cargo de Bartolomé Mitre en el año 1903. ¿Por qué aparece recién en ese momento el interés por su obra? “Mitre se interesaba por todos los temas coloniales de historia de América, desde la conquista hacia adelante, y rastreó los antecedentes en el Río de La Plata. En 1936 se cumple el cuarto aniversario de la fundación de la ciudad de Buenos Aires, y ahí resurge toda una cuestión ligada a nuestros orígenes, se revaloriza la crónica de Schmidl al tiempo que el Estado edita todos los documentos coloniales ligados a esa fundación”, repone la investigadora.
Una de las preguntas que el lector puede hacerse cuando lea a Schmidl hoy, es si su escritura es un antecedente de la actual crónica de viajes. Es que su obra por momentos parece un diario, por momentos un anecdotario y en otros pasajes, casi un ejercicio etnográfico. “El riesgo de este tipo de relatos –opina El Jaber- es leerlo como un relato de viaje sin reparar en que es un relato de conquista, está la política de por medio. Si bien puede pensarse que todo viaje es político, no en todos los casos la cuestión política va a ser un punto clave en la condición del relato. Su estilo está atravesado por cuestiones ideológicas y políticas. El recorte de Ulrico es su itinerario, por eso el espacio es el protagonista, lo que se le presenta a la vista es lo que va relatando, el recorrido del relato es el establecido por los tiempos del viaje de conquista”.
Claro que la literatura nunca es una esfera autónoma de la época, y cuando Schimdl publica su obra, en Europa había una especie de boom de literatura de viajes. “Él tiene una conciencia de que lo que vivió puede ser interesante para su lector contemporáneo. Su relato no es la mera verborragia de la escritura pos viaje, tiene reflexión, tiene conciencia ligada al relato. Es un viajero que describe con escenas y anécdotas narrativas, un prolegómeno del género de la crónica de viajes actual”. Y ahora, en pleno siglo XXI, el interés por la literatura de viajes continúa. Por eso la importancia de la obra de Schmidl también hoy. “Ulrico podría haber sido un soldado más pero no lo fue, porque escribió su relato y se sobrepuso a la sumisión que podría haber sido propia del cargo que ocupó. Es una de las pocas voces, la única no española, sobrela conquista rioplatense que ofrece su visión subjetiva de todo aquello que lo interpela (sean cuestiones de gobierno, geográficas o espaciales, o hasta cuestiones estéticas, como cuando se detiene extasiado en los tatuajes de las mujeres xarayes), y eso lo hace único”.
Por Cintia Kemelmajer